Un secuestro o una restricción de la libertad, sea por desconocidos o por un familiar, es un evento que nadie quisiera vivir.

Generalmente impera el miedo por que la persona que se apodera o restringe los movimientos de otra, puede atacar a su víctima física o emocionalmente.

Ayer se informó de un neurosiquiatra que supuestamente secuestró a sus hijos de 19 y 21 años. Aunque había pocos detalles de las circunstancias, al momento en que se supo de una llamada de auxilio por parte de uno de los hijos, se activó el protocolo de la Policía, que incluye la movilización de agentes especializados en estas situaciones de alta tensión.

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Al final ni los hijos estaban interesados en seguir el caso, ni las autoridades encontraron elementos para radicarle cargos al médico.

Pero, como se trata de una situación que pocas veces ocurre, nunca está de más repasar los conceptos básicos de cómo actuar en este tipo de situaciones.

Según Johnny Acevedo, director de la División de Robos a Bancos, lo importante es tratar de mantener el control. Los nervios pueden traicionar a cualquiera pero lo indispensable es estar tranquilo y hacer lo posible por controlar las emociones.

En caso de un secuestro, la persona que le está coartando la libertad le va a indicar ciertas cosas que quiere que usted haga. La Policía recomienda que lo obedezca.

“Sí, las va a tener que hacer para no poner en peligro la vida de la persona y la de los demás. Es para tartar de evitar los riesgos”, afirmó. 

La segunda recomendación es tratar de hablar con el secuestrador y convencerlo de que lo que está haciendo no es lo correcto. Preferiblemente hay que usar un tono de voz que no sea amenazante.

Además debe intentar recordar cada detalle del secuestrador, marcas, cicatrices o cualquier rasgo que después ayude a las autoridades a identificar a la persona.

En medio de la situación debe hacer lo posible por contactar a la Policía.

“En caso de que logre usted comunicarse no se extienda en explicaciones. Vaya al grano y trate de dejar saber dónde puede estar”, recomendó Acevedo.

Si se trata de una restricción a la libertad también debe tratar de convencer a la persona de que la libere.

En ambos casos es bien difícil preveer que una persona hará algo así, aunque se entiende que un secuestrador ya planificó su plan de acción, mientras que una persona que restringe la libertad no siempre planifica su acción.

De todos modos, se debe evitar tomar las mismas rutas para ir a su casa y los lugares con poca iluminación. Eso podría desalentar a una persona que lo esté vigilando para secuestrarlo.

Siempre es aconsejable dejarle saber a algún familiar o amigo a dónde irá o si piensa reunirse con alguien que no conoce bien para que las autoridades tengan un punto de partida de dónde comenzar a buscarlo.

Actualmente el 90% de las restricciones a la libertad se cometen contra mujeres, dijo el teniente.

Una vez se ha resuelto el evento, la víctima debe recibir algún tipo de ayuda sicológica para poder bregar con las secuelas del encierro.