Un segundo joven que alega ser víctima de abuso sexual por parte del expastor Nelson Santiago Colón, relató hoy las instancias en las que el hombre lo llevaba en la guagua de la Iglesia Cristiana Peniel, en Santa Isabel, hasta su residencia en Ponce para cometer actos sexuales ilícitos.

En el segundo día de juicio contra el exreligioso acusado a nivel federal por transportar a tres menores de edad a su hogar para agredirlos sexualmente, declaró John Doe #2 –identificado así para proteger su identidad-, quien detalló dos momentos en las que ocurrieron los alegados actos en su contra en 2009 y 2011, cuando tenía 14 y 16 años, respectivamente.

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El adolescente de 19 años relató que cuando tenía 14 años, estaba “rebelde” y su madre le presentó al entonces pastor porque “ayudaba a los jóvenes, los aconsejaba”. Ese mismo fin de semana, Santiago Colón lo recogió a su casa a él y a su hermano y los llevó a su hogar, donde pasaron dos noches.

“Pensaba que me iba a aconsejar, a ayudar por mi rebeldía”, dijo John Doe #2 a preguntas del fiscal Marshal D. Morgan en la sala de la jueza presidenta del Tribunal Federal en Puerto Rico, Aida M. Delgado Colón.

Narró que en una ocasión, la esposa del hoy acusado, Santa Elena Rivera, estaba cocinando, y Santiago Colón le dijo que fuera a su habitación a ver la serie de televisión “Bones”. En un momento dado, declaró que Rivera se fue porque no compartían habitación y su hermano se fue a dormir al cuarto del hijo de la pareja, y el expastor le dijo: “Vas a dormir aquí conmigo”.

“Apaga la televisión, apaga las luces. Empieza hacerme cosquillas en la barriga, como un juego. Yo estaba riéndome. De momento, para de hacerme cosquillas y empezó a hacer movimientos sexuales, acostado encima de mí (frota sus manos, una encima de la otra). Empezó a rozar sus partes íntimas con mis partes íntimas. Después empieza a darme besos en el cuello, hasta llegar a los labios. Luego se detiene y se vira. Era mi primera vez y estaba en ‘shock’. En una dice: ‘No puedo volver hacerlo’, hablando solo. Se acostó a dormir y yo también”, expresó John Doe #2.

“Me sentía inquieto. No dormí bien, era la primera vez que me pasaba una situación así”, agregó.

La noche siguiente, según narró, el líder religioso volvió a hacerle cosquillas, pero en esta ocasión, comenzó a masturbarse mientras también tocaba el área genital del menor, al tiempo que le decía: “Dale, haz lo mismo”.

Al otro día, lo llevó junto con su hermano a su casa. El menor dijo que no le contó nada a nadie porque “me sentía raro, no sabía si me iban a creer porque era un líder de la iglesia, era un pastor, una persona con autoridad en la iglesia”.

Por un año, John Doe #2 siguió yendo a la iglesia, pero no fue hasta el 2011 cuando Santiago Colón fue un día a casa de su abuela a buscarlo para llevarlo a su residencia en la guagua de la iglesia.

“No había nadie. Me dice que me fuera a su cuarto y cerrara la puerta con seguro y se baja los pantalones”, indicó.

John Doe #2 indicó que el hombre volvió a masturbarse e incluso intentó que el menor le practicara sexo oral.

“En eso, alguien toca a la puerta y era su mamá. Él estaba como asustado. Ella empieza a mirar para todos lados, le pregunta algo que no recuerdo y luego se fue. Yo estaba en la cama sentado, asustado”, agregó el testigo, quien luego fue transportado por Santiago Colón a su hogar.

La primera vez que habló de lo ocurrido fue en casa de su tío, cuando sus primas comenzaron a hablar de una muchacha de la iglesia que había sido violada.

“Yo digo que hay pastores que se hacen pasar por pastores pero no lo son”, y en ese momento, su tía le escribe en un papel la letra “N” y le pregunta si se refiere a un pastor cuyo nombre empieza con esa letra, y él le contesta que sí.

Según indicó, su primo –identificado como John Doe #3 y quien se espera testifique más adelante- escuchó la conversación y destacó que también fue víctima del mismo pastor.

“Empezamos todos a llorar”, manifestó John Doe #2.

A preguntas de la abogada Yasmín Irizarry, de la Oficina del Defensor Público Federal, admitió que John Doe #1 es vecino de su tío, y en un momento hablaron de los hechos, pero no detalladamente. Señaló algunas contradicciones a su declaración jurada, como que no puso en la misma que Santiago Colón lo fue a buscar la primera vez. Al cuestionarle por qué no se fue el segundo día, respondió: “Estaba con miedo”.

Por la mañana, testificó la exesposa, quien llorosa y cabizbaja, lo primero que dijo fue que estaba decepcionada de los actos que se le acusan a Santiago Colón, y enumeró al menos nueve jovencitos que en un momento u otro se quedaban a dormir en su casa, uno de ellos hasta por aproximadamente dos años.

“Siento decepción de mi exesposo”, expresó Rivera llorando, evitando mirar al hombre de 48 años, de quien se divorció el año pasado.

Rivera declaró ante las seis mujeres y ocho hombres –dos de ellos suplentes- que componen el jurado que conoció a Santiago Colón a los 15 años cuando vivía en Tampa, y se casaron en 2002, cuando ella tenía 25 años. Él era 12 años mayor y ya era pastor de la Iglesia Cristiana Peniel, en Santa Isabel. Anteriormente estuvo en la misma iglesia en Ponce.

“En el principio, estaba enamorada de este hombre desde los 15 años. Creía en él, confiaba en él, lo admiraba. Nos casamos, era feliz con él, tuvimos un hijo juntos. Después, él se quejaba porque yo no sabía cocinar. Comenzó a quejarse porque gané peso por el embarazo. Me deprimí”, dijo Rivera, quien ahora tiene la custodia completa del niño, de 11 años, y viven en Estados Unidos.

“Él tenía estrés y responsabilidades con la iglesia y no nos iba bien económicamente. Yo estaba cansada, me quería ir, pero no podía porque había una iglesia que teníamos que atender. Me quería ir, y empezar de nuevo. Pero tenía miedo por si me quitaba a mi hijo, que me acusara de secuestro, y qué iban a pensar en la iglesia”, agregó.

A preguntas del fiscal, Rivera destacó que su esposo era “un pastor confiable que trabajaba mucho con los jóvenes, ya que era como su padre espiritual y les daba consejos”. De hecho, muchos iban a su casa a ver películas, jugar con su hijo y a recibir orientación por parte de Santiago Colón.

La mujer de 37 años dijo que de los nueve niños y adolescentes que iban frecuentemente a su residencia en Ponce a pernoctar, uno de ellos vivió casi dos años en su residencia por problemas familiares que tuvo. Entre ellos, mencionó a uno de los alegados perjudicados que testificó detalladamente en el primer día de juicio el abuso sexual al que fue sometido por aproximadamente cuatro años, cuando tenía entre 12 y 16 años. Sin embargo, Rivera dijo que recuerda que se quedó en su casa como una o dos veces.

Narró que se iban a la habitación a ver películas, que ella a veces iba a verlas con ellos pero que cuando se acababa, se iba a su cuarto.

“Mi casa era como un refugio para ellos”, expresó Rivera, quien en un momento dado dijo que no recordaba detalles porque había tratado de borrar de su mente esa época en su vida.

Rivera relató que dormía con Santiago Colón en la habitación principal de la residencia los primeros años de matrimonio, pero que cuando empezaron los problemas y “que él siempre estaba de mal humor”, se mudó al cuarto de huéspedes.

“A veces yo iba a buscar su amor, su atención, pero me decía que estaba cansado, y me iba a mi cuarto a dormir”, confesó Rivera, quien dijo que la última vez que tuvieron intimidad fue en 2006.

A preguntas de la abogada Yasmín Irizarry, de la Oficina del Defensor Público Federal, dijo que no se dio cuenta de lo que ocurría, que nunca vio nada impropio.

El juicio continúa mañana, viernes.