Al momento de satisfacer sus necesidades sexuales, los reclusos del País se las ingenian con fotografías eróticas, muñecas inflables y, ¿vaginas de silicona?

Pues sí, así como lo lee. Sepa que hace unas semanas se le ocupó una vagina de silicón a un confinado del Campamento el Zarzal, en Río Grande, la misma institución carcelaria donde hace un año salieron a relucir unas fotos de unos reos tomando cervezas y disfrutando de una muñeca inflable.

En esta ocasión, el juguete sexual -catalogado como contrabando en la cárcel-, le fue ocupado a un recluso de mínima seguridad, según reveló a este diario el administrador de la página Candela Interagencial (antes Candela Correccional en Facebook).

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"Este tipo de juguetes sexuales es bien común en las cárceles… y la única forma de los confinados obtenerlos es a través de los mismos guardias corruptos", indicó una fuente a este diario.

Recientemente, la sexóloga Carmita Laboy explicó que este tipo de conducta de connotación sexual entre los confinados es una acción de "gratificación" como parte de una necesidad inherente del ser humano.

Indicó, además, que este tipo de incidente debe ser evaluado por el Gobierno de Puerto Rico para abordar el tema del derecho a la sexualidad que deben tener las personas a las que se les priva de la libertad, tras la comisión de algún delito.

"[…] el Gobierno de Puerto Rico nunca ha contemplado garantizar la satisfacción sexual a las personas a las que se priva de la libertad. Ésto a pesar de que la sexualidad es una necesidad inherente del ser humano y que debe ser atendida, como se atiende, por ejemplo, la salud de estas personas", destacó.