Las paredes de su oficina lucen vacías, frías . Aún les faltan el calor y los detalles que caracterizan a su ocupante. Pero, ya comienza a percibirse su sentido del humor, la importancia y el amor que prodiga a su familia, su sentido de justicia y su repulsión ante cualquier asomo de impunidad.

El designado secretario de Justicia, Luis Sánchez Betances, luciendo su característico lazo, esta vez floreado, colocaba una foto en la pared. Era una imagen en la que aparece rodeado de sus hijos: Adrián,Omar y Sergio. Así estaba cuando lo interrumpimos.

¿Se pondrá una corbata?

¡No! Las corbatas son más caras. Se manchan con la comida, con las sopas, con las salsas, que a mí me encantan (sonríe), aparte de que me gustan los lacitos.

¿No siente gusanitos en el estómago con este cargo?

Siento gusanitos en el estómago y en el alma por la oportunidad que esto significa.

Es una silla caliente...

Es una silla caliente y es de mucha responsabilidad y una oportunidad enorme de contribuir y aportar.

Sánchez Betances, quien se describe como amante del mar, del campo, del golf, aficionado

al yatismo y al “humo” del cigarro, apuesta a que tendrá tiempo para divertirse dentro de sus nuevas funciones.

“Voy a hacer todo lo posible por divertirme... No puedes ser eficiente si estás cargado. Me encanta la playa, el campo comer fuera...”, confesó.

¿Y cuando le caiga un caso como el del niño Lorenzo y se entere de que dañaron la escena?

La clave de eso, y lo que me podría dar libertad, es poder juntar un excelente equipo de trabajo.

Entre las fotos que el secretario ha colocado en las paredes vacías hay una pequeña en la que conversa con el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Hay otra en un marco pequeñito de su esposa, Rosa “Rochi” Pagán .

“Llevamos 42 años de casados. Sin su apoyo incondicional, no estaría yo aquí”, dijo.

Son muchos...

Son más emocionalmente de lo que es la realidad. Cumplí 65 años. Nos casamos en diciembre de 1970. Han sido 42 años de subidas y bajadas. Tenemos tres hijos, producto del sistema Montessori.

Su esposa, psicóloga y educadora, dedica su vida a la enseñanza Montessori. Sánchez Betances recuerda exactamente el día que la conoció.

¿Le puso el ojo de inmediato?

La noté... a lo mejor ella no me lo puso a mí. Luego, nos presentaron en Palominito y...

¿Qué fue lo primero que le impresionó ?

(Se ríe) Su físico... Ella es una supermujer, extraordinaria, con una firmeza de carácter, una entereza y una verticalidad envidiable.

¿Ahí ganó puntos para cuánto tiempo?

“Un día, quizás”, respondió riéndose.

¿Usted es primo de Ramón Emeterio Betances? ¿Hay una vena revolucionaria o patriótica por ahí?

Bueno, la vena patriótica la hay, aunque no sea primo de Ramón Emeterio. El Betances mío viene de la República Dominicana y tengo entendido que la madre de Ramón Emeterio era dominicana. Es posible que tengamos el tronco familiar. No he hecho las gestiones para averiguar, para no enterarme que no soy.

¿Por la decepción anticipada?

Sí (se ríe). No sería decepción, pero me gustaría que parte de mi genética lo fuera.

¿Comparte el ideal antillano?

Soy antillano por definición. Esa filosofía antillana en aquella época del siglo 19, la Federación de Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, lo veo como una probabilidad y que si no lo es políticamente, lo es en la realidad. Los tres pueblos hermanos se han nutrido unos de otros.

Cuando el flamante secretario de Justicia relata anécdotas, se las disfruta como si las estuviese reviviendo.

“Una vez estábamos ayudando a un amigo buscándole apoyo para su candidatura a la presidencia del Colegio de Abogados y llamamos a un señor mayor. Cuando nos contestan el teléfono, digo: ¿Fulano? ‘No, fulano se murió hace años’”.

“Durante una campaña de Héctor Luis Acevedo, una persona me llamó aparte y me dijo: ‘Yo le tengo que decir esto: la oposición, son tan malos que van a decir en una emisora de radio que usted es dominicano’. Yo la miré y le dije: ‘Yo soy dominicano’. ¡Bendito! La pobre mujer, yo la aprecio, la vi desboronarse en ese momento porque ella entendió que era insultarme y no sabía que llevo con orgullo el ser dominicano”, relató.

Sánchez Betances es supersensible, al punto que mencionó a sus amigos y se le aguaron los ojos.

¿Qué le indigna?

La injusticia me indigna, el abuso, el atropello, la impunidad. Entre las cosas que uno puede hablar de cuando discrepa del pasado secretario de Justicia en alguna manera fue crear o permitir la impunidad y vi cómo se daba por exonerada una situación cuando, desde mi perspectiva, entendía todo lo contrario.

¿Usted va a ser un sastre jurídico?

(Entre risas) Imposible... Esa es la antítesis de lo que soy yo. En todo caso, lo contrario: el instrumentista en la orquesta que tocó desafinado”

Vuelve a reír.

“La consecuencia, en lo que a mí respecta, es que toque desafinado”, insistió.

¿De verdad va a seguir con el lacito?

No estoy recibiendo el dinero que recibía antes, y las corbatas son más caras. El lacito vale menos y lo consigues en especiales. Las corbatas son carísimas.

A muchos hombres no les gustan.

Puede que no les guste porque piensen que es difícil al principio. Yo lo hago con los ojos cerrados. Es una máxima. Es algo filosófico. A veces, cuando uno se enreda en el lazo, es un lío y yo digo: ‘A veces hay que cerrar los ojos para ver mejor’. En efecto, cierro los ojos y me hago el lazo mejor porque lo percibo con el tacto.

¿Nos muestra cómo se hace?

“Este no es el secretario de Justicia y aquellos que se sienten tímidos al hacerse un lazo, para complacer la petición de Primera Hora, se hace así”, dijo, sin empachos, deshaciendo su lazo.

¿Y cómo va a hacer el lazo a los criminales?

Va a ser más fuerte y más impenetrable. Va a estar compuesto por un buen equipo de justicia criminal: una policía adiestrada profesional que investiga, que produce la evidencia; un cuerpo de fiscales entrenado con la tecnología y ya la tenemos en camino; una serie de medidas tecnológicas espectaculares... Vamos a formar el lazo y vamos a lograr reducir el crimen en Puerto Rico y devolverle la paz y confianza a nuestra ciudadanía, con la ayuda de los ciudadanos que identificarán a los sospechosos.

Es una cadena, dijo, que va a atrapar al criminal.

“Las cadenas son tan fuertes como su eslabón más débil y, si uno de sus eslabones es débil y falla, la cadena no va a lograr apretar para llevar a esos criminales a su merecido”.