La jefa de la fiscalía federal en Puerto Rico, la fiscal Rosa Emilia Rodríguez Vélez, defendió ayer en la tarde las acciones tomadas con el exespecialista de inteligencia Francisco J. Reyes Caparrós, quien lleva un caso por haber sido objeto de un presunto patrón de represalias y hostigamiento en su ambiente laboral, mientras trabajaba para la oficina local de la fiscalía federal.

Rodríguez Vélez fue confrontada sobre las acciones disciplinarias y restrictivas tomadas contra Reyes. En al menos dos incidentes, acciones llevadas a cabo por Reyes lucían merecedoras de sanciones. En otros, incidentes, sin embargo, no quedó claro por qué era cuestionado y Rodríguez incluso declaró desconocer asuntos importantes relacionados a los incidentes. En un evento en particular, relacionado con la intención del demandante de hacer un viaje a Rusia que el FBI asoció a posible espionaje, la fiscal Rodriguez achacó todo a exigencias que le había impuesto el FBI en contra de Reyes.

Rodríguez admitió que eligió a Reyes para ocupar el puesto de especialista de inteligencia en la oficina local de la fiscalía federal tras ver sus credenciales y considerarlo idóneo para el puesto, que estuvo vacante por varios años, desde su creación después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, hasta el 2009, cuando lo ocupó Reyes.

Describió que el especialista de inteligencia trabaja como enlace con el FBI y otras agencias en temas de inteligencia y antiterrorismo, y que goza de permisos y acceso a información del más alto nivel de seguridad. Reconoció que, “gracias a Dios” desde el 2009 al presente su oficina no ha tenido que llevar un solo caso de terrorismo, aunque aseguró que sí ha habido varias investigaciones al respecto.

Rodríguez relató que en el caso de Puerto Rico, el especialista de inteligencia se ocupa además de asuntos de seguridad. De hecho, Reyes era el segundo al mando de la seguridad en la oficina.

Como parte de sus labores de seguridad, Reyes solicitó chalecos antibalas como protección adicional para dos fiscales por posibles amenazas de muertes. Rodríguez desaprobó la acción argumentando que tales decisiones se tomaban en equipo y que algo así no se había visto en la oficina. Aclaró que existen otras medidas de seguridad como proveer escoltas o guardaespaldas por un tiempo.

La fiscal Rodríguez agregó que la amenaza, levantada por la exfiscal Idalia Mestey luego de que sonaran explosiones cerca de ella mientras paseaba sus perros, no fue considerada creíble y se determinó posteriormente que fueron fuegos artificiales. Desde Washington, no obstante, enviaron los chalecos antibalas, uno para Mestey que no recibió, y el otro para el fiscal José Capó que llegó a recibir.

Francisco Reyes, demandante. (gerald.lopez@gfrmedia.com)
Francisco Reyes, demandante. (gerald.lopez@gfrmedia.com)

Pero a preguntas de la abogada del demandante Bamily López, la jefa de fiscales dijo desconocer que el testigo principal del caso que llevaban Mestey y Capó era un policía que fue asesinado de 16 balazos. Tampoco sabía que la hermana de otra fiscal involucrada en el caso había sido asesinada y se creía que tenía relación con el caso. Ni tenía conocimiento de que los criminales tenían una lista de personas relacionadas con el caso.

“¿Y si no sabía nada de eso, cómo determinaron que la amenaza (reportada por Mestey) no era creíble?”, cuestionó la abogada López.

Rodríguez tampoco pudo dar respuesta a por qué Capó sí había recibido el chaleco y Mestey no. Mestey eventualmente renunció a su trabajo en la fiscalía, luego de someter una querella por discrimen.

Rodríguez dijo que ordenó a Reyes recoger los dos chalecos, pero reconoció que no hizo nada por verificar si se cumplió su directiva.

La abogada le preguntó a Rodríguez sobre la investigación del FBI contra Reyes luego que expresara su interés de participar en un viaje a Rusia con gastos pagos. Por ese suceso, Reyes fue removido de sus funciones por más de un año hasta su eventual renuncia.

