Kelvin Salas Román, acusado por extorsionar a unos hermanos amenazándolos con lastimar a sus padres si no le pagaban $800, hizo este martes alegación de culpabilidad a cambio de una pena recomendada de entre ocho y 14 meses de cárcel.

El hoy convicto fue arrestado el 11 de agosto pasado por agentes del Negociado Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) justo cuando fue a encontrarse con una de sus víctimas para recoger el dinero.

Salas Román se declaró culpable ante la magistrada Silvia Carreño Coll, luego de que su abogada Joannie Plaza, de la Oficina del Defensor Público federal, llegara a un acuerdo con el fiscal Víctor O. Acevedo. No se fijó fecha para la lectura de sentencia, que será ante la jueza presidenta del Tribunal Federal del Distrito de Puerto Rico, Aida M. Delgado Colón.

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A pesar de que cuando se le arrestó se le fijó una fianza no asegurada de $5,000, que no tuvo que prestar, el 3 de noviembre fue detenido y desde entonces permanece en el Centro de Detención Metropolitano (MDC, por sus siglas en inglés), en Guaynabo, luego de que se le revocara la misma por múltiples infracciones.

La oficial probatoria de Salas Román detalló -al menos- una decena de violaciones a las condiciones de fianza, entre estas que llegaba más tarde a su hogar de la hora establecida o salía del perímetro que cubre el grillete electrónico, y aceptó que fumó marihuana en un momento dado. La oficial indicó que lo amonestó verbalmente, pero que él le ripostaba que se le olvidaba el horario o pedir permiso, que perdía la noción del tiempo, que necesitaba estar libre y que necesitaba trabajar.

El joven de 27 años fue acusado por tentativa de extorsión y tentativa de infracción a la ley Hobbs, que se refiere a violaciones por interferir con el comercio interestatal mediante violencia, extorsión y/o amenazas.

De ir a juicio, se exponía a una pena máxima de 20 años por violación a la Ley Hobbs. Mientras, por usar un medio de comunicación con conexiones del comercio interestatal, se exponía a cinco años de cárcel.

Según la pesquisa, un individuo llamó por teléfono a una señora el pasado 10 de agosto y se identificó como un “viejo amigo” de sus hijos. Le indicó que quería comunicarse nuevamente con ellos y la mujer le reveló sus números telefónicos

Poco después, un hijo de la fémina, identificado como víctima número dos, comenzó a recibir llamadas telefónicas amenazantes desde el mismo número que llamó a su madre, (939) 238-8207. En las comunicaciones, le decían que miembros de una ganga estaban moviéndose por la calle donde viven sus padres. 

La víctima número dos alegó que su padre llamó a la Policía para reportar la actividad sospechosa, y acto seguido agentes estatales arrestaron a unos sospechosos y les ocuparon un arma de fuego no registrada. 

Luego, el sujeto, en otra llamada telefónica, le manifestó que tenían que pagarle $800 por el arma ocupada, de lo contrario, lastimaría a su familia. La víctima número dos se negó a pagar.

Más tarde, su hermano, identificado como víctima número uno, comenzó a recibir llamadas y mensajes de texto amenazantes desde el mismo número telefónico. Quien lo llamó se identificó como Cheo y le contó la misma historia expresada a su hermano.

La víctima número 1 grabó una de las conversaciones y contactó al FBI. Al día siguiente, fue transportado a las oficinas de la agencia federal para recibir apoyo e instrucciones de los agentes. 

Entonces, acordaron que Cheo enviaría a un “asociado” a recoger el dinero y pautaron encontrarse esa tarde en un restaurante en Cataño. Allí fueron cinco agentes federales y 10 se quedaron afuera.

A las 3:25 p.m., llegó al restaurante Salas Román en un carro Ford Escort, mientras hablaba por teléfono. Al entrar al lugar, fue directamente hacia la víctima número 1.

El perjudicado le dijo: “No jodas más con mi familia. Esta pendejá se termina ahora”. Salas Román le contestó: “No van a lastimar a tu familia y no le van a molestar más... palabra de hombre”. Entonces le dijo a la persona con la que hablaba por teléfono que no los lastimara porque le estaba pagando los $800. Luego, al salir del restaurante, Salas Román fue detenido por los agentes.

Durante la entrevista que le hicieron en las oficinas del FBI en Guaynabo, el imputado indicó que estaba trabajando con unos presos para obtener dinero. Señaló que trabajaba con su primo, apodado Chapo, que está preso en la cárcel estatal. En el pliego acusatorio, se acusó a una segunda persona, pero como anónimo porque se desconoce el nombre.