El juicio contra Alexis “Negro” Amador Huggins, de 24 años, acusado por la muerte de Stefano Steenbakker Betancourt, de 17 años, inició este miércoles con el testimonio de la madre de la víctima, Zorimar Betancourt Ramírez.

La mujer describió la desesperación que experimentó desde que recibió, la noche del 24 de junio pasado, una llamada telefónica de su hijo en la que le comunicaba que alguien lo seguía e impactaba por la parte posterior del vehículo de su abuela, una guagua Lexus, otra guagua Jeep Compass, hasta que se topó con la escena en la que fue baleado Stefano.

Betancourt Ramírez fue la primera testigo en declarar contra Amador Huggins, quien está acusado junto a John Anthony “Jongy” Morales López, de la muerte del entonces alumno de colegio privado Baldwin School en Guaynabo, en medio de un intento de “carjacking” en Dorado.

El juicio se ventila en la sala del juez Jay García Gregory, del tribunal de los Estados Unidos para el distrito de Puerto Rico. Este proceso comenzó en la tarde, luego que en la mañana concluyera la selección del jurado, integrado por siete mujeres y cinco hombres.

Ahogada en llanto, Betancourt Ramírez indicó que en esa llamada, la segunda que le hizo en un periodo de pocos minutos, Stefano le dijo que estaba “bien asustado” porque alguien lo seguía y lo “chocaba por detrás”.

Ambos habían salido, a eso de las 7:50 p.m., en carros separados desde Dorado hacia Guaynabo, con algunos minutos de diferencia.

La testigo dijo que le recomendó que hiciera un viraje en “u”, pero él le decía que no podía.

“Mamá no puedo, mamá no puedo, estoy muy asustado”, le decía su hijo. Ella estuvo en el teléfono en todo momento, y su hijo le iba narrando lo sucedido.

Según el relato, la guagua Jeep Compass, le habría pasado por el lado del conductor para bloquearle el paso. Fue de esa forma, que Stefano logró identificar el número de la tabilla que le dictó a su madre por teléfono. Lo último que le escuchó pronunciar su mamá fue un suspiro.

“Lo oí decir ahhhhhhh, y no lo escuché más”, detalló la mujer, quien se encontraba en su auto junto a su otra hija, de 14 años, y quien estaba celebrando su cumpleaños, y cuatro amigas de la adolescente.

Segundos después, Betancourt Ramírez indicó que se encontró en el camino con la escena, estacionó su auto “de forma que las niñas no pudieran ver lo que yo estaba a punto de presenciar”.

Detalló que al asomarse a la guagua que conducía Stefano, lo vio “como dormido y le caía sangre por la cara”. Dijo que la guagua estaba encendida, pero que tenía los seguros puestos.

“Vi un roto de un disparo en el cristal del pasajero y pensé en romper el cristal con mi mano, pero tengo una enfermedad en la sangre y me iba a desangrar”, sostuvo.

Betancourt Ramírez mencionó que como había otros carros en el lugar, salió corriendo hacia uno de los automóviles que se encontraba en el área, en busca de un objeto con que romper la ventanilla. En uno de ellos, observó un palo, así que abrió el vehículo y lo cogió.

Según explicó, aun tras romper el cristal no pudo abrir la puerta. De este modo, dijo, se fue por el lado del conductor y vio en la puerta un hoyo de bala y metió su dedo por el orificio. “Al meter el dedo, me di cuenta de que los hoyos eran más grandes que mi dedo, y dije: ‘oh Dios, mi hijo está grave’”, recordó sollozando.

Fue en ese momento, que un hombre, al que identificó como un “emergenciólogo” que se encontraba en la escena, le ayudó a abrir la puerta, y al ver el estado de Stefano, él le dijo “mamá, ponte a rezar”.

Betancourt Ramírez declaró que su hijo tenía un orificio en la cabeza, y que por la sangre acumulada se le formó una especie de “huevo”.

“Lo tomé por el lado de la cabeza para tratar de pararle la sangre, y hacía un ruido como un ‘mmm’, y se encogía y se trincaba y yo le decía: ‘Stefano vamos a rezar’, porque solíamos rezar juntos. Uno decía un parte y el otro la completaba. Y empecé a rezar, pero no podía porque empezaba y confundía todas las líneas, y le dije: ‘te estoy enviando a todos mis ángeles’”, relató al reiterar que trató de buscar con qué detenerle la salida de sangre, pero que no encontró nada en su auto.

De igual manera, señaló que cuando llegaron los primeros agentes de la Policía, ella les dijo que tenía el número de la tablilla del auto de los responsables de dispararle a su hijo, que cerraran las calles de Dorado para que los pudieran capturar.

“Estaba tan nerviosa que gritaba, gritaba y gritaba el número de la tablilla, y todos lo escucharon”, sostuvo. A preguntas de la fiscal Jacqueline Novas, quien representa al ministerio público junto a la fiscal María Domínguez, Betancourt Ramírez admitió que ya no podía recordar ese número.

“Yo no me acuerdo de muchas cosas de esa noche, solo me acuerdo de pedazos y pedazos”, agregó.

Describió el estado en que Stefano iba en la ambulancia hacia el Centro Médico en Río Piedras, luego de haber sido atendido en el Centro de Diagnóstico y Tratamiento de Dorado. Señaló, por ejemplo, que “estaba como una momia, con vendajes por toda la cabeza y le habían quitado toda la ropa. Solo le dejaron los calzoncillos”.

Al llegar al hospital, notó que tenía “tejido cerebral” en sus manos y que corrió a lavárselas para que su hija no se diera cuenta. Agregó que al ver el rostro de su vástago, “estaba violeta, estaba de otro color porque se le había ido toda la sangre a la cabeza. Había sangre por todos lados, le salía sangre por la boca y por la nariz”.

El juicio recesó hasta el jueves, cuando continuará el interrogatorio a la madre de la víctima.

Según la pesquisa, Amador Huggins y el coacusado Morales López -quien está en conversaciones para tratar de llegar a un acuerdo- indicaron que salieron esa noche porque era "un buen día para cometer un 'carjacking" y les llamó la atención una guagua Lexus blanca conducida por Steenbakkers Betancourt por la carretera PR-963, tras salir de la urbanización Dorado del Mar, donde visitó a familiares.

Según el pliego acusatorio, Amador Huggins y Morales López chocaron al joven por la parte trasera de la guagua para que se detuviera, pero este no paró y llamó a su madre para relatarle lo que estaba sucediendo.

Morales López dijo a las autoridades que él se quedó en la Jeep Compass, y Amador Huggins se bajó y fue por el lado del pasajero de la guagua Lexus, cuando escuchó entre cinco y seis disparos.

Cuatro días después, las autoridades detuvieron a Amador Huggins en Caguas, quien ofreció otra versión y dijo que quien lo acompañaba esa noche era Jordan "Menor" Ayala Cruz, quien fue arrestado poco después. Pero luego fue liberado cuando Amador Huggins, de 24 años, se retractó de su versión inicial.

El acusado podría ser sentenciado a cadena perpetua, de resultar culpable por los cargos de intentar causar muerte y serio daño corporal, intentar robar un vehículo por la fuerza y bajo intimidación que resultó en el asesinato de una persona, y poseer y usar un arma para cometer un "carjacking" que resultó en muerte.

Stefano, hijo de un comerciante holandés y de madre puertorriqueña, fue diagnosticado con muerte cerebral y desconectado de las máquinas el 27 de junio de 2012, no sin antes donar su corazón, hígado, riñones y páncreas. Cinco personas recibieron sus órