El juez federal Daniel Domínguez sentenció hoy, jueves, a Rubén Delgado Ortiz a cumplir 30 años de cárcel por el asesinato, en complicidad con otras tres personas, de José Enrique Gómez Saladín, en noviembre de 2012.

Delgado Ortiz es el primero de los cuatro acusados por el asesinato de Gómez Saladín, ocurrido en noviembre de 2012 entre Caguas y Cayey, que es sentenciado por el horrendo crimen que constó de un asalto, secuestro, tortura y asesinato. Al igual que Delgado Ortiz, los otros acusados, Alejandra “Pochi” Berríos Coto, Lenisse “Prieta” Aponte Aponte, y Edwin “Bebo” Torres Osorio, también se declararon culpables y esperan su sentencia.

“Esta corte debe considerar lo violenta, lo atroz, lo cruel de la ofensa, el sufrimiento causado a la víctima que fue quemado y golpeado hasta la muerte. Todo esto ha destruido a dos familias”, expresó el juez, aludiendo a parientes del asesinado Gómez Saladín y del convicto Delgado Ortiz, algunos de los cuales lloraron en sala durante partes del proceso.

El juez instruyó al Negociado de Prisiones a someter a Delgado Ortiz a un programa de tratamiento de sustancias controladas, y a ingresarlo en una cárcel del estado de Florida que tenga un programa de salud mental. También determinó que una vez Delgado Ortiz salga de prisión tendrá que pasar cinco años adicionales bajo libertad supervisada.

Asimismo, Domínguez dijo que estaba obligado a considerar el historial del acusado: que era un joven de 19 años al momento del crimen, que estudió hasta el séptimo grado, que tiene serios problemas mentales diagnosticados desde la niñez y que además tenía antecedentes penales.

Domínguez dijo que el acusado puede apelar, pero “esta sentencia no es injusta, usted pudo ser sentenciado a cadena perpetua”.

El abogado José Aguayo, aseguró hoy en la vista que su cliente tiene enfermedades mentales como bipolaridad, que presenta problemas en el desarrollo educacional, que es hijo de una madre adicta, víctima de violación y que se intentó suicidar, y de un padre que lo abandonó. Dijo que fue criado parcialmente en hogares sustitutos, y que cometió el crimen bajo el efecto de sustancias controladas.

“La vida de Rubén se puede definir como caótica y tóxica, por decir lo menos”, dijo Aguayo.

Por su parte, la fiscal Julia Meconiates subrayó que estas situaciones personales de Delgado Ortiz fueron consideradas en el acuerdo de culpa –que proponía una sentencia de entre 292 meses a 365 meses de cárcel- y por el comité de pena de muerte del Departamento de Justicia en Washington DC que decidió no procesar el caso como uno de pena capital.

La fiscal repasó que en este asesinato el grupo hurtó $400 a la víctima, equivalente a $100 para cada acusado, y aun así decidieron que debían matar a Gómez Saladín para que no revelara su identidad, por lo que optaron después del robo en una ATM llevarlo a un sector en Guavate, Cayey, para golpearlo, pegarle fuego y dejarlo morir. Y luego de todo esto, los cómplices se fueron a una gasolinera a comprar refrigerios, según dijo.

“Para ellos, la vida de una persona valía $100”, expresó la fiscal. “Es una insensible falta de respeto por la vida humana… es un crimen atroz”.

Familiares de Gómez Saladín pudieron expresarse ante el juez y hablaron del enorme daño que les causó el crimen, a su vez que criticaron el acuerdo con el acusado.

“Justicia sería que paguen prisión de por vida, no como el acuerdo que está en esta corte. Entiendo que 365 meses es muy poco, mucho menos que la vida que le esperaría a José Enrique si no lo hubieran asesinado esa noche. Estimo que le quedaban 45 a 50 años de vida y darle 30 años de prisión a las personas que le quitaron la vida no es suficiente, podríamos decir que es hasta un premio”, expresó José Gómez, padre de la víctima.

La viuda, Nadya Ruiz, quien dijo que el crimen destruyó a su familia y a ella, lamentó que se usen condiciones de salud casi de excusa al crimen y criticó que “el propio sistema” defienda los derechos de los acusados.

“¿Por qué negociamos con asesinos? ¿Solo porque aceptan su culpa? Pues déjeme decirle que aceptan su culpa porque no tuvieron escapatoria. Aceptan su culpa porque cometieron el error de dar la cara ante una cámara de seguridad y todo el país los vio”, dijo Ruiz.

De hecho, la mujer quiso dejar claro que describir a su esposo como un publicista era un error, porque da la impresión de tratarse de alguien influyente cuando en realidad era un empleado más de una empresa de publicidad, empleo que consiguió muchos años después de graduarse de universidad gracias a una amiga, y que su empleo anterior era vallet parking a cambio de propinas.

“El título de publicista no sé dónde lo sacaron, pero no se ha hecho tanto daño. Se creó esta falsa imagen de hombre adinerado, con poder socioeconómico, dueño de una compañía con una tremenda influencia para quitar y poner gente. Eso es lo que piensa la gente. Cuán equivocados están todos. No éramos nadie. Lo que realmente impactó a ese país fue la inmensa acogida que tuvo la noticia al ver la cara de ese bonachón que andaban asaltando”, expresó Ruiz.

Por su parte, la madre de Gómez Saladín, Carmen Saladín, recodó a su hijo como un hombre trabajador que laboró de titiritero, en un centro de ancianos, en una tienda de juguetes, de mesero y en un vallet parking, así como una persona amorosa.

“Arrancaron un pedazo de mi alma”, afirmó la madre. “Deseo que sufran cada día de los que estén presos. Yo no creía en la pena de muerte, pero la deseé con todo mi corazón para ustedes”, agregó.

Mientras, la tía del hombre, Minerva Gómez, dijo que “José Enrique merece justicia más allá de tecnicismos legales o acuerdos discutidos” y lamentó que el nombre de su sobrino se mancille en el debate público.

“Que no sea una trivial razón para un noticiario o para que un programa amarillista sea el más visto, o para abrir absurdos debates de estar en el sitio equivocado en el momento equivocado”, dijo Minerva.

Finalizadas las palabras de los miembros de la familia, estos pidieron poner en sala un vídeo con imágenes de José Enrique en su niñez, juventud y como adulto, que usaba de fondo las canciones “Como si fuera mi último día”, del grupo Tercer Cielo; “Dust in the Wind”, de la banda Kansas; y “Te amaré”, interpretada por Miguel Bosé y Laura Pausini.

Asimismo, Delgado Ortiz pudo hablar en sala y leyó una alocución que tenía escrita. “Pido perdón a la familia del occiso… sé que todo lo que diga no le devolverá la vida al occiso”, sostuvo el asesino confeso.

“Declaro desde lo más profundo de mi corazón mi mayor arrepentimiento por haberle quitado la vida a un ser extraordinario, que ni él ni nadie se merece perder la vida, porque no somos dueños de la vida, Dios la da y Dios la quita. Hago un llamado a todos aquellos delincuentes y no delincuentes, que antes de tomar una decisión de asaltar a una persona piensen en las consecuencias”, aseveró.

“Hoy vivo sumergido en llanto tristeza y dolor, estoy en un cementerio de vivos 24 horas”, añadió Delgado Ortiz. “La condena que estoy recibiendo bien merecido lo tengo. Debí pagar con mi vida, pero Dios me dio otra oportunidad y no me quedaré cruzado de manos y haré que mi voz se escuche y jamás me cansaré de decir que cometí un abuso”.

Al final se volteó hacia sus abuelos, madre y tíos, todos presentes en sala, y les dijo que los amaba. “disculpen esta vergüenza que les estoy haciendo pasar”

La familia del asesino comenzó a llorar.