Lo menos que los familiares de Stefano Steenbakkers Betancourt imaginarían es que el día en que cumpliría 18 años, estarían en una sala del Tribunal Federal escuchando el testimonio de la persona que le disparó y mató en la noche del 24 de junio de 2012, en la carretera PR-693 en Dorado.

La tristeza de Zorimar Betancourt y Eric Steenbakkers era palpable. Durante un receso, salieron de sala llorando tras escuchar de John Anthony "Jongy" Morales López decir tranquilamente cómo Alexis "Negro" Amador Huggins planificó con él robar una guagua para venderla por $1,500, pero que él terminó disparando "con los ojos cerrados" porque el conductor no se detuvo.

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Apenas el martes, Morales López llegó a un acuerdo para testificar contra el coacusado y "decir la verdad" a cambio de una sentencia de entre 24 y 30 años, cuando podría enfrentar hasta cadena perpetua.

Con uniforme de preso y esposado, Morales López fue el último testigo de la fiscalía y declaró ante las siete mujeres y siete hombres del jurado -incluyendo dos suplentes- que disparó a la guagua del joven porque siguió de largo cuando quería cometer el robo del vehículo a mano armada.

Ante una sala llena de familiares y compañeros de clase de Stefano del colegio Baldwin School en Guaynabo, Morales López narró que el día de los hechos Amador Huggins lo fue a buscar al caserío Villas del Rey en Caguas, con el propósito de encontrarse con unas amistades en Cataño.

Relató que fueron en la Jeep blanca de la madre de Amador Huggins y por el camino el coacusado le dijo que quería robar una guagua para unos amigos que estaban dispuestos a pagarle $1,500 y acordaron dividirse la ganancia mitad y mitad.

Cuando María Domínguez -quien representa a la fiscalía federal junto con Jacqueline Novas- le preguntó por qué aceptó, el contestó: "Necesitaba el dinero".

Aceptó que nunca había cometido un "carjacking" y alegó que tampoco había tenido un arma en sus manos.

Al llegar a un caserío en Cataño, un varón de apodo Gordo y otro limpiaban un arma de fuego y un peine de municiones que le dieron a Amador Huggins, quien se la puso en la cintura y echó las municiones en su bolsillo.

"Empezamos a discutir dónde habían carros buenos. Yo ofrecí San Juan o Guaynabo, y él dice, 'vamos a Dorado'... En un semáforo, vimos una Lexus blanca y él decide que esa es la guagua que vamos a tomar", narró Morales López.

Ambos comenzaron a planificar cómo cometerían el acto. Quedaron en que le darían un "choquecito" por detrás, "no muy duro, pero que lo sienta para que el que esté guiando se ‘alinie’ y nos disculpamos por el accidente y sacamos la pistola y le apuntamos".

Al poner el plan en acción, le dieron una vez y Amador Huggins -quien va conduciendo- le dice que no puede darle muy duro porque no quiere dañar el carro de su mamá. Le dieron una segunda y tercera vez, pero el conductor no paró.

"Los humos subieron un poco en el carro. Dijimos, vamos a ir por el la'o y pararnos al frente de él y sacar la pistola", agregó el testigo, quien a preguntas de la fiscal Domínguez sobre qué era eso de que los humos se alteraron, él respondió que estaban "enco... porque no se quería parar (Stefano)".

Dijo que Amador Huggins le dio la pistola y le dijo que cambiara el peine a uno de 15 balas, lo que hizo. Acordaron que se pararían frente a la guagua.

"Cuando el peine estaba cambiado, el Negro me dijo: 'Te bajas, te le montas en la guagua. Si tienes que darle un pistolazo por la cabeza, herirlo, dispararle. Haces lo que sea necesario, la cosa es que tenemos que quitarle la guagua'", manifestó Morales López, quien tenía 19 años al momento de los hechos.

Rebasaron la guagua por el paseo y se pararon al frente de la guagua Lexus. Fue entonces que según su testimonio, Amador Huggins le dijo que se bajara.

"Me bajo con el arma corriendo a la guagua. Cuando (el conductor) me ve acercándome, dio gasolina y fue hacia el otro carril en dirección contraria. Cuando él se va por el otro la'o, ahí cerré los ojos y disparé. Cuando disparé, no quise ver. Fueron como cinco o seis veces. Antes de cerrar los ojos, estaba apuntando hacia la guagua", confesó Morales López, mientras los progenitores de Stefano lloraban, al igual que la madre del acusado, Mara Rose Huggins.

Alegó que no se fijó quién iba conduciendo ni cuántas personas iban en la guagua. Cuando se montó en la Jeep, Amador Huggins le preguntó si lo había matado, y él le contestó que no sabía.

"Me dijo: 'creo que lo mataste'. Cuando veo para el lado, la guagua está parada", dijo Morales López, quien destacó que el plan original era tomar control de la guagua, mantener al conductor a punta de pistola, "bregar con él de la manera que fuera" y dejarlo en algún lugar remoto.

Destacó que al momento de preguntarle si había matado al conductor, Amador Huggins "estaba de lo más tranquilo, no estaba nervioso... no estaba a carcajadas, pero tenía una sonrisa en su boca".

"Me dice: 'Pues ná, tranquilo, aquí no pasó ná'", agregó Morales López, quien relató que regresaron al caserío en Cataño, donde bebieron y fumaron marihuana y tomaron Percocet, y "estaban felicitándome por lo que había hecho".

Admitió que dio varias versiones a las autoridades, y que decía que quien disparó fue Amador Huggins y no él "porque él me metió en esto y yo soy responsable de disparar, pero la situación era de él". Le practicaron una prueba de polígrafo que falló, y luego alegó que dio la versión correcta.

-Después de todas las mentiras que dijo a las autoridades, ¿por qué ahora decide decir la verdad?, preguntó la fiscal.

-“Llevo en MDC (Centro de Detención Metropolitano) Guaynabo casi un año y no me siento bien porque hice algo que marcó mi vida y pido perdón por quitarle la vida a una persona inocente. No creo que es justo y quiero decir la verdad y quisiera disculparme con todos por lo que hice. Quiero que todos sepan lo que pasó ese día y decir la verdad”.

Agregó que no había dicho la verdad "por miedo", pero que ahora "no tengo miedo y me siento bien porque estoy haciendo bien".

Tanto él como Amador Huggins están en MDC y destacó que el sábado pasado hablaron. Alegó que el acusado le dijo que esperaba que no hubiese un testigo estrella en el juicio en su contra, y que él le contestó que tranquilo, que no iba a haber uno. No fue hasta el martes pasado que decidió cooperar y convertirse en el testigo estrella, según su testimonio.

A preguntas de los abogados Juan Matos de Juan y Edgar Sánchez, aceptó que el acuerdo para cumplir entre 24 y 30 años de prisión es mejor a estar de por vida en la cárcel. Le detalló las instancias en las que mintió a las autoridades y aceptó que dio varias versiones de los hechos, pero "lo que dije hoy es la verdad".

Previo al testimonio del confeso gatillero, declaró el patólogo forense Carlos Chávez, quien le practicó la autopsia a Stefano. El perito indicó que la causa de muerte fue por herida de bala que entró por el lado derecho de la cabeza y salió por el lado izquierdo.

El juicio continuará este viernes ante el juez federal Jay García Gregory, cuando las partes presentarán sus informes finales y el jurado podría retirarse a deliberar.