Aunque el exsenador Jorge de Castro Font no está acusado, su nombre, sus lujos, su tiranía y sus trucos con fondos públicos y de sus donantes se discutieron ayer extensamente en el primer día de desfile de prueba contra su entonces homólogo Héctor Martínez y el expresidente de Ranger America, Juan Bravo.

El primer testigo fue Carlos Díaz, exayudante ejecutivo de De Castro Font quien confesó que mintió en los estados financieros de la campaña de su exjefe, recolectaba donativos bajo intimidación, se encargaba de pagar sus cuentas, recoger a sus hijos, entre muchas otras gestiones personales a pesar de ser empleado del Senado. Pero, aseguró, no tenía idea de los procesos legislativos ni de los proyectos de ley.

Asimismo, Díaz confirmó que De Castro Font no pagó por su boleto de avión a Las Vegas para ir a ver la pelea de Tito Trinidad en mayo de 2005, sino que lo financió un contratista a quien identificó como Tato Lebrón.

Ese contratista también pagó su boleto de avión.

De la misma forma, contó que ese fin de semana Bravo pagó una cena para Martínez, De Castro Font y él en un restaurante del hotel MGM y nadie hizo gesto alguno de aportar a la cuenta. 

Pero, a preguntas de la defensa, Díaz admitió desconocer si había algún acuerdo entre ellos para reembolsar los gastos de la cena.

Se mostró además una factura del hotel Mandalay Bay en que De Castro Font y Bravo se hospedaron el fin de semana del 13 al 15 de mayo de 2005 y cuyo costo se cargó a la tarjeta de crédito de De Castro Font.

Por otro lado, la fiscalía federal presentó cuatro videos cortos -que no formaron parte del primer juicio- en los que se aprecia a Martínez, Bravo, De Castro Font y una persona identificada como José Torres, a pocas filas del cuadrilátero. Bravo llevaba el pelo y el bigote negros y cuando se vio en las pantallas se echó a reír al notar lo cambiado que está físicamente. 

Se pudo ver que el grupo tenía asientos privilegiados muy cerca del ring.

El testigo dijo desconocer quién pagó por su entrada, pero alegó que no fue Bravo.

Más adelante, Díaz relató que en algún momento de 2008 Bravo lo interceptó en Plaza las Américas y le dijo que tanto él como De Castro Font, debían tener cuidado porque los estaban velando. Una semana después el FBI llegó a la casa de Díaz y de inmediato el hombre comenzó a cooperar. 

Fue de esa manera que las autoridades federales pudieron grabar una llamada de Bravo en la que le cuestionó por qué De Castro Font no le respondía el teléfono. En el audio, se escucha a Bravo decir que estaba seguro de que tenía en la mirilla a Díaz y a De Castro Font, pero que negaría cualquier cosa que De Castro Font dijera de él.

La segunda testigo fue Antonia Vélez, secretaria de Bravo por unos 35 años, que si bien estableció que en su relación de trabajo y amistad con su jefe nunca lo escuchó hablar con Martínez o los vio socializar, también afirmó que no está al tanto de todas sus actividades porque él no se las informa.

Los acusados resultaron convictos en el 2011 y cumplieron cerca de un año de cárcel, pero el Tribunal de Apelaciones revocó el veredicto. La fiscalía decidió volverlos a enjuiciar. Ahora Martínez y Bravo enfrentan cada uno un cargo de soborno en este segundo juicio. La teoría de la fiscalía es que Bravo le pagó a Martínez los gastos para ir a ver la pelea de boxeo a cambio de que el legislador aprobara dos proyectos de ley que favorecían su empresa.

El juicio continúa hoy.