Sabana Grande. El calor era agobiante, 150 grados en medio del desierto del Sahara. Fueron tres días de horror. Fue la experiencia más difícil de su vida: escondido bajo una cama, alimentándose con salchichas y galletitas de una merienda que, por esas cosas del destino, tenía en su cuarto al momento en que terroristas islámicos tomaron por asalto la planta de gas British Petroleum, en Argelia.

Wilmer Lebrón Ayala estuvo a punto de perder la vida por el extremo calor, pero no fue así ¡Logró torear la muerte! Venció la deshidratación, el hambre, la incertidumbre y la violencia del grupo armado de terroristas que logró asesinar a 38 de los rehenes.

Él se salvó. Es un milagro.

Ayer, Wilmer, de 46 años, guardó silencio. Está en un proceso de recuperación. Pero, un allegado a la familia narró a Primera Hora la odisea que este le contó al pisar suelo boricua tras su rescate.

Wilmer siempre le pidió a Dios que le permitiera regresar a Puerto Rico para reunirse con su esposa y su madre en la zona rural de Sabana Grande.

“Se encontraba en tiempo de descanso y, de momento, escuchan las ráfagas de disparos y era que ya habían cogido por asalto la planta. De momento, se escucha la alarma de terrorismo y (Wilmer) dice que lo primero que se le vino a la mente fue desactivar el panel de fusibles. Toda la planta quedó a oscuras’’, contó el allegado del ex militar a este diario.

Entonces, se escondieron en el hospedaje que tenían secreto y se metieron debajo de la cama. Perdieron la movilidad, lo que los obligaba a hacer sus necesidades biológicas en ese mismo espacio. El calor abrasador casi los mata.

“Estaban a punto de morir por las altas temperaturas (150 grados Fahrenheit) y no tener acceso a agua’’, agregó.

En total, eran ocho seres humanos, incluyendo a Wilmer, que intentaban con todas sus fuerzas sobrevivir. Y, al tercer día, vieron la luz de la esperanza al oír voces de militares estadounidenses. Salieron del refugio improvisado.

Los habían salvado.

“Eran ocho, dos norteamericanos, incluyéndolo a él. Había uno de Colombia y los otros eran árabes, musulmanes, empleados eficientes de la empresa que fueron rescatados por soldados americanos cuando ya prácticamente se le estaban agotando las esperanzas de sobrevivir... ya no tenían agua, solo salchichas y galletitas”, narró el pariente de Wilmer.

Una vez fue rescatado, el boricua fue transportado a Alemania en un avión militar que lo llevó hasta Atlanta y luego en un vuelo comercial de Delta hasta Puerto Rico.

“Desde que lo sacaron de allá, venía todo cubierto, hasta guantes, y me dijo que se sintió mal porque la gente en el avión que lo trajo a Puerto Rico se creía que se trataba de un reo, con dos agentes engabanados al lado, en primera clase. Cuando llegó el avión a San Juan, mandaron a que los demás pasajeros se colocaran el cinturón en lo que fue sacado’’, dijo el pariente de Wilmer, a quien describió como una persona agradable y buen amigo.

“El encuentro en el aeropuerto, cuando la familia lo fue a buscar a San Juan, fue bien emotivo’’, confesó.

¡Un milagro!

Para la familia de Wilmer, su rescate fue sencillamente un milagro.

Carmen Ayala, tía materna de Wilmer, dijo que había que dar muchas gracias a Dios por el milagro que hizo al devolver a su sobrino sano y salvo.

“La agonía que vivimos por varios días no se la deseamos a nadie. Cuando lo vi, lo abracé, lo besé y lo apreté. Le dije que no fuera jamás para allá, porque somos una familia muy unida. Nos volvimos como locos cuando nos enteramos lo que había ocurrido’’, dijo doña Carmen a Primera Hora.

Héctor Burgos, compadre de Wilmer, no cabía en la ropa por lo contento que estaba.

Marisela Santiago Lebrón, otra sobrina de Wilmer, también estaba muy feliz, así como su vecino en el barrio Susúa, Ángel Rodríguez. “Me alegro que esté bien; yo siempre lo puse en oración”, dijo.

El Departamento de Estado de Puerto Rico no se ha encargado directamente de su situación por ser de jurisdicción federal, pero el designado secretario David Bernier indicó que le proveerán los servicios que necesite cuando así lo solicite.

“Me hizo saber su interés de estar con su familia tranquilo, por motivos de seguridad. Los hechos están bajo investigación”, señaló Bernier durante una rueda de prensa celebrada en la sede de su agencia ubicada en el Viejo San Juan.

“Yo le dije (a Wilmer) que todo lo que sea necesario... que nosotros estamos disponibles y nos activamos en la medida que hay una petición”, agregó.

Por lo menos, 38 rehenes y 29 islamistas murieron en la ocupación, que se extendió por cuatro días.