La nieta de Manuel Natal Bracetti, acusado por agredirla sexualmente y embarazarla dos veces, no tendrá que enfrentar a su abuelo materno en sala y podrá testificar a través del circuito cerrado durante el juicio en su fondo, señalado para comenzar este lunes.

Luego de llevar a cabo una vista evidenciaria ayer, jueves, y escuchar a la psicóloga Gilda Rodríguez Díaz, el juez federal José A. Fusté determinó que la joven de 17 años podrá declarar por circuito cerrado, acompañada por la perito y por la fiscal estatal, Cándida Sellés, para que no testifique en corte abierta y evitar de esta forma que sufra de trauma emocional.

En la decisión de Fusté y emitida por escrito, el juez detalló 13 razones por las que permitirá que la adolescente no declare frente a su presunto agresor.

"Tras escuchar el testimonio de Rodríguez Díaz y reunirme con la víctima, la corte encuentra que el uso de circuito cerrado es necesario para el bienestar de la niña", lee la orden del juez, que procede a detallar las razones que sustentan su decisión.

Entre estas resaltó que el acusado es el abuelo materno de la menor, que enfrenta cinco cargos por tráfico sexual y cinco cargos por transportar a una menor con el propósito de prostituirla y sostener actos de conducta sexual. Agregó que la víctima tiene dos hijos, luego de quedar embarazada a los 12 y 14 años, y que la prueba de ADN refleja que hay un 99.99% de probabilidad de que el acusado es el padre de ambos.

El juez recordó que la sicóloga que trata a la menor desde 2012, testificó en la vista que la perjudicada sufre de ansiedad severa, estrés, tristeza y desconfianza, y que se torna "extremadamente ansiosa" cuando se discute la posibilidad de que tenga que testificar en corte contra su abuelo.

De hecho, en dos ocasiones la menor ha tenido que ser referida de emergencia para recibir tratamiento psiquiátrico por intentos suicidas, y una de esas veces coincidió cuando tenía que testificar en corte estatal sobre estos mismos hechos. Rodríguez Díaz opinó que la menor sufriría gran trauma emocional si no testificaba a través de circuito cerrado.

Al finalizar la vista, el juez se reunió en su oficina con las partes y con la menor. Dijo que al entrevistarla, se veía "intensamente nerviosa y asustada". El juez procedió a explicarle sobre el proceso, y la joven mostró alivio cuando se le dijo que no tendría que testificar cara a cara en contra de su abuelo. Cuando le dijo que podría tener que verlo y que él la vería a ella y la escucharía, "su lenguaje corporal mostró un alto nivel de ansiedad y temor".

"El tribunal encuentra que el gobierno estableció, a través del testimonio de Rodríguez Díaz, que hay sustancial probabilidad de que la menor podría sufrir trauma emocional al tener que declarar en corte abierta. De hecho, la menor podría sufrir trauma emocional al testificar por circuito cerrado. Aunque la alternativa de declarar cara a cara no elimina el trauma a esta menor, es mejor para su bienestar minimizar ese trauma... La corte entiende que requerirle a la víctima a testificar cara a cara con el acusado le causaría trauma severo. En un esfuerzo para tratar de minimizar el trauma, se ordena que el testimonio de la joven sea a través de circuito cerrado", determinó el juez.

El fiscal del caso es Marshal D. Morgan, y los abogados, Joannie Plaza y John Connors, de la Oficina del Defensor Público federal.

Natal Bracetti había firmado un acuerdo para declararse culpable, pero en plena vista, dijo que no haría alegación de culpabilidad. El pacto recomendaba una sentencia de entre 15 y 27 años. Fue entonces que el juez pautó el juicio para este lunes.

El agricultor de 64 años enfrenta cargos por tráfico sexual de menores y transportar una menor para sostener actos sexuales por actos que ocurrieron entre 2009 y 2011, cuando su nieta tenía entre 12 y 14 años. Él buscaba a la niña casi todos los fines de semana para cuidarla en lo que se su madre iba a trabajar, y abusaba de ella de una a tres veces al día, según la pesquisa. La llevaba desde su casa en el barrio Certenejas de Cidra hasta su finca en el barrio Guayabota de Yabucoa, y a veces le pagaba entre $20 y $80 para tener relaciones con ella. Para que la adolescente supuestamente abortara los bebés, le daba malta caliente.

Los menores tienen ahora dos y tres años, respectivamente. Pruebas de ADN confirman que él es el padre.