Carlos Hernández Cuevas quiere que se le haga justicia. Insiste en que lo mantuvieron encarcelado por tres meses siendo evidentemente inocente del delito de lavado de dinero conectado al narcotráfico que le imputaba el Negociado Federal de Investigaciones (FBI).

Aunque no logró prevalecer en la demanda por $13.1 millones que presentó contra dos agentes del FBI, Hernández Cuevas confía en que el Tribunal del Primer Circuito de Apelaciones de Boston le dará la razón: que a él lo privaron de su libertad sin la existencia de causa probable y que eso es una acción maliciosa.

Hernández Cuevas, un dominicano que figuró como delegado del equipo de atletismo de su país en las Olimpiadas de Grecia, se encontraba en la República Dominicana cuando lo “ubican” en Puerto Rico -en Isla Verde- participando del lavado de $300 mil.

Hernández Cuevas sostiene que los agentes William Taylor y Steven M. Martz le quisieron fabricar un caso; que ambos actuaron con la intención de hacerle daño y que se mantuvieron señalándolo como un delincuente cuando sabían que no lo era.

En entrevista con Primera Hora, el líder deportivo indicó que los agentes del FBI llevaron a cabo una identificación por foto que estuvo viciada. Esa identificación fue por teléfono y por correo electrónico transcurridos diez meses de los hechos. El que lo implica en la actividad criminal a través de las fotografías es un confidente del FBI de Colombia.

En lo único en que Hernández Cuevas se parecía al delincuente que estaban buscando era en el color de la piel y el lugar donde este vivía en Santurce para el 20 de julio de 2004.

Los agentes que participaron de la vigilancia de la transacción ilícita habían anotado en el informe oficial del FBI que la persona que buscaban medía 5 pies, siete pulgadas; era pesado y tenía más de 50 años.

Hernández Cuevas mide 5 pies, diez pulgadas; era delgado y tenía 39 años al momento de los hechos.

Él probó su inocencia posteriormente mediante los ponches de su pasaporte, los pases de abordaje de avión y sus credenciales deportivas, pero luego de que transitara por varias prisiones aquí y en los Estados Unidos.

Hernández Cuevas recalca que fue víctima de una persecución maliciosa, que nunca hubo razón para mantenerlo en la cárcel.

Fue arrestado aquí, en Puerto Rico, y la vista de remoción hacia los Estados Unidos –el caso estaba enmarcado en una investigación internacional antidrogas- fue sumamente acelerada.

En ese proceso hasta se puso en tela de juicio la veracidad de los ponches de su pasaporte.

La semana pasada, al desestimar su demanda, la jueza del Tribunal de Distrito Federal de Puerto Rico, Camille Vélez Rivé, expresó que los agentes federales no son “robots” y pueden equivocarse.

Según la jueza, Hernández Cuevas falló en probar los elementos de su causa de acción.

“No se presentó evidencia de que el despliegue de fotos fuese contaminado o arreglado por los agentes Martz y Taylor en conjunto con el confidente”, afirmó.

“Ellos (los agentes del FBI) no debieron dejar pasar esto... Ellos sabían que habían dos descripciones –la del delicuente y la suya- que no concordaban”, reaccionó Hernández Cuevas, quien hasta temió por su vida estando confinado.

En Oklahoma estuvo encarcelado brevemente con un hombre que se le imputaba ser un asesino en serie.

“La libertad no tiene precio. No hay millones que puedan pagar por todo lo que sufrí”, dijo el líder deportivo, quien vivió una verdadera tragedia siendo inocente.

Hernández Cuevas está esperanzado en que Boston le dé la razón porque cuando los agentes pidieron que se desestimara su demanda por inmunidad cualificada, esa corte les falló en contra.

Boston sostuvo que era plausible su reclamo por la forma en que se manejó la identificación mediante foto.

Hernández Cuevas le está agradecido a la comunidad dominicana residente en Puerto Rico por toda la ayuda que le brindó.

La comunidad le ayudó a conseguir ayuda legal privada mediante la cual pudo probar su inocencia.