La decisión de presentar una demanda judicial para imputarle un patrón de hostigamiento sexual al hijo del Alcalde de Guaynabo la tomó con mucho temor.

Sin embargo, Inés María Jelú Iravedra, determinó que no tenía otra opción y considera que su acción debe servir de ejemplo para que otras mujeres den un paso al frente, pues asegura que no es la única víctima.

La abogada demandó a Héctor "Cano" O'Neill Rosa, hijo del alcalde Héctor O'Neill García, y al Municipio de Guaynabo por hostigamiento sexual en el Tribunal Federal, Sala de San Juan. En la demanda se reclama una compensación de $10 millones por daños y angustias mentales.

Jelú Iravedra presentó la demanda en marzo porque su patrono, en vez de medidas correctivas, tomó represalias en su contra, lo que, según asegura, la obligó a renunciar a su puesto en el gobierno municipal guaynabeño.

Su renuncia se produjo un día antes de someter la demanda, que está ante la consideración de la jueza presidenta del Tribunal Federal del Distrito de Puerto Rico, Aida M. Delgado Colón.

Pausada y un poco nerviosa, Jelú Iravedra relató a este medio que como activista y funcionaria de colegio del Partido Nuevo Progresista (PNP) un día se encontró en una actividad a la esposa del alcalde, Alba Alvelo, y le preguntó si habría empleo para ella en el Municipio. 

Indicó que Alvelo le sugirió pasar por la oficina de Recursos Humanos para ver si había alguna plaza disponible, y así lo hizo. Alegó que desde el primer mes de trabajo en el Municipio de Guaynabo comenzaron los acercamientos de O'Neill Rosa.

"Iba a mi oficina a saludarme, alegadamente, y se me acercaba. Me besaba en el cuello. Me apretaba, tocaba mis nalgas, mis senos. Se restregaba sus partes íntimas contra mi cuerpo", sostuvo la abogada, quien trabajó en la División Legal del Municipio de Guaynabo de 2012 al 2015.

La letrada de 36 años aseguró que nunca tuvo una relación con O’Neill Rosa, como éste alegó durante la investigación del caso a nivel administrativo.

Cuando se le preguntó qué hacía ante los acercamientos del hijo del alcalde, respondió que “lo empujaba fuerte y le decía que me dejara tranquila. No quería problemas en la oficina, que me dejara trabajar tranquila. Él iba constantemente, de repente aparecía hacer gestiones políticas. Me decía que yo le gustaba mucho, que lo ponía bellaco, que si no accedía (a sus avances) no iba a durar mucho en empleo porque iba a hablar con su papá”.

¿Y cómo se sentía cuando él hacía esto?

-“Sentía mucho miedo y asco, mucho temor. Lo empujaba fuerte y me iba del área. Sentía miedo y siento miedo aún”.

La madre soltera, quien tiene un hijo de 11 años, confesó que tenía muchos sentimientos encontrados porque quería darse a respetar, pero también necesitaba el trabajo, único sustento de su hogar. Explicó que temía que O'Neill Rosa se le apareciera en su casa, pues la llamaba y enviaba mensajes de texto a altas horas de la noche y de madrugada. Explicó que le llamaba diciéndole que quería verla, preguntaba si estaba en su hogar, cuestionaba por qué no le contestaba. La abogada aseguró tener récord de las llamadas.

Al ocurrir el primer encuentro no deseado, dijo se quejó verbalmente con su entonces supervisor, de apellido Hoyos, quien "lo que hizo fue burlarse”.

“Me dijo que la mayoría de las personas las llevaba allí el Alcalde o sus hijos y que si fuese mujer, estaría con uno de ellos", relató. Explicó que Hoyos a veces le decía que fuera al comité electoral a hacer gestiones en horario laboral, por lo que no iba, y luego O'Neill Rosa le enviaba mensaje diciéndole que la estaba esperando. 

En la demanda, sometida por su abogado José F. Quetglas, alega que Cano "seguía el ejemplo de su padre" porque "la política no escrita del Municipio es que era aceptable para el alcalde Héctor O'Neill García y su hijo O'Neill Rosa sostener relaciones sexuales con empleadas" y que así “tenían mejores condiciones de trabajo y promociones".

"Hay varias empleadas (que sostienen relaciones con el Alcalde y con su hijo). Más de cinco empleadas. Es un patrón. La mayoría de los empleados saben quiénes son, pero no se atreven hablar. Han ocurrido hasta incidentes, discusiones entre ellos en el mismo trabajo. Pero la gente no se atreve hablar", aseguró Jelú Iravedra en entrevista con este diario.

"Hay que tener mucha fortaleza, el apoyo de la familia. Estoy tratando de salir adelante. Pero al tomar el primer paso, comenzaron las represalias y tuve que dejar el empleo. Pero hay que luchar para que salga la verdad. Espero que esto sea un ejemplo para que vean que se puede", recalcó al reconocer que la situación la ha llevado a tener que recibir tratamiento psiquiátrico.

Renuncia no aceptada

Quetglas, por su parte, destacó que su representada presentó la carta de renuncia a su trabajo en el Municipio de Guaynabo a finales de marzo, pero que el Alcalde le envió una misiva para consignar que no aceptaba la dimisión. Explicó que recientemente su clienta recibió el cheque de su paga de nómina, pero asegura que será devuelto. La acción del Municipio, según el letrado, procura colocarla como que abandonó el empleo.

El licenciado Quetglas, quien ha atendido decenas de casos de hostigamiento sexual, destacó que desde el primer día que vio a Jelú Iravedra, supo que decía la verdad y no titubeó en asumir su representación legal. 

"Veo que está diciendo la verdad. Ella narra todos los sucesos y cuando la interroga (Miguel) Romero, relató exactamente lo mismo que me relató. Es difícil inventarse algo y repetirlo igual. Amerita credibilidad y veo que está afectada, que es un caso de hostigamiento sexual", expresó Quetglas, quien dijo además que las represalias que tomaron en su contra están documentadas y que corroboran que fue por ser víctima de hostigamiento sexual.

Indicó que Romero, actual aspirante a senador por el PNP, no le dio credibilidad a las denuncias de su cliente cuando presentó una querella ante la vicealcaldesa Aurialis Lozada. El precandidato a legislador presentó un informe “confidencial” pero su contenido fue conocido por empleados municipales y, según Quetglas, dio pie a que O’Neill Rosa demandara a Jelú Iravedra en el Tribunal de Primera Instancia de Guaynabo.

Antes de someter la demanda en el Tribunal Federal, Quetglas reconoció que se trató de negociar con el Municipio pero "no hicieron caso, cerraron la ventana". Subrayó que por lo que le han hecho a su clienta, "las circunstancias han cambiado", por lo que está listo para ver el caso en su fondo en un juicio por jurado.

Ya tanto el Municipio de Guaynabo como O'Neill Rosa fueron emplazados. Mientras, el juez del Tribunal de Guaynabo, Enrique A. Pérez Acosta, desestimó la demanda que se presentó en contra de Jelú Iravedra. El togado no encontró causa para la querella, luego de que Quetglas solicitara un traslado de la misma al Tribunal Federal.

"Se dicta sentencia decretando la desestimación del caso, sin perjuicio y sin imposición de costas, gastos ni honorarios de abogado. Nos reservamos expresamente jurisdicción para ordenar la reapertura de este caso, a solicitud de la parte interesada, en el supuesto de que le Tribunal Federal devuelva el caso al foro estatal o deniegue el traslado", lee la orden de Pérez Acosta, emitida el 12 de abril pasado.

Según Quetglas, en el Municipio de Guaynabo, “hay gente buena, pero tienen miedo. Me consta de gente que ha hecho gestiones, pero han tomado represalias en su contra y tienen miedo de perder su empleo. Pero deben tratar de no tener miedo, de exigir sus derechos y (que) se querellen porque esto las deteriora como personas”. 

“Yo quisiera que todo saliera bien para ser ejemplo para que otras mujeres que están en la misma situación den un paso al frente porque no son condiciones de trabajo aceptables... Yo quiero que se haga justicia", concluyó, por su parte, Jelú Iravedra.