Diez años han pasado desde que Efrén Lamberty Santaliz fue asesinado, una larga década de sufrimiento para Estrella Santaliz, su mamá, sobretodo porque el asesino todavía no ha sido detenido.

Lamberty Santaliz, de 20 años, murió el 3 de enero de 2006 luego de recibir tres disparos en la parte trasera de la cabeza mientras se encontraba en su auto frente a una pizzería en el poblado Puerto Real, en Cabo Rojo. Según el informe policial de entonces, en el lugar también falleció Rickmar Ruiz Toro, de 17 años, quien recibió 15 balazos.

La policía acusó en ausencia a José E. Texidor, conocido como Joselito, quien aparece en la lista de los más buscados por la policía de Mayagüez. La madre de Lamberty Santaliz está convencida de que él es el responsable. Sin embargo, asegura que las autoridades no han hecho el esfuerzo suficiente para atraparlo y clama para que no se deje en el olvido.

“Ha sido bien difícil saber que la persona que asesinó a mi hijo está por ahí. Pienso que la Policía no puso interés suficiente en el caso. No ha surgido nada. No ha pasado nada y ya van diez años”, indicó Santaliz, quien es maestra en una escuela en Cabo Rojo.

“He escuchado tantas cosas del asesino… Hay gente que me dice que lo han visto en Cabo Rojo, otros que está en Kissimmee o Filadelfia. Yo lo que quiero es que se haga justicia con mi hijo y que el responsable pague por eso”, indicó.

Santaliz dijo que ha tocado múltiples puertas en busca de ayuda, pero apenas ha sido escuchada. Incluso, ha intentado difundir la imagen del presunto asesino, pero sin éxito.

“Llamé a la Policía, a fiscales, hasta a extradiciones en San Juan. Pero me prometí a mí misma no seguir más. Me cansé de no recibir ayuda”, sostuvo. 

Aseguró que su hijo nunca estuvo involucrado con el bajo mundo e incluso, estudios de ciencias forenses certificaron que no era usuario de drogas. Amaba los deportes, cursaba su tercer año de universidad y quería ser maestro de educación física para niños de educación especial.

“Era un ser especial. Yo le hablaba y bajaba la cabeza. Tenía todos los sacramentos de la Iglesia Católica y te aseguro que le inculqué una buena formación”, puntualizó.

“Ese día, Efrén acababa de salir del trabajo. Llegó a la pizzería, pero ni siquiera se bajó del carro. Me lo mataron viciosamente”, aseguró.