El patólogo forense Carlos Chávez Arias declaró hoy, martes, que la pequeña Keviany Liz Otero, de ocho meses, murió como resultado de una sepsis por peritonitis causada por una ruptura traumática del duodeno.

Indicó también que esa infección ocurrió como resultado del golpe en la espalda que sufrió la bebé, quien murió el 28 de marzo de 2013. Chávez Arias estimó que ese trauma se lo pudo haber causado un hombre o una mujer adulta.

En la continuación del juicio contra Ramón Otero Ortiz, por un cargo de asesinato bajo la modalidad de maltrato, el patólogo detalló que ese golpe recibido por la infante le provocó una hemorragia interna que se extendía desde la espalda baja de la niña al hígado y al duodeno.

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"En el duodeno tenemos la mayor concentración de sangre", apuntó Chávez Arias.

Ante la jueza Gisela Alfonso Fernández, del Tribunal de San Juan, explicó que ese golpe, a su vez, provocó una perforación en la pared del duodeno o intestino delgado que expulsó material contaminado hacia la cavidad abdominal de la niña, iniciando la infección que eventualmente le provocó la muerte.

"Tenemos el tórax y el abdomen lleno de pus. Es una reacción inflamatoria", señaló.

Dirigido por las preguntas de la fiscal Germaine Báez Fernández, quien junto a la fiscal Lynnette Velázquez Grau representa al Ministerio Público, mencionó también que el cuerpo de la bebé presentaba infiltrados hemorrágicos en el diafragma y en la cabeza en varios diversos puntos debajo del cuero cabelludo.

Mostrando fotografías del examen físico que realizó al cuerpo de la pequeña, previo a la autopsia, el patólogo identificó dos golpes en el lado izquierdo del abdomen y contusiones en el lado derecho del rostro de la niña alrededor del ojo, el pómulo y la mandíbula. También mostró una abrasión en el antebrazo derecho del cuerpo de la niña, que pesaba 16 libras y medía 27 pulgadas y medias.

En el lado izquierdo de la cara, la menor tenía dos contusiones sobre la ceja y dos contusiones en el pómulo y la mandíbula.

"En la sien izquierda hay una contusión", afirmó Chávez Arias.

Apuntó que la infección que provocó la muerte de la niña pudo tomar de 24 a 48 horas en desarrollarse y que de haber sido detectada a tiempo se pudo haber salvado la vida de la pequeña.

"No es compatible con una caída. Es una lesión severa y bastante fuerte", apuntó.

Cuando fueron entrevistados, el acusado y la mamá de la menor, Jessica Sanjurjo Rivera, indicaron que en los días previos a su muerte la pequeña se había caído en la bañera mientras el padrastro la bañaba.

"Son más compatibles con golpes de una persona fuerte", indicó el patólogo forense.

En el contrainterrogatorrio, el abogado por designación de oficio, José Roselló Rivera, indagó sobre "la contusión abrasiva" en el área lumbar.

El patólogo forense respondió que la abrasión en la piel podía ser compatible con un contacto con una superficie áspera de cemento.

Tampoco descartó que en ese lugar de la espalda hubiera más de un golpe, pese a que inicialmente insistió en que se trataba de un golpe.

"Hay al menos un golpe", respondió.

Con esta línea de preguntas el abogado trató de establecer que la menor pudo haber sufrido la lesión en la piel cuando se cayó durante el baño y el golpe que provocó su muerte en otro incidente.

"Más que edad, es una persona fuerte y que tenga las habilidades para dar un golpe preciso", afirmó el patólogo sobre el golpe mortal que recibió la menor.

"Los golpes de juego entre niños son en las extremidades, pero en este caso veo golpes donde pueden doler más, en la cara y la espalda", añadió.

Ayer, lunes, el agente investigador declaró que el acusado trabajaba en Burger King y que la mamá de la niña laboraba como oficial de Corrección en el Hospital Psiquiátrico, en el Centro Médico de Río Piedras.

 Finalizado el testimonio del patólogo forense, el Ministerio Público sometió su caso.

Mañana, miércoles, la defensa sentará a varios testigos, luego la jueza Alfonso Fernández escuchará las argumentaciones finales y ofrecerá su fallo.