Un testigo cooperador señaló hoy a Alexander “Coquí” Rosario de León y Efraín “Bebo Orejas” Rivera Ramos como sus cómplices en el tiroteo que cobró la vida del agente Joaquín Correa Ortega, el 10 de marzo de 2014.

“Íbamos a asesinar a Chango, porque él estaba con los enemigos de nosotros”, explicó Jean Carlos Velázquez Vázquez sobre por qué partió ese día a bordo de una Jeep Compass blanca, modelo 2013, en ruta a una “plaza de caballos” en el barrio Pitahaya de Humacao, donde se realizaban ventas clandestinas de autos y animales.

Esa guagua salió desde Caguas con Rafael “Rafa” Rodríguez Carrasquillo al volante y Velázquez Vázquez precisó que iba en el asiento del pasajero. Además les acompañaban Bebo y Coquí en la parte posterior, según narró al responder preguntas del fiscal Héctor del Valle.

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Los cuatro ocupantes del vehículo Jeep Compass cargaban con dos rifles de alto poder. Portaban un M-16, un AK-47, así como con al menos dos pistolas Glock calibre .40, otra calibre nueve milímetros, así como variedad de peines y municiones, detalló Velázquez Vázquez.

“Si una patrulla nos paraba, íbamos a destruirla (dispararle) y meternos al monte”, fue el plan de escape que urdieron de camino a su destino, recordó con tranquilidad el joven.

Justo antes de arribar a su destino, Velázquez Vázquez relató que Rafa pidió dejar de guiar y moverse al asiento posterior “porque quería trabajar…asesinar”. Así, Coquí quedó como conductor hasta que se estacionó y luego se bajó para buscar a Chango entre la muchedumbre que se congregó en la “plaza de caballos”.

“Coquí se bajó de la guagua para identificar la persona. Es el único que lo conoce de vista. Yo nunca lo había visto”, indicó el testigo, tras reiterar que, aun así, había sido suya la decisión de matar a ese sujeto, que ni sabía quién era.

Sin embargo, el cuarteto no logró su propósito porque minutos después observaron cómo al menos tres policías se movían hacia ellos. Ahí, Velázquez Vázquez brincó del asiento del pasajero para arrancar la guagua y emprender la huida, entre una lluvia de balas que mató al agente Correa Ortega y a Rafa, uno de los sicarios.

El testigo indicó que llegó a ver el agente caído sobre el pavimento, pero que no podía decir con exactitud quién le había disparado porque estaba concentrado en huir. Solo podía precisar que las detonaciones venían “de atrás de la guagua hacia el frente”, porque salían por el parabrisas destrozado a tiros, y que Coquí ya no estaba en la guagua.

Sostuvo que consiguió internarse con Rivera Ramos en un predio boscoso y que, poco después de cruzar una quebrada, con el fin de despistar a los canes de la Policía, “Bebo me dijo: ‘Rafa nos botó la llave porque mató al guardia’”.

A petición del fiscal Del Valle, el testigo, con su uniforme de confinado federal y la camiseta anaranjada que revela su reclusión bajo custodia protectora, divulgó que a cambio de su declaración en este “y otros casos” lo cobijaba un acuerdo de inmunidad parcial y la promesa de una sentencia estatal de 20 años de prisión.

Por su parte, el abogado de Bebo Orejas, Ricardo Izurieta, intentó que Velázquez Vázquez revelara si estaba en medio de otras negociaciones con Fiscalía y en qué jurisdicciones.

El Ministerio Público, representado además por el fiscal Luis Navas y la fiscal de distrito Elizabeth Cabassa, expresó su reparo a esa línea de preguntas, y el juez Antonio Negrón Villardefrancos acogió la objeción.

Tampoco trascendió si el testigo negocia un acuerdo en la jurisdicción federal, de la cual figuraba como fugitivo cuando fue arrestado en Humacao, el 11 de marzo de 2014.

“Si el testigo tiene una motivación para declarar, es obligación mía como abogado sacar esa motivación”, ripostó el licenciado Izurieta, a quien el juez regañó en varias ocasiones por hacer preguntas repetitivas y dirigirse de forma peyorativa al testigo.

“Esta es la primera vez que me he encontrado este tipo de litigación. Aquí a todo el mundo se le trata con respeto”, manifestó el juez a Izurieta, luego de ordenar que el testigo se escoltara fuera de sala para retomar el orden de la caldeada audiencia.

Extrema la seguridad

El inicio de la vista preliminar, originalmente pautada para las 9:00 a.m. en la Sala 104, terminó desarrollándose a partir de las 2:00 p.m. en la Sala 203.

El retraso respondió a que faltaba por celebrarse la vista de procesabilidad de Bebo Orejas, a quien el juez Santos Ramos declaró apto para enfrentar el proceso judicial, luego de escuchar la evaluación del psiquiatra del Estado, William Lugo.

En segundo lugar, el juez Negrón Villardefrancos mudó los procesos al juzgado del segundo piso, debido a que la Sala 104 resultó pequeña para acomodar a todas las partes y cumplir con las medidas de seguridad que requiere este caso.

De hecho, más de media hora tomaron los alguaciles federales y estatales, en conjunto con el juez, para afinar las medidas de seguridad, antes de sentar en el banquillo a Velázquez Vázquez.

Incluso, algunos de los alguaciles federales vestían chalecos tácticos con portacargadores y otro oficial custodiaba la puerta de acceso.

Tales precauciones respondieron también a que Coquí es uno de los nueve acusados ligados a la ejecución por encargo del teniente federal Osvaldo Albarati, caso por el cual se expone a la pena de muerte.

La continuación de la vista preliminar por el asesinato de un oficial del orden público, conspiración y violaciones a la Ley de Armas se pautó para el martes 21 de abril.