El sospechoso de asesinar a Tatiana López Ríos fue capturado la madrugada del domingo, luego de que se radicaran cargos y se le impusiera una fianza en su ausencia.

Cuando finalmente lo atraparon la excusa que le dio a las autoridades de por qué la  emprendió a escopetazos en contra de su víctima fue que la mujer, presuntamente, comentaba que él era un violador y un pedófilo.  

A José A. Muñoz Sosa, se le imputó matar a Tatiana en hechos ocurridos el viernes en la calle Georgetti, de Caguas.

El sábado por la noche  la jueza Alfrida Tomei, del Tribunal de San Juan, expidió la orden de arresto tras encontrar causa  en su contra por asesinato, violaciones a la Ley de Armas y disparar desde un auto en marcha. Le impuso $1.2 millones de fianza.

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Inicialmente sólo se sabía que la mujer fue atacada a tiros desde un auto en movimiento mientras estaba sentada en el bonete de un carro.

La víctima, vecina de la urbanización Villa del Rey, en Caguas, fue transportada al Hospital HIMA el viernes donde fue declarada muerta. 

El capitán Gerardo Oliver, jefe del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) en Caguas, explicó que el sujeto fue localizado la madrugada de ayer en una residencia en la Urbanización Machín, también de Caguas, y allí supuestamente  admitió su crimen.

Sin embargo, Muñoz Sosa se negó a revelar dónde  escondió el arma que utilizó para acabar con la vida de la mujer.

Las autoridades dieron con el sujeto gracias a vídeos de seguridad recuperados en la escena.

El capitán indicó que Tatiana era amiga de la ex pareja de Muñoz Sosa, fichado en el pasado por Ley de Armas y Ley 54 de violencia doméstica.

No pudo manejar su furia 

¿Pero comentarios e insultos son suficientes para que un individuo quisiera quitarle la vida a otra persona?

Según el sicólogo Alfonso Martínez Taboas si esa fue la verdadera razón del ataque mortal, las autoridades están ante una persona que seguramente no tiene las destrezas para manejar su furia y reaccionó de la peor manera.

“Mucha gente que ataca lo hace porque entiende que tiene que hacer algo por su honor o porque en su mente se cuaja la idea de que no va a permitir que le dañen su reputación o lo que sea. No sabemos si es cierto o falso que hubo esos comentarios, ni tampoco sabemos si la naturaleza de los  comentarios era o no era real, pero posiblemente el hombre no tuvo las destrezas interpersonales, ni emocionales para manejar la situación. Llamando a la policía, haciendo una querella formal en algún lugar podía detener la situación. Parece que lo cogió bien, bien personal, se sintió  ofendido y  atacado en su visión de mundo, entonces parece que atacar físicamente se le metió en la mente como una opción válida para esa persona”, explicó el catedrático de la Universidad Carlos Albizu.

“Como sicólogo puedo decir que hay lo que llamamos diferencias individuales: alguna gente es muy sensitiva a comentarios de otras personas mientras  otros no le hacemos caso a los comentarios y no nos complicamos. Los seres humanos tenemos tendencia a crear chismes y rumores y si le hiciéramos caso a todos habría cientos de asesinatos todos los días. Quizás la salud mental de la persona que no los sabe manejar no está bien, o quizás cuando se dan estas reacciones, aunque no sabemos si es el caso, hay personas que han sido abusados y se ponen bien sensibles, no les gusta que siga pasando. También hay gente con complejos o con cosas que no han trabajado en su vida o cosas que no han resuelto y reaccionan de forma violenta o inadecuada”, detalló a modo general el también ex presidente de la Asociación Puertorriqueña de Sicólogos .

El doctor afirmó que dependiendo del caso se pueden preveer y prevenir situaciones que acaben de esta manera.

Por ejemplo, mencionó que hay gente con historial de violencia,  que cuando están de mal humor o irritadas las opción de agresividad es la principal y la llevan a cabo  recurrentemente. 

“Si es el caso, si hay un historial en esa línea, allí hay una bandera roja y uno tiene que estar alerta y pensar que eso puede volver a pasar y alejarse”, indicó Martínez Taboas.

Javier Colón colaboró en esta historia.