Un individuo que por años eludió a las autoridades y que se convirtió en uno de los más buscados por la Policía luego de asesinar a su pareja en hechos que se registraron el 15 de agosto de 2014 en una residencia del barrio Celada de Gurabo, fue sentenciado este viernes a 40 años de prisión tras declararse culpable durante una vista celebrada ante el juez Daniel López González del Tribunal de Caguas.

Carlos Padilla Viera, de 51 años, hizo la admisión de culpabilidad luego de que las partes alcanzaran un acuerdo que sugería la pena que fue acogida por el magistrado.

Antes de que se emitiera la sentencia, el convicto le dedicó palabras a Zaida Estrada, la madre de la víctima, Sandra Ivette Mojica Estrada. Su voz se quebró mientras gesticulaba con sus manos esposadas a la única persona que compareció a la audiencia. 

“Quiero pedir perdón por el error que cometí. Pido perdón a la señora y a los hijos de la difunta. Perdóname”, dijo Padilla Viera, quien por meses había figurado como uno de los más buscados por la Policía hasta su captura en Río Piedras el pasado 16 de junio por un equipo especial compuesto por alguaciles federales y agentes estatales.

El primer día del juicio contra Padilla Viera se había programado para hoy y el magistrado iba a iniciar el proceso de desinsaculación del jurado con 67 candidatos que estaban en la espera de ser llamados en un salón contiguo. 

Pero la abogada de defensa, Ana González, y la fiscal, Aileen González Esteban, alcanzaron un acuerdo para que los delitos que originalmente enfrentaba el ciudadano por asesinato en primer grado y violaciones de Ley de Armas se reclasificaran a un homicidio atenuado y posesión de armas neumáticas. La sentencia mantuvo vigente otro delito imputado de violencia doméstica. 

El confinado también podría ser elegible a la Junta de Libertad Bajo Palabra (JLBP) al cumplir el 75 por ciento de su pena, aunque se le permitirá bonificar mediante buena conducta.

Padilla Viera asesinó a su pareja de varios disparos mientras los dos hijos de la mujer, de 8 y 14 años, se encontraban en la residencia. 

Las autoridades intentaron dar con el paradero del individuo en varios sectores de Gurabo y pueblos aledaños, y por varias semanas, se especuló que el sujeto se podía haber fugado a Estados Unidos. Investigadores aseguraron que el individuo con toda probabilidad se disfrazaba de mujer y que empleaba otras artimañas para esconder su identidad.

Pero Padilla Viera estaba huyendo de las autoridades mucho antes cometer el asesinato.

Según la Policía, Padilla Viera se convirtió en fugitivo a finales de los años 90 al no comparecer a una vista por violación a la Ley de Armas y Tentativa de Asesinato.

Los alguaciles federales también buscaban a Padilla Viera por una orden de arresto del estado de Nueva York que pesaba en su contra por una violación de una probatoria por hechos que se remontaban al 25 de enero de 2012. 

Por otro lado, la víctima también cumplió una probatoria en el 2011 por haber vendido sustancias controladas a un agente encubierto, aunque sus familiares han indicado que esta fue forzada a realizar la transacción. 

Antes del asesinato, la Policía acudió en “dos a tres ocasiones” a la residencia de la pareja tras reportarse incidentes de violencia doméstica, pero la mujer, dentro de un ciclo de maltrato, desistía de radicar la querella. 

“Las mujeres no deben temer”, indicó la madre de Sandra Ivette, quien aseguró que apoyó a su hija para que denunciara a su agresor. “El asesinato se pudo haber evitado”.