Guayama.- El agente que investigó el asesinato de Elizabeth Reyes León, quien fue baleada frente a la escuela de sus hijos en Cayey, nunca vio a la madre de la víctima en el lugar del crimen, ni posteriormente en el hospital, aunque la mujer testificó que estuvo en ambos sitios y que observó cuando el acusado Rodrigo Santos Moret le disparó a su hija.

Esta fue una de las múltiples inconsistencias que salieron a relucir hoy en la continuación del juicio contra Santos Moret, que se ventila en la Sala 308 del Tribunal de Guayama, ante el juez Héctor Vázquez Santiesteban.

Santos Moret enfrenta juicio por el asesinato de Reyes León, quien pereció al recibir un balazo por la espalda el 6 de septiembre de 2012, mientras procuraba llevar meriendas a sus tres hijos, en la escuela elemental Luis Muñoz Rivera, en Cayey.

El fiscal Ramón Ayende Sánchez representa el Ministerio Público. Mientras, el acusado es defendido por los licenciados Pedro Rosario Pérez y José Osvaldo Cotto Luna.

Debido a que la Fiscalía ha basado su caso en los testimonios del agente investigador Raúl Rodríguez y de Elizabeth León, madre de la víctima, descrita como única testigo ocular, la defensa concentró su contrainterrogatorio en el policía y formuló preguntas para puntualizar incongruencias entre sus declaraciones y las de la progenitora de la mujer asesinada. 

“¿Usted no la vio (a León) en la escena? ¿No la vio gritando, ni encima de su hija?”, preguntó Rosario Pérez luego de que el agente indicara que arribó al plantel mientras la víctima, de 27 años, era atendida por paramédicos.

“No”, respondió Rodríguez. La misma respuesta repitió cuando el abogado preguntó si había visto a la testigo en el Hospital Menonita, donde poco después la joven falleció.

León había declarado que estuvo en la escuela, cuando “un tal Kiko” le disparó a su hija por la espalda tras un breve altercado con la joven y que también estuvo en el hospital, hasta que temprano en la noche fue trasladada por policías al Cuerpo de Investigación Criminal (CIC) en Cayey para la entrevista inicial sobre los hechos.

 Rodríguez, sin embargo, testificó este jueves que fue su supervisor, un sargento de apellido Sullivan, quien le notificó, poco antes de las 7:00 p.m., que había una testigo que lo esperaba en el CIC. También afirmó que el sargento acudió con él a la escena del crimen en la mañana.

“En sus notas usted no pone que el sargento Sullivan fue con usted allí. Ni eso pone”, planteó Rosario Pérez y el testigo asintió.

 Durante el contrainterrogatorio surgió que el agente investigador no entrevistó a la oficial Wilma Rivera, quien prestaba vigilancia en el plantel cuando ocurrió el crimen. Tampoco citó, ni entrevistó al policía Reynaldo Suárez, quien se personó al plantel tras oír detonaciones.

Rodríguez, además, admitió que no consultó con el agente Francisco Cruz, quien llegó antes que él a la escuela, a pesar de que en el informe que rindió tampoco menciona una testigo ocular, ni allegados de la víctima en ese lugar.

Por el contrario, Cruz identifica al querellante o perjudicado como el operador del sistema de emergencias 9-1-1, que alertó a la Policía sobre el ataque a tiros frente a la escuela.

La defensa también procuró poner en entredicho el rigor de la pesquisa y la credibilidad del agente Rodríguez, toda vez que, según recalcaron, los cargos contra Santos Moret se sometieron en ausencia al próximo día del crimen, sin que se completara el intento de conocer el paradero del entonces sospechoso.

“¿Pero no dijo usted bajo juramento que el sospechoso no había podido ser localizado ‘pese a las múltiples gestiones realizadas’?”, inquirió Rosario Pérez a lo que el agente contestó con un gesto afirmativo.

“No lo escucho”, insistió el abogado. “Sí”, respondió Rodríguez.

El agente indicó que “por instrucciones del fiscal” Ayende presentó las denuncias sin verificar la información dada por la madre de la víctima, ni buscar al sospechoso en la última dirección conocida.

El caso de asesinato y violación a la Ley de Armas se sometió el 7 de septiembre de 2012 usando como prueba la identificación que hizo León entre varias imágenes que se le presentaron en una rueda de confrontación fotográfica.

Las fotos se escogieron a base de la descripción física que ofreció la testigo, quien indicó que “Kiko” tenía camisilla y pantalones cortos, piel trigueña, ojos oscuros y pelo oscuro pegado.

Ríos no mencionó que el presunto asesino tuviera tatuajes y fue capaz de señalar al supuesto atacante “en cuestión de segundos”, recordó el agente.

No obstante, las fotos en poder de la Policía, tomadas en un fichaje hace unos 10 años, documentaban los tatuajes que el acusado ya exhibía en su cuerpo para entonces. Las marcas son amplias y visibles en sus antebrazos, hombro y ambas piernas. 

El juicio por tribunal de derecho continúa el 19 de marzo a la 1:30 p.m. Se espera que culmine el 26 de marzo en la sesión de la tarde, con las argumentaciones finales de las partes.

El acusado, quien se mantuvo atento y con el rostro relajado, está libre bajo fianza y estuvo acompañado por su madre.