Rodríguez explicó que el FBI tuvo sospechas de que agentes rusos, incluyendo una persona que ellos identificaban como espía, usaban estos viajes para atraer a jóvenes profesionales y reclutarlos o chantajearlos luego de hospedarlos en hoteles de lujo y exponerlos a jóvenes prostitutas menores de edad. Agregó que el FBI dijo que había comenzado una investigación y ordenó cerrar la oficina de Reyes, ocupar sus equipos y que evitara el contacto con él.

Reyes recibió la invitación del viaje a Rusia a través de un amigo de la infancia que trabajaba como asesor del entonces gobernador Luis Fortuño, y que estaba casado con la cónsul de Rusia.

Rodríguez insistió en catalogar el interés de Reyes en el viaje como algo “irresponsable y de pobre juicio”, y afirmó que tenía intención de viajar, a pesar que documentos mostrados por la abogada del demandante apuntaban a que Reyes hizo gestiones para pedir permiso. De hecho, una comunicación enviada por el responsable de seguridad en Washington aclaraba que “es perfectamente legal” viajar al extranjero, incluyendo Rusia, siempre que se complete el formulario para tales fines.

Reyes no hizo el viaje a Rusia. Ni siquiera llegó a pedir licencia para hacerlo, pero según Rodríguez fue “porque la oportunidad no se presentó porque había la investigación”.

El asunto fue referido a la Oficina del Inspector General, que determinó poco después que Reyes no había cometido ningún acto criminal, aunque si algunas violaciones de protocolo relacionadas con la política de viajes y el uso de equipo de la oficina para contactar a personas relacionadas con el viaje. La investigación del FBI, en cambio se prolongó por unos dos años, y finalmente tampoco encontró conducta criminal.

Rodríguez afirmó que preguntaba regularmente al FBI sobre la investigación para poder reponer a Reyes en su puesto. Reconoció, no obstante, que nunca pidió una reunión formal con el FBI para atender el tema. Reyes fue asignado a otras labores y terminó trabajando con asuntos relacionados a la oficina del Seguro Social, en otro edificio.

Los abogados de la fiscalía federal, Jason Weida, llevó a la fiscal Rodríguez a recordar un incidente por el que Reyes resultó sancionado.

Se trató de que usó de una foto modificada con Photoshop de un guardia de seguridad con una leyenda considerada de mal gusto y que hacía referencia a una alegada tendencia homosexual. “Se determinó que fue una conducta indebida, inaceptable”, dijo Rodríguez.

Antes del testimonio de Rodríguez, en el final de las declaraciones de María Domínguez, exfiscal ya retirada pero que para el momento de los hechos era la segunda al mando en la oficina local de la fiscalía federal, además del incidente con la foto salió a relucir otro episodio por el que Reyes también fue sancionado.

Este otro suceso estuvo relacionado con un “chisme” que estuvieron averiguando Reyes y la fiscal Carmen Márquez, y que tenía que ver con lo que Domínguez describió como “acusaciones falsas y maliciosas” que le imputaban a dos fiscales un uso cuestionable de un apartamento que ella alquiló durante un periodo de tiempo mientras se desarrollaba un caso de alto perfil en el tribunal federal de San Juan. Por esta situación, Márquez recibió una amonestación que no fue a su expediente, mientras que Reyes recibió una amonestación más severa, como parte de la política de aplicación de disciplina progresiva.

Al cierre de la jornada, Rodríguez defendió el trato dado a Reyes en la fiscalía, y aseguró que a pesar de la investigación del FBI y las prohibiciones en su contra, así como los incidentes por los que había sido sancionado, nunca se consideró sacarlo de la oficina.

“Mientras todo esto ocurría, lo tratamos bien, de dimos promociones, se le mantuvo el salario, se le asignó un caso de fraude de discapacidades que ha sido de los más importantes en Puerto Rico, se le asignó ser paralegal que es un puesto bueno e importante. Quisimos darle un trabajo en algo para lo que estaba preparado, le dimos la labor de estadísticas (de la iniciativa de armas) y de paralegal”, afirmó Rodríguez. “Su separación del puesto siempre se pensó como temporal. Pero no pensé que la investigación (del FBI) tardaría tanto. Tardó dos años, tardó muchísimo. Pero no era una investigación mía, era del FBI”, justificó.

Hoy se espera continúe el testimonio de la jefa de la fiscalía federal y más adelante estaría testificando el demandante.