Muerta en vida, no solo por su hijo asesinado hace casi 16 años, sino por los tres hermanos declarados culpables y encarcelados aunque eran no culpables.

Así dice sentirse Nilsa Yolanda Dieppa, madre de Efraín Peña Dieppa, una de las víctimas  de una balacera ocurrida en abril de 1999 en una gallera en Naguabo; la otra víctima fue Julio Luyando Carmona.

Los tres hermanos condenados a cumplir una sentencia de cadena perpetua injustamente fueron exonerados la semana pasada de los cargos relacionados al asesinato.

De ellos, María Judith Díaz  Castro fue liberada de prisión el viernes pasado en la noche luego de más de 12  años encarcelada; sus hermanos Edwin  y David  permanecen tras las rejas por otro crimen.

Pero exonerarlos de la muerte de su hijo no alivia el corazón angustiado de Nilsa Yolanda.

 Al comprobarse que ellos no fueron los autores del crimen, Nilsa Yolanda lo que siente es que  nunca ha habido intención de  hacerle verdadera justicia a su hijo.

“Yo le pregunté al fiscal qué iba a pasar ahora, porque ellos van a salir, nadie les devuelve ese tiempo que estuvieron presos y a mi hijo no se le hizo justicia. Y el fiscal (Luis) Navas me dijo que ya no se podía hacer nada, que todo se quedaba así, que no había más nada que hacer con nada de esto”, dijo.

Lamento por la otra familia

“Alguien tiene que responder por eso. ¿Quién va a pagar por la injusticia y el dolor de los Díaz Castro? ¿Quién?  ¿Y quién paga por la vida de mi hijo? Alguien tiene que pagar, aun si ellos salen la justicia no se ha hecho completa. Yo te digo, yo me siento muerta en vida, ya en la vida para mí nada es importante”, aseguró.

Toda esta situación ha provocado que no deje de llorar  por la trágica muerte de su hijo, la que recuerda como si hubiera sido ayer.

“Y en estos años pienso en esa madre que también perdió a sus hijos (presos), lleva los mismos años que yo sin el mío. Esto no puede quedar así”, insistió.

Un encuentro fortuito

Durante todo este tiempo y a lo largo de gran parte del proceso Nilsa Yolanda no supo más de la familia  Díaz Castro, hasta unos siete años después del veredicto.

Sin embargo, en su corazón nunca se quebró el deseo de expresarle su convicción de que estaban pagando por una muerte que no perpetraron.

“Yo le pedía a Dios que me dejara encontrarme con ella (con la mamá de los hermanos Díaz Castro). No sabes cuántas veces se lo pedí. Y después de siete años la veo en una gasolinera”, contó. 

En ese momento su primera reacción fue darle gracias a Dios por entender que finalmente la había puesto en su camino. 

“ Yo la vi llorando, ella estaba mal. Y yo le dije: ‘¿usted me conoce?’. Ella me dijo: ‘No, no sé quién eres’. Y yo le digo: ‘¿De veras no sabes quién soy yo?’, y me responde que no. Y yo le digo: ‘Yo soy la mamá de Pito Bracers’ (Peña Dieppa)”, recordó.

Por su parte, Bethzaida Castro relató prácticamente lo mismo en una entrevista separada, solo que en su caso ella venía de ver a su hija en la cárcel de mujeres de Vega Alta.  

Allí encontró  a María Judith con hematomas en su cuerpo y adolorida por una golpiza que otras reclusas le dieron dentro de la prisión y por la que nadie respondió.

Bethzaida relató que estaba llorando en la gasolinera porque no sabía lo que estaba pasando en la cárcel “y ahí me encuentro con la mamá de Pito Bracers”. 

“Ella me dijo; ‘¿Tú o usted me conoces?’. Yo: ‘No, no sé quién eres’. Y ella me dice: ‘¿Tú no sabes quién yo soy? Yo soy la mamá de Pito’... Yo me le eché a llorar encima a contarle de lo de Vega Alta. Ella me volvió a decir que ellos (sus tres hijos) son inocentes, que cuando sentenciaron a (María) Judith le dieron ganas de gritar y vino el guardia y la aguantó”, recordó la mamá de los tres hermanos convictos erróneamente.

Según ambas mujeres, en ese encuentro no hubo animosidad, ni odio, ni resentimiento, sino compasión.

Para Nilsa Yolanda era momento de actuar. 

“Ahí le di mi número. Yo le dije que yo estaba dispuesta a decir que sus hijos eran inocentes”, aseguró.

Oídos sordos

En realidad, Nilsa Yolanda lo dijo muchas veces, que los hermanos Díaz Castro no eran los responsables de matar a su hijo: lo expresó durante la investigación previa al juicio y lo sostuvo después ante los distintos oficiales de la Policía y del Departamento de Justicia que intervinieron.

Nilsa Yolanda recordó que dos años después del doble asesinato la llamaron de fiscalía, específicamente el fiscal Sergio Rubio Paredes, quien le informó que habían arrestado a las personas que cometieron el asesinato de su hijo.

“Cuando me dice quiénes son (los que habían arrestado) yo le digo:  ‘A esa gente yo no los conozco; ellos no son’. Yo le dije: ‘Yo no voy a  hacer la declaración jurada con eso que ustedes dicen’”, afirmó. 

¿Pero, usted hizo alguna declaración jurada?

 Sí.

¿Quién la tomó?

 (Sergio Rubio) Paredes, pero yo le dije: ‘Yo voy a hacer la declaración jurada donde dice que ellos no fueron, que mi hijo nunca los mencionó’. Ellos cogieron la declaración jurada donde yo decía la verdad, lo que yo sabía, porque la verdad es la misma siempre, un año, dos años, 12 años, no importa, la verdad no cambia, pueden cambiar las versiones si son mentiras, pero no la verdad. Esa declaración jurada estuvo ‘perdida’ por 12 años.

No fue sino hasta el año pasado que el documento milagrosamente apareció y fue una pieza más que ayudó en la exoneración de los Díaz Castro.

¿Usted ha reflexionado sobre esto durante estos años? ¿Sobre el asunto de la inocencia y de que no haya podido hacer nada para evitar esto?

Seguro, ese día cuando el juez dijo: ‘(María) Judith Díaz Castro, culpable’... a mí se me despegó el corazón del pecho, yo traté de pararme y quería gritar y gritar y el policía me aguantó fuerte y me dijo: ‘¿Qué vas a hacer? No se te ocurra’.

Nilsa  Yolanda reveló que los verdaderos responsables de arrebatarle la vida a su hijo fueron los integrantes de una pandilla a la que pertenecía la testigo estrella del caso, Sharon Pláceres, quien hace poco fue desmentida por Yahaira Soto, otra importante testigo en el caso contra los Díaz Castro.

Nilsa Yolanda entiende que Sharon tenía una relación amorosa con un policía a cargo de la pesquisa y como estaba acusada de varios cargos mintió para conseguir una rebaja en sus procesos.

Por su parte, Bethzaida es consciente de que Yolanda sentía empatía por ella y que “siempre dijo: ‘Esos muchachos son inocentes, no fueron los que fueron  a mi casa a amenazarlo, no sigan acusándolos, ellos no fueron’. También sabe que formalizó su testimonio sobre la inocencia de sus tres hijos, pero los agentes la ignoraban.

También supo que la declaración jurada de Nilsa Yolanda desapareció en algún momento.

Perdió la salud 

Mientras, Bethzaida tuvo que ver cómo su hija inocente desmejoraba a pasos agigantados en la cárcel.

“Ella tiene un expediente grandísimo, de todos los medicamentos que le daban... Ella no tomaba esos medicamentos antes de esto. Trabajaba como enfermera cuidando ancianos”, indicó. 

Bethzaida y Nilsa Yolanda: dos madres que en lugar de enfrentarse han sufrido por injusticias contra sus hijos.