Manuel Natal Bracetti pasará 24 años y cuatro meses en prisión por tráfico sexual de menores, luego de agredir sexualmente a su nieta y la embarazó en dos ocasiones, cuando apenas tenía 12 y 14 años de edad.

El juez federal José A. Fusté le impuso la pena máxima que establecían las guías de sentencia. El acuerdo al que habían llegado las partes era de entre 15 y 27 años de cárcel.

“Culturalmente, por lo que he visto, los abuelos están dispuestos a hacer por sus nietos lo que no hicieron por sus hijos. Que los hijos de tus hijos sean mejores seres humanos y mejores ciudadanos… Él embarazó a su nieta a los 12 años y a los 14 años lo hizo de nuevo. Esta joven tiene dos hijos cuyo padre es su abuelo. No sé cómo lidiar con eso, mentalmente y socialmente. Es bien difícil comprenderlo. Es un caso difícil”, planteó el juez previo a emitir la sentencia, que incluye cinco años de libertad supervisada y registrarse en el Registro de Ofensores Sexuales.

“La persona que hizo esto, puede hacerlo de nuevo. Imagine a este hombre en su ambiente familiar de nuevo. No quiero ni pensarlo”, agregó el juez.

La madre de la joven víctima en este caso se expresó ante el tribunal y ante su padre, quien es apoyado por su esposa, Aida Luz Olique, y que estaba sentada en el último banco de la sala junto con otra de sus hijas.

“Dios nos da como primer mandamiento honrar a tu padre y a tu madre. Cuando era niña, disfruté todas las cosas lindas que mi padre me dio. Era mi luz y mi guía”, expresó llorosa y con mucha dificultada al hablar la hija del hoy convicto, quien también comenzó a llorar al escuchar a su hija.

“Hoy me cuesta creer que la persona que me dio la vida, que me vio crecer, que admiraba y respetaba y en quien confiaba, pudiera hacer un acto tan atroz. Abusar de la inocencia de mi tierno retoño y embarazarla dos veces. Es una situación dolorosa, horrorosa y destructiva”, manifestó la madre de la perjudicada, quien agregó que cuando ella tenía siete años, su padre “metió a otra mujer a vivir con nosotros por casi 20 años”, compartiendo la habitación con su esposa.

La madre destacó que cuando su hija le admitió que los bebés que engendró eran de su abuelo, fue a las autoridades y, como consecuencia, el Departamento de la Familia le removió a sus hijos de su hogar, incluyendo a la víctima, por casi dos años.

“Mi hija, en dos ocasiones, tuvo que ser recluida por atentar contra su vida. Se ha deteriorado. Fueron dos largos años de ansiedad, esperando los resultados (de ADN) que confirmaron sin duda lo que había sucedido. Fue un proceso tedioso y lleno de dificultades en la esfera estatal. Gracias a la esfera federal, hoy puedo tener tranquilidad”, mencionó, refiriéndose al caso criminal en contra de Natal Bracetti en el Tribunal de Caguas por estos mismos hechos.

Añadió que esta situación ha deteriorado y separado a la familia, y que la han juzgado por ir a las autoridades. Destacó que sus hermanos y su propia madre le dieron la espalda, pero “no han pasado por lo que pasó mi hija con mi padre”.

“Hoy tengo que decirles que mi responsable actuación alcanzó el propósito de hacer justicia”, indicó.

“A ti, padre, te digo que no es fácil perdonar a alguien que destruye y sin importarle las consecuencias de sus actos, te hace la vida imposible. Pero si quieres que Dios te perdone, tienes que cumplir con tu responsabilidad ante las leyes federales. Solo Dios sabe cuánto dolor has causado, y vivir el deterioro de la familia que tanto amo. Tus repudiables actos han creado una marca que permanecerá en nuestra familia”, dijo la madre de la menor, que no estuvo presente en sala.

“Mis nietos, que son eso para mí, mis nietos, los protegeré y sacaré hacia adelante a pesar de lo que pasó, que no va a ser fácil, pero lo lograré”, concluyó su alocución.

Natal Bracetti, por su parte, se limitó a decir: “Quiero decirle a mi hija que me perdone y a la niña. Estoy avergonzado por todo lo que ha pasado. Eso es todo”.

Los abogados Joannie Plaza y John Connors, de la Oficina del Defensor Público federal, señalaron que este era un caso sumamente difícil, pero que podían asegurar que su representado estaba avergonzado. Trataron, sin éxito, de que se le impusiera la pena mínima de 15 años, por entender que cualquier sentencia por encima de ese término sería casi una cadena perpetua a sus 65 años.

La fiscal Elba Gorbea –quien estuvo acompañada por la fiscal del caso estatal Cándida Sellés- planteó que los abuelos se supone le enseñen valores y morales a sus nietos, pero que en este caso, le enseñó a mentir, ya que le decía a su nieta que dijera que el padre de los menores era otra persona, que usara ropa suelta para disimular sus embarazos, y hasta le daba malta caliente con la creencia de que la ayudaría a abortar.

“Le enseñó abuso, no amor, al tener relaciones con ella cuando apenas tenía 12 años. La llevaba a su casa y tenía relaciones con ella, a veces hasta tres veces al día. Eso es lo que le enseñó a su nieta. Eso no es lo que un abuelo hace”, señaló Gorbea.

La pesquisa arrojó que el agricultor llevaba a su nieta de su casa en Cidra a su finca en Yabucoa con la intención de cometer actos sexuales ilícitos y prostituirla al pagarle entre $20 y $80 en hechos ocurridos entre junio y julio de 2010, según la acusación federal. La primera vez que la embarazó, la adolescente tenía 12 años y la segunda ocasión fue a los 14 años. La prueba de ADN del niño que hoy tiene tres años y de la niña, de dos años, arrojaron 99.9% positivo.