Entre lágrimas y suspiros, una cajera y empleada de mantenimiento que fue golpeada y herida de bala en un incidente de violencia de género registrado el pasado 1 de noviembre en su residencia en Cataño testificó hoy por la mañana en el juicio contra su exesposo por supuestamente haber protagonizado la brutal agresión.

En la sala 704 del Tribunal de Bayamón, la mujer de 34 años narró como el acusado, Guido A. Rivera Huertas, de 38 años, la atacó luego de que accediera a su residencia con una llave que abría la puerta de entrada de la casa ubicada en la urbanización Las Vegas. 

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La mujer indicó que el paramédico de profesión, quien era empleado del municipio de Cataño, la sorprendió con un golpe en la cabeza luego que le pidiera un medicamento para un dolor estomacal.

“Sentí un dolor muy fuerte en la cabeza. Me caí al piso y él comienza a patearme en las costillas. Le pedí que no me diera.  Yo me arrodillo y él coge un paño para ahorcarme. Él estaba detrás de mí. Trato de meter la mano dentro del paño y le muerdo los dedos y él comienza a darme en las costillas con las botas. Eran grandes y duras. Cuando él me está dando, se cae algo, una pistola color gris.  Yo la cojo y trato de dispararle dos veces, pero (el arma) no hizo nada. Forcejamos con la pistola y él me la quita. Me dio en la cabeza, en el pecho, en el costado y me señaló con (la pistola)”, sostuvo la víctima, quien comenzó a llorar al ser preguntada por la fiscal María del Rosario Rossy Caraballo a qué distancia se encontraba del acusado cuando le apuntó con el arma de fuego.

“Él me apunta (a unos cuatro pies de distancia) y yo trato de sacarla y ahí me dispara. Me pega con ella (la pistola) en la cabeza. Después que me dispara, decidí hacerme la muerta”, indicó la víctima.

Aseguró que fue entonces que su exesposo se marchó del lugar al ella colocarse una mano sobre el rostro y quedarse quieta.

El caso contra Rivera Huertas cobró notoriedad luego que el individuo fuese excarcelado el pasado enero de un complejo correccional sin supervisión electrónica a pesar de enfrentar cargos de tentativa de asesinato, violación a la Ley de Armas y violencia doméstica por la agresión registrada contra su esposa. 

El juicio inició ayer, lunes, con los testimonios de una hermana y un cuñado de la perjudicada, pero el punto climático del caso se dio hoy con el testimonio de la perjudicada, quien procreó dos hijos con el agresor, uno de 4 y otro de 6 seis años de edad. 

La testigo sollozó en varias ocasiones durante el interrogatorio dirigido por la fiscal, aunque contestó las preguntas del abogado de defensa, Carmelo Dávila Torres, con cierto grado de serenidad. 

Dávila Torres mostró una imagen que fue tomada cuando la perjudicada estaba ingresada en el Centro Médico de Río Piedras y le cuestionó sobre el por qué su cuerpo no reflejaba las heridas de golpes en otros lugares del cuerpo que había descrito durante su testimonio. 

Antes del testimonio de la perjudicada, las partes interrogaron al primer médico que atendió a la víctima cuando fue trasladada por su cuñado a un CDT de Cataño. El galeno, Edwin Encarnación, indicó que la mujer se debatió entre la vida y la muerte por una bala que recibió el costado izquierdo y que al día de hoy se mantiene alojada en su pelvis. 

El juicio recesó durante el día de hoy con los testimonios de tres agentes, uno de los cuales indicó que el acusado presentaba signos físicos compatibles con una pelea.

El juicio continúa mañana, miércoles, en el Tribunal de Bayamón.

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