Héctor Omar Román García se marchó hoy con su equipaje al campo santo, pero tuvo que dejar su motora, la que cambió por un ataúd donde llegaría a su senda final en el cementerio La Cruz de Carolina.

Tal como lo había solicitado, el joven de 24 años residente del sector Los Mirtos, fue enterrado con su maleta, en la que llevaba ropa, pertenencias personales y hasta unas chancletas.

Su tía Margarita Román Walter irrumpió en la capilla de la funeraria Carolina Memorial con maleta en mano, se acercó al ataúd donde colocaron al joven motorista y le dijo “aquí llegué con tu maleta para despedirte, como me lo pediste. Después nos encontraremos más adelante”.

Román Walter explicó a Primera Hora que esta fue la petición que le hizo su sobrino, uno de una familia de diez hijos.

¿Por qué le hicieron este velatorio tan particular?

“Él siempre me decía ‘si algún día me muero yo quiero que me entierren con mi motora. Si me pasa algo quiero que me hagas mi equipaje’”.

La tía dijo que le echó ropa, zapatos y unas chancletas.

¿Y la motora?

“La motora se queda con nosotros”.

La atribulada mujer dijo que el joven estudió su escuela superior y que trabajaba en un almacén.

¿Por qué lo balearon?

“Para mí es como si fuera una emboscada porque le tocaron tres veces a la puerta. Mi hija escuchó cuando tocaron tres o cuatro veces. Mi hija se asomó por la puerta de su cuarto. Él se veía nervioso y entraba y salía”.

¿Le preguntaron si le pasaba algo?

“No, era un hombre de pocas palabras. Ella regresó a su habitación, encontró la puerta entreabierta”.

¿Ahí mismo le dispararon?

“Eran muchas armas fuertes y potentes”.

La familia no se percató que a quien habían disparado era al joven hasta las seis de la mañana cuando una vecina les notificó que a “Bebo”, como le decían, lo habían matado.

Entre los familiares de Bebo reinaba el temor y fueron muy cautelosos al hablar de las posibles razones por las que mataron al joven. Dijeron desconocer si andaba en malos pasos, si había algún asunto de drogas y muchos menos expresar si tenían sospechas de quiénes pudieron perpetrar el asesinato.

De hecho, varios jóvenes, de forma amenazante, intervinieron con el fotoperiodista de Primera Hora, Rafael Pichardo indicándole que lo podían buscar si salía la foto.