Naranjito. ¿Otra víctima?

En lo que va del año, tres mujeres han muerto en incidentes relacionados con persecuciones con la Policía de Puerto Rico. La víctima más reciente es Karla Michelle Avilés Rosado.

Ahora les toca al Negociado de Investigaciones Especiales (NIE), a la División de Integridad Pública del Departamento de Justicia y al fiscal Gustavo Vélez determinar si la muerte de la joven de 23 años a manos de agentes ocurrió como consecuencia de un incidente de legítima defensa o si se utilizó fuerza excesiva.

Avilés Rosado, madre de una niña de tres años y estudiante en la Universidad Interamericana de Bayamón, murió de un disparo a la cabeza o al cuello –nadie ayer pudo precisar con claridad en qué parte del cuerpo fue–, mientras viajaba en la guagua Toyota 4Runner que conducía su amigo de la infancia Félix Marrero Zayas, de 24 años. Los disparos hechos por la Policía, según algunos de los siete agentes a quienes se les ocuparon sus armas, se dieron luego que Félix presuntamente abriera fuego en su contra tras una intervención por una infracción de tránsito.

El supuesto intercambio de disparos se dio ayer a la 1:30 a.m. en un estacionamiento de un restaurante de comida rápida y una cooperativa en la PR-152, en el barrio Cedro Arriba, en Naranjito. Luego de los disparos, Félix aceleró la guagua, pero unos 500 metros más adelante se detuvo. Allí, familiares que no quisieron identificarse dijeron que él llamó al Sistema de Emergencias 9-1-1 mientras su amiga yacía muerta en el asiento trasero.

La guagua, ocupada por el Instituto de Ciencias Forenses (ICF), presentaba múltiples disparos. Dos fuentes por separado y el propio Félix reconocieron que en la guagua también viajaba un hermano suyo, pero en el vehículo no se ocuparon ni casquillos ni armas de fuego.

¿Qué pasó ahí?, se le preguntó a Félix tras ser liberado en el cuartel de Cedro Arriba.

“Dispararon ahí”, contestó.

¿Tú disparaste?, se le preguntó.

“No. En ningún momento”, contestó.

¿Y por qué les dispararon? ¿Los estaban persiguiendo?

Creo que me estaban persiguiendo.

“Karla era amiga mía, de toda la vida, de chamaquitos”, abundó. Luego, continuó caminando y se montó en un vehículo.

Según la versión de la Policía, el trío fue intervenido por violaciones a la Ley de Tránsito, en este caso manejar sin cinturón, con tintes que excedían el límite de opacidad permitido por ley y con el radio a alto volumen. Supuestamente, el grupo no quiso detenerse inicialmente, pero finalmente lo hizo en el estacionamiento del negocio de comida rápida.

“Sus únicas armas son sus alicates y sus espuelas (para subir postes)”, aseguró su padre, Felipe Marrero.