“Todos mis problemas, todos mis disgustos, los descargo en la artesanía. Mis mejores piezas están hechas bajo los peores corajes que he pasado dentro de la institución”. 

Así se expresó Alexander Nieves Andrades, quien tiene 42 años, de los cuales 24 los ha pasado confinado, pero ha visto en la talla de madera un mecanismo para canalizar positivamente todas sus emociones.

Su pieza favorita es un sol creado en un momento de ira, sentimiento que descargó en la pieza. Aunque ha sido valorada en unos $1,500, Alexander ha decidido no venderla para regalársela a su progenitora.

“Lo mejor que me pudo haber sucedido a mí en mi vida es la oportunidad que Dios me dio de tener vida, para mí la cárcel fue un regalo que Dios me dio y luego el don que yo saqué de hacer las artesanías. A través de las artesanías fue que se completó mi rehabilitación”, explicó en entrevista con este medio, mientras atendía clientes en el vestíbulo de la Compañía de Fomento Industrial. 

Nieves Andrades forma parte del grupo de confinados cuyas piezas artesanales ahora están a la venta en las tiendas El Market PR, ubicadas en el aeropuerto Luis Muñoz Marín, en Isla Verde, según anunció este miércoles el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio.

Estos artesanos pertenecen a un programa especial del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) mediante el cual se fomenta el desarrollo empresarial en la población penal. En la actualidad, el programa ofrece siete talleres, pero antes de agudizarse la crisis fiscal, el DCR operó hasta 11 talleres.

Las clases del programa tienen hoy una matrícula de 150 confinados de las áreas de mínima y mediana seguridad, ubicados en las instituciones Bayamón 448, la Cárcel Regional de Guayama, el Campamento El Zarzal, en Río Grande, la Escuela Industrial para Mujeres en Vega Alta, así como los penales de Sabana Hoyos, en Arecibo y Guerrero, en Aguadilla.

La información sobre la venta de las artesanías realizadas por los reos la dio a conocer el presidente de El Market PR, Javier Cárdenas, durante una conferencia de prensa conjunta con el secretario del DCR, Einar Ramos y el secretario del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio, Alberto Bacó Bagué. 

La compañía comercial compró 300 piezas a los artesanos de las cuales ya ha vendido 110, reveló Cárdenas. 

El éxito del programa surgió de la necesidad de la tienda de adquirir artesanías elaboradas en la isla de productos que los viajeros les solicitaban, pero se les hacía difícil adquirirlos, dijo Cárdenas.

Como ejemplo destacó que las tallas de gallos de peleas tiene buena acogida, al igual que las mesas de domino, entre otros productos artesanales.

En algunos casos, a los artesanos se les pidió que les pintaran la bandera a sus obras y que personalizaran sus creaciones con el nombre de Puerto Rico para así convertirlos en recordatorios, piezas muy procuradas en las tiendas del aeropuerto.

Creativos sin ocio

Los confinados compran su materia prima de las ganancias y fondos que tienen depositados en sus cuentas de cooperativas y en algunos casos los municipios les suministran madera al completar proyectos de poda de árboles.

“Nosotros no tenemos ningún tipo de restricción en cuestión de las herramientas y materiales, nosotros podemos comprar todo tipo de material que es necesario para la confección de la pieza incluyendo la compra de herramientas. Dentro de la institución hay áreas asignadas específicamente para eso donde el oficial es el que tiene el control total de todo tipo de herramienta”, explicó Nieves Andrades.

Los reclusos devengan un 75% de las ganancias calculadas a base del precio de la venta de sus piezas en madera y se retiene un 25% por la agencia por el concepto de gastos operacionales. 

“Con ese 25 por ciento el departamento lo dirige a programas de rehabilitación para ellos y para otros confinados”, explicó, por su parte, Ramos, quien agregó que en los casos de confinados de máxima seguridad tienen sus limitaciones. 

“Nosotros tenemos seres humanos en las instituciones penales no importa el delito que hayan cometido son parte de nuestra sociedad. Por lo tanto, nosotros tenemos que tratarlos como iguales, ellos cometieron una falta un tribunal ya los sentenció. Es parte del Departamento de Corrección rehabilitarlos y devolverlos hábil a la sociedad para que nos ayude en el desarrollo económico del país”, sostuvo el funcionario. 

De otro lado, William Bordonada Figueroa, quien se encuentra en la cárcel de la comunidad Guerrero, en Aguadilla, a través del proyecto Posada, mencionó que se dedican a confeccionar Reyes Magos, casitas, estampas típicas y pilones entre otros artículos. 

“Me ha ayudado bastante, gracias a Dios en el área de despertar ese arte que nosotros teníamos trancados y por estar pendiente a lo que no teníamos que estar pendientes gracias a Dios hemos logrado esos proyectos. Yo canalizo mis emociones, mato el tiempo, mato el ocio y me siento bien gracias a Dios y ayudo a mi familia”, narró Bordonada. 

Ana María Bello, es otra de las empresarias de la Escuela Industrial para Mujeres en Vega Alta, que a través del proyecto Resurgir que se dedica a la confección de bolsas y carteras elaboradas con material reciclado hecho de fragmentos de pancartas y publicaciones. “Cada una de sus piezas es única”, destacó orgullosa. 

“Resurgir es volver a la vida y a través de aprender confeccionar estas carteras que las confeccionamos con mucho cariño y mucho amor para todo Puerto Rico y ahora internacional”, dijo Bello, tras explicar que tardan un promedio de media hora en confeccionar cada una de estas bolsas de diferentes tamaños. 

Todos los confinados adscritos al programa están certificados por la Compañía de Fomento Industrial.