Cabizbaja, Aida de los Santos escuchó hoy el testimonio de Katherine Romero Encarnación, la nieta que ayudó a criar y a quien no veía desde hace varios meses.

Luego, cuando la joven de 19 años iba a abandonar la sala 1105 del Tribunal de San Juan, la empleada doméstica acusada de matar a su jefa Georgina Ortiz Ortiz abrazó a su nieta cuando le pasó por el lado.

Llorosa en su silla de ruedas, gritó "te amo".

Entonces ambas mujeres irrumpieron en un sollozo con sentimiento, mientras Romero Encarnación abandonaba el salón de sesiones.

Poco después del incidente, el jurado abandonó la sala para su merienda y la jueza Eloína Torres Cancel regañó a De los Santos, de 58 años.

Molesta, la magistrada indicó a la acusada que había alterado el orden en sala y que de repetir esta conducta se entendería que renunciaba a su derecho a estar presente en el salón de sesiones durante el juicio en su contra.

También instruyó a los abogados de la defensa a controlar las reacciones de su clienta.

Ahogada en llanto, De los Santos soltó: "Lo siento su señoría. No me pude controlar".

Inmediatamente el abogado Juan Nevárez García pidió disculpas a la magistrada.

Esta misma semana se suscitó una situación parecida en sala cuando declaró Lida Isis Egele Irizarry, nieta del exjuez Carlos Irizarry Yunqué, esposo de la víctima. Al concluir su testimonio, la mujer se abrazó a la hermana y sobrina de la víctima frente al jurado y ante la jueza. Contrario a hoy, ese gesto espontáneo no generó controversia, ni un regaño de la jueza.

Después del incidente, De los Santos regresó al salón de sesiones con los ojos rojos. Los alguaciles también ubicaron su silla de ruedas en otro lugar de la sala.

Desde que inició el proceso, la acusada, quien se encuentra en silla de ruedas debido a una operación de la rodilla, era ubicada a la izquierda de sus abogados y en el pasillo por donde entran y salen los testigos. Ahora se encuentra a la derecha de sus abogados y alejada del pasillo.

Además, cuando entró el jurado, compuesto mayormente por mujeres, la jueza Torres Cancel les instruyó a no tomar en cuenta las expresiones de emoción a la hora de determinar la culpabilidad o la no culpabilidad de la acusada.

Enfatizó al jurado que no podía dejarse llevar por sentimientos de simpatía o de piedad hacia la acusada o los testigos y que su deber era alcanzar una determinación solo a base de la evidencia presentada.