El primer día de juicio contra Randy Charriez Rolón por transportar a un menor para sostener relaciones sexuales, comenzó hoy con el testimonio de un vecino que habló sobre la relación del hoy acusado con la familia del perjudicado y de los regalos que le hizo a él y a sus hermanos.

Un jurado compuesto por siete mujeres y siete hombres -dos de estos suplentes- escuchó el testimonio de Andrés Mass Sáez, quien relató que vive en el sector La Cuchilla del barrio Quebrada Cruz, en Toa Alta, y era vecino del acusado y de la familia de la víctima.

El oficial de seguridad de 21 años relató a preguntas de los fiscales Marshal D. Morgan y Cristina Caraballo que conoce a la familia del menor desde hace cinco años, pero que hace año y medio -aproximadamente cuando arrestaron a Charriez Rolón- se mudaron de allí. Al acusado lo conoce desde hace alrededor de 15 años.

Detalló que el menor tiene tres hermanas y un hermano, y que Charriez Rolón tenía una "relación normal" con los padres de estos, que trabajaban en dos escuelas distintas como personal de mantenimiento. 

"Su relación con el menor era prácticamente como la que tenía con una de sus hermanas, por lo que observé. Compartía más con él y salía y se lo llevaba en su vehículo. Los invitaba a comer (…) les compraba mantecado, dulces, videojuegos, bicicletas y una cama", destacó Mass Sáez.

No obstante, el testigo confesó que notó que la relación de Charriez Rolón con la víctima cambió.

"El niño al principio accedía y se montaba para salir con Randy. Cuando pasó el tiempo, la actitud cambió, le decía que si quería salir y al nene se le notaba en la cara que no quería. Cuando el nene no quería ir, ponía cara de que no quería ir y a veces se montaba obligado", narró el primer testigo.

Indicó que entre noviembre de 2013 y marzo de 2014, su relación con Charriez Rolón también se vio afectada porque "me empezó a enviar imágenes de hombres desnudos teniendo relaciones y le dijo que no me las enviara porque a mí no me gustaba, que por favor no las enviara más".

Mass Sáez identificó las bicicletas que Charriez Rolón le regaló a los niños, así como una cama litera para el perjudicado y su hermano, que le costó alrededor de $1,000.

En su turno de preguntas, el abogado Miguel Rodríguez Robles le cuestionó si Charriez Rolón compraba artículos para otros vecinos también, a lo que contestó en la afirmativa. Pero en el redirecto del fiscal, admitió que no les compró juegos de vídeo, bicicletas o camas a otros niños.

La segunda testigo fue Nora Cruz, quien es coordinadora de cobros en Empresas Berríos, donde aparece una cuenta en atraso con una deuda de $1,481.51 de una cama litera a nombre de Charriez Rolón.

El juicio continúa mañana, viernes, ante la jueza presidenta del Tribunal Federal en Puerto Rico, Aida M. Delgado Colón.

Charriez Rolón, de 30 años, fue arrestado el 10 de marzo de 2014 y desde entonces está sumariado al no concedérsele libertad bajo fianza.

Según la acusación, el exguardia de seguridad estaba desempleado cuando la División de Delitos Sexuales de la Policía de Puerto Rico de Bayamón informó a agentes de la Oficina de Seguridad Interna del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE-HSI) sobre una querella contra el hoy acusado, quien era vecino del menor al que llevaba de la escuela a un parque cercano en Toa Alta y al estacionamiento de una piscina para agredirlo sexualmente bajo amenaza.

Al entrevistar al menor, este alegó que los actos comenzaron cuando tenía ocho años y que Charriez Rolón lo llevaba en su guagua Suzuki color gris al parque y al estacionamiento a sodomizarlo y le tomaba fotos y vídeos mientras cometía el acto.

El niño, de ahora 11 años, relató varios incidentes, incluido uno en casa de Charriez Rolón, en que el acusado le mostró a un grupo de amigos un vídeo en el que agredía sexualmente al menor, situación que luego degeneró en abusos físicos y sexuales, que fueron grabados. 

Charriez Rolón admitió a los agentes federales que había transportado al menor y a sus hermanos a la escuela porque la madre le pagaba entre $5 y $8 por buscarlos. Dijo que, supuestamente, fue víctima de abuso sexual cuando tenía entre seis y ocho años, y que le gustaba bajar pornografía infantil en internet de menores entre los 12 y 14 años.

De ser encontrado culpable, se expone a una pena mínima de 15 años de cárcel porque la víctima es menor de 14 años.