Entre el miedo, la insolidaridad y la pena...

Hay  múltiples factores que podrían explicar la  conducta errática de atropellar a una persona, dejarla tirada en la calle e irse a la huida, pero todas estas acciones -a juicio de expertos de la conducta humana-, pueden estar matizadas por el miedo.

El criminólogo Gary Gutiérrez comentó que no existe una sola razón que pueda explicar esa huida, incluyendo el que las penalidades sean tan altas, que el proceso sea justo  y hasta el temor a que se le trate en los medios como un criminal.

“En un estado tan altamente represivo como el nuestro, donde las penas son tan altas, el pobre va a entender que si no tienen acceso a un buen abogado, no se te van a garantizar los derechos. El rico, por lo contrario puede pensar que  está por encima de la ley”, observó.

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“Tienes a  esta persona que de repente está en su vida diaria, envuelta con sus problemas. Viene este incidente  y necesitamos un culpable que pague y sirva de chivo expiatorio  y en ese sentido , eso crea una presión mayor, si no tuvo intención criminal y fue un accidente”, dijo el profesor de Justicia Criminal.

“Por otro lado, vivimos en una sociedad altamente egocentrista, centrada en el yo. Todo lo demás, no tiene importancia. Pero no se puede señalar una sola razón. Todos los factores están matizados por el miedo. Es el miedo a que se le criminalice  por la acción”, recalcó.

No necesariamente tiene que ver el por ciento de alcohol

De acuerdo al criminólogo, las leyes que establecen el límite de velocidad y de alcohol en la sangre son leyes que imponen unos parámetros arbitrarios en el sentido de que con cierto por ciento de alcohol en la sangre no puedes tomar decisiones.

Agregó que es como tirar una línea y decir que con 10 por ciento de alcohol todo el mundo está intoxicado.

“No es justo porque  todo el mundo tiene diferentes metabolismos”, dijo.

“La persona debe ser responsable por el daño que le hagas a otra persona, estés o no estés embriagado. Lo que debiera ser penable es el daño que le haces a otra persona”, recalcó.

Al plantearle a Gutiérrez  que la pena, si se da positivo a alcohol es de ocho años, comentó que hay otros estados, en este caso emocionales que pudieran provocar el mismo tipo de accidente.

“La  adolescente que tuvo una discusión con sus padres, no tomaba alcohol, pero se monta en el carro. No está en control de su ser y atropella a otra persona. Eso debe ser un agravante. Es muy sencillo penalizar por el alcohol porque lo que se quiere controlar es el consumo del alcohol”, dijo refiriéndose a que se piensa en alcohol cuando se habla de una persona “fuera de su control mental”.

Pero, el hecho de darse a la fuga, planteamos.

“Eso debe ser un agravante. Hay un claro menosprecio a la  vida  de otra persona. Es independiente de que estés borracho”, acotó.

Reflejo de la insolidaridad en nuestro país

El sicólogo clínico, Ramón Soto, por su parte,  dijo mirándolo de forma sencilla, que en ese tipo de conducta de irse a la fuga  va a estar operando el miedo.

“Claro que va a estar el miedo  y sería muy fácil decir que es una persona inescrupulosa y que caiga  todo el peso sobre ella. Esa es la lectura fácil, pero creo que eso que sucede es un reflejo de la insolidaridad que vivimos en nuestro país, porque cada vez más la forma como vivimos es  para pensar en nosotros mismos y no en los demás. Eso viene provocado por una práctica social  que va desde la forma que trabajamos hasta la forma como vivimos”, puntualizó.

Nuestro modelo social, agregó,  nos lleva a que pensemos en nosotros y no en el otro.

“Es un reflejo. Piensa más en las consecuencias que tendría su acción sobre ella, sobre lo que tendría en otra persona. Seguro que es una buena persona, que fue un accidente .Son cosas que pasan por accidente, pero  simplemente, me van a tratar como una persona vil porque toda la responsabilidad social cae sobre los individuos”, ilustró.

En tanto, el sicólogo, José Gandía, expresó que cuando los seres humanos experimentamos miedo una de las reacciones comunes ante el miedo es mentir.

“ Es la mentira. Quizás el salir de la escena es mentirse a sí mismo. Es de que  esto nunca pasó. Yo nunca estuve ahí. Mentirse a sí mismo. Es una reacción humana ante el miedo”, expuso.

Llamó la atención a que llevamos ya varios de estos eventos y que lo que  le asusta es que es un patrón  que tiene unos significados que hay que explorar detalladamente.

Lección de miedo

Gandía comentó que ya es tiempo que nos demos cuenta que cuando tomamos decisiones son emocionales.

“Nuestras decisiones están atravesadas por nuestras emociones. En esa medida, quizás amerita que nuestra cultura, nuestra sociedad reflexione en torno a cuáles son los criterios al tomar decisiones, como montarse en un carro, perturbado o irse a la fuga tras arrollar a alguien”, apuntó.

En ninguno de los dos eventos hay racionalidad, acotó.

También es bueno que entendamos, agregó,  que esto es una lección del  miedo.

“El miedo, no es algo que  no es mío. El miedo es natural. Nosotros vivimos con el miedo. Le tenemos miedo a todo, a la Policía, a los maestros, a los padres, a la gente que nos viene a visitar. ¿Qué le pasó a esta muchacha? Tuvo un encuentro, de frente con el miedo y es el miedo que sobrepasa el nivel normal de manejo del miedo y se fue a la fuga con una acción insolidaria, porque el miedo puede más que la solidaridad”, dramatizó el sicólogo.

Un dato importante, agregó,  es que tenemos miedo a amar y el acto de quedarse al lado de la víctima es un  acto de amar.

“Pero tenemos miedo a amar por la responsabilidad que supone. El miedo nos los  colocan en nuestra cabeza, porque el miedo vende”, dijo Gandía.