San Germán. El silencio que imperaba ayer en la casa B-23 de la calle 2 en la urbanización Valle Verde contrastaba con los gritos que en la tarde del lunes algunos vecinos escucharon salir de ese lugar. 

La teniente Aida Irizarry Torres, de 50 años y quien fuera comandante auxiliar de la Policía adscrita al cuartel de Sabana Grande, fue sorprendida por su compañero, el maestro retirado Héctor Rosado Arroyo, al regresar a su hogar. 

Fue justo frente a su puerta donde el hombre le infligió casi 20 puñaladas que le costaron la vida.

La luz de la entrada de la casa aún estaba encendida... 

“Escuché unos gritos bien fuertes y uno de ellos fue más fuerte que los demás. Pero como estaba en el último cuarto de mi casa, no me dio con salir a mirar. Jamás pensé que sería ella”, manifestó una de las vecinas de Irizarry Díaz que no quiso identificarse. 

Belky Rivera, por su parte, siempre veía a Irizarry Torres cuando salía a trabajar en su uniforme blanco y azul. La describió como una buena vecina, amable y sonriente.

“El lunes llegué de hacer unas compras y me senté con mi hija a comer cuando escuché una ambulancia. Salí y vi el revolú de policías en casa de Aida. O sea, que cuando yo llegué, ya el cuerpo de ella estaba ahí tirado y no me di cuenta”, lamentó Rivera.

“Era una muchacha buena, de su casa. Lo único que hacía era trabajar. Es una pena muy grande”, sostuvo.

El agresor, según la secuencia de hechos que recoge la Policía, estacionó su auto retirado de la residencia y esperó hasta que llegó la víctima. La sorprendió y la atacó justo frente a su puerta. 

Luego de infligirle heridas en el abdomen, cuello y ambos brazos, Rosado Arroyo, de 48 años, también resultó con heridas profundas en sus manos. Las autoridades le llevaron al hospital La Concepción de San Germán donde todavía permanece. 

“Pienso que él la estaba acosando, porque el carro que se llevó la Policía yo lo había visto rondando por aquí. Pero nunca había escuchado ninguna pelea”, manifestó Janice Jusino, otra de las vecinas.

“Me puse mala de los nervios y no pude dormir por la impresión. Ella era bien servicial y muy amable. Vi crecer a su hija. Cierro los ojos y me parece estar viéndola”, dijo con pesar.

Milton Sáez, vecino contiguo de Irizarry Torres, por su parte, indicó que su esposa estaba en el hogar cuando escuchó los gritos de la víctima, pero no le dio tiempo de ver lo que sucedía. 

“Es algo que nos sorprendió a todos porque esta área es bien tranquila y yo nunca supe que ella tuviera problemas con nadie. Ni siquiera se escuchaba el radio en su casa. Era una buena vecina”, apuntó Sáez.

Se espera que Irizarry Torres, quien laboraba en la Policía de Puerto Rico desde 1994, sea ascendida póstumamente a capitana. 

En cuanto al presunto asesino, las autoridades esperan que se recupere de las heridas para enfrentar a la justicia.

El caso es investigado por la división de Homicidios de Mayagüez.

Sin querellas previas

Rosado Arroyo, el presunto asesino de Irizarry Díaz, permanece hospitalizado bajo custodia policial recuperándose de una cirugía. Las autoridades se aprestan a radicarle cargos criminales tan pronto sea dado de alta. 

Se informó que la pareja mantuvo una relación de un año y hace un mes se había separado, pero la teniente no había sometido una querella o solicitado una orden de protección contra su agresor. 

“No había querellas de antemano sobre violencia doméstica (de género)… llevaban un año de relación y se habían dejado hace un mes. La información que tengo es que es un maestro pensionado”, sostuvo el comisionado interino del Negociado de la Policía, Henry Escalera Rivera.

 A la teniente le sobreviven dos hijos, un universitario y una mujer de 26 años. 

La familia de la víctima ni la Policía no han divulgado detalles del sepelio.