Según explicó el oficial al mando del FBI en Puerto Rico, Douglas A. Leff, la investigación se centraba en un posible acto de corrupción, y se llevaba a cabo en conjunto con “nuestros compañeros en la Policía de Puerto Rico, ICE-HSI (Oficina de Investigaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y los Inspectores del Servicio Postal”. 

“Es un caso potencial de corrupción”, dijo Leff, agregando que de momento era “demasiado temprano” para ofrecer más detalles. 

La investigación se centraba en la División de Homicidios, aunque el líder del FBI declinó dar detalles sobre qué buscaban o cuántos policías podrían verse involucrados. Los agentes del FBI buscaban documentos tanto en papel como electrónicos, así como otras posibles evidencias. 

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Primera Hora supo que durante el allanamiento varios agentes del FBI mantuvieron bajo custodia a un policía que laboró durante unos 15 años en la División de Homicidios de Carolina, y que hacía varios meses había sido trasladado para la oficina donde se encuentra el Registro de Personas Convictas por Delitos Sexuales y Abuso contra Menores, el Sistema de Huellas Dactilares y el Sistema de Información de Justicia Criminal. 

Según fuentes de la Policía, al agente se le ocupó su teléfono celular, varios expedientes personales y presuntamente de casos de asesinato que investigó. Varios de sus compañeros de trabajo reaccionaron sorprendidos y manifestaron desde el anonimato que siempre lo habían observado desempeñarse con integridad.

Mientras se diligenciaba la orden federal de allanamiento se comentó en los pasillos de la Comandancia de Área de Carolina que se trataba de un caso de mal manejo de evidencia. Sin embargo, otras fuentes enteradas indicaron que la pesquisa se relaciona con la investigación de una organización criminal en el llano costanero del norte de la Isla que está vinculada con varios asesinatos.