“La pesadilla que tuve que vivir, eso algo que no se olvida”, dijo Jonathan el 8 de junio de 2009 en una entrevista con Primera Hora, en su casa en La Perla, a un año de su excarcelación.

Ahora, nueve años después, vive en Estados Unidos a donde fue en busca de tranquilidad para rehacer su vida, y aunque tiene dos hijas pequeñas, que son la luz de sus ojos, allá prácticamente vive otro encierro. A sus 35 años tiene problemas de salud, pues la ansiedad lo ha llevado a aumentar dramáticamente de peso. 

Jonathan dejó la Isla hace cinco años. “Mi hermano está pesando más de 400 libras, se pasa las 24 horas del día en la casa. No sale a ningún sitio, no tiene vida social. Él está prácticamente preso en su casa”, relató a Primera Hora, el hermano mayor de Jonathan, Ángel Marcano Rivera.

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Dijo que cuando estaba acá, en la barriada, después que fue excarcelado, también se pasaba encerrado. “Al principio, él tenía miedo de ver una patrulla. Se ponía ansioso”, sostuvo para contar que el día que quedó en libertad, “Jonathan abrió una jaula y soltó unos pájaros que mi mamá tenía en la casa”.

“Creo que él quiso cerrar un capítulo en su vida y comenzar una nueva vida por allá, pero él todavía arrastra el encierro. Él sigue viviendo encerrado. No sale para nada. La que trabaja es su esposa y él se encarga de las niñas, que tienen 6 y 4 años, aproximadamente”, lamentó Ángel, quien es asistente de niños de educación especial. 

En torno a la salud de su hermano, dijo que Jonathan “es asmático crónico y al ganar tanto peso, necesita una máquina para dormir”, pues padece de apnea del sueño. “Se supone que se someta a una operación bariátrica, pero él se resiste”, indicó Ángel.

Narró que el año pasado fue a visitarlo “y en los 19 días que estuve allí, por primera vez mi hermano fue al cine en los años que llevaba allá”.

Sobre el veredicto de culpabilidad emitido este miércoles contra Áurea Vázquez Rijos, su hermana Marcia y su excuñado José Ferrer Sosa por el asesinato del empresario canadiense, Ángel indicó que tanto Jonathan como la familia entienden que se hizo justicia, aunque lamentan el dolor que están pasado los familiares de los convictos. 

“Sabemos el sufrimiento que como familiares están pasando. También entendemos que cuando uno comete un error, hay unas consecuencias que hay que pagar. Entendíamos que ella (Áurea) tenía que ver (con el crimen) y fue justa la decisión del jurado. Tiene que asumir responsabilidades”, dijo.

“Al igual que al papá del canadiense, entendíamos que había algo inconcluso. Mientras el asesino estaba en la calle, mi hermano estaba preso. (Con el veredicto) también se le hizo justicia a mi hermano. Sentimos que se cierra en nuestras vidas un capítulo difícil, duro, que jamás pensábamos vivir”, indicó Ángel.

Narró que su mamá Mirta Rivera “va y viene de Estados Unidos” y dijo que él era quien ponía al tanto a su familia de lo que acontecía en el juicio federal. “Mi mamá lloró cuando se enteró en las redes sociales del veredicto porque aunque sabemos que ella (Áurea) tiene que pagar, uno no debe alegrarse porque unas niñas van a crecer ahora sin su mamá”, sostuvo.

Dijo que el lunes y martespresenció el juicio en la sala del juez federal Daniel Domínguez, en el Viejo San Juan. 

“Por primera vez vi a Áurea y pensé: ‘wao, gente joven, inteligente que se ven en estos revoluces por el amor al dinero, por la ambición, pero más que todo, sentí tristeza de verlos en esa silla, donde estuvo mi hermano, con la diferencia de que Jonathan era inocente”, concluyó Ángel.