El juicio contra Alberto García Merced por cargos de agresión agravada contra su pareja Sherly Ann Goire Ávila, quien se encuentra cuadripléjica, continuó hoy en la sala de la jueza Janette Perea López, del Tribunal de Bayamón, con el testimonio de una de los paramédicos que atendió la llamada de emergencia el 4 de junio del 2017, y que aceptó que no se siguió con el protocolo de notificar la Policía en casos de violencia de género.

Itamar Resto Aulet, de 27 años, quien laboraba como paramédico del Municipio de Guaynabo testificó que cuando llegó con su colega Josué Santana a la residencia de la pareja en el barrio Guaraguao fueron recibidos por un hombre, al que no pudo identificar, que les indicó que subieran al segundo nivel.

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Ambos entraron al baño de una habitación donde encontró a la paciente sobre el piso “como postrada encima de Alberto”.

“Le pregunto qué pasó y Alberto dice que se cayó, ella grita: dile la verdad que me cogiste por el cuello”, narró la paramédico, quien luego de ese caso ya no ejerce esa profesión y vive fuera del País. 

Agregó que le dijo a Sherly Ann que su compañero no era un policía que solo querían saber qué le había sucedido para darle el tratamiento adecuado. También observó que cuando estaba en el piso no tenía movimiento en las extremidades inferiores y muy poco en los brazos.

Luego de su inmovilización cérvico espinal, le colocaron un collar cervical y la acomodaron en una tabla especial para su traslado a la planta baja -junto a dos miembros de la Unidad de Rescate del Municipio a quienes identificó como Ernesto Torres y Juan Reyes- para montarla en la ambulancia.

Resto Aulet afirmó que cuando se encontraba en la ambulancia Sherly Ann le preguntó por su esposo y ella le dijo que estaba en el asiento del pasajero.

“¿Tú quieres que él venga?, le cuestionó, y ella le dijo que sí, razón por la cual él la acompañó hasta el Hospital Regional de Bayamón.

En ese momento él tuvo que firmar porque ya la paciente no podía mover casi sus manos, agregó la testigo.

Varias horas después, también fue ella quien la transportó hasta el Centro Médico de Río Piedras, describiéndola como alerta. En la Hoja de Traslado de Paciente, en el recuadro de signos o síntomas ella escribió en su puño y letra que: “su pareja la tomó por el cuello con una llave…indica que no puede moverse”.

Cuando el fiscal Juan Ayala le increpó porqué había agregado el detalle de la llave, respondió que en la ambulancia le preguntaron de nuevo a Sherly Ann ¿qué le había sucedido? y ella les dijo que “él me hizo como una llave”.

Durante el interrogatorio del abogado de defensa Antonio Figueroa quien junto a la abogada Paulette Lartigau representan a García Merced, trajo a colación que en el segundo formulario de traslado que ella firmó el encasillado titulado Traumas presentados estaba escrito con dos tipos de letra ya que en la parte donde narraba lo que le declaró la paciente.

La testigo muy nerviosa respondió que no cambio el bolígrafo, sino que acostumbra a escribir en cursivo cuando tenía prisa y separado en este caso porque no tenía suficiente espacio.

Luego, Figueroa le inquirió por qué no le dio importancia en términos de seguridad a sus expresiones anteriores y le permitió a García Merced que la acompañara en la ambulancia.

“Yo le pregunté bajito si ella quería (que la acompañara) y me dijo que sí”, aclaró la testigo, que no pudo recordar en qué momento del trayecto fue que ella le indicó que no quería radicarle cargos a su pareja.

¿Usted no llamó a la Policía?, insistió el abogado y la paramédico respondió que no (siguió con el protocolo).

Goire Ávila relató al inicio del juicio que en medio de una discusión por celos con su expareja Alberto García Merced, el altercado se salió de control, que ella lo golpeó por alrededor de dos minutos y que culminó en un suceso violento en el que su área cervical sufrió una fractura que la dejó cuadripléjica y con solo un cuatro por ciento de posibilidades de que vuelva a caminar.

A su salida de sala el abogado dijo que testimonio no fue de valor ni trajo ninguna prueba importante solo que reafirmó que su cliente le hizo una llave a la víctima, la cual calificó como “defensiva” para detener la serie de cantazos que recibió.

“La prueba fue totalmente impugnada, fue un testimonio totalmente impertinente… ¿Entonces si hubiese sido una agresión ¿cómo los protocolos no se activaron? Porque no ocurrió nada porque todos comprendieron que había sido una situación que la provocó ella misma, que ella ya admitió que lo golpeo por dos minutos”, sostuvo el abogado.

“Sherly Ann, en estos momentos, este asunto del juicio la ha puesto nerviosa, ansiosa ha estado triste ha estado con decaimiento. Todo su estado anímico puede afectar su sistema de salud porque tiene muchas condiciones además de su condición de cuadripléjica”, sostuvo por su parte Irma Ávila, madre de la víctima, quien agregó que “estamos esperando que brille la justicia”.

Mañana prosigue el juicio por derecho con el testimonio del neurocirujano Emil Pastrana Ramírez, quien tuvo a cargo la operación de Sherly Ann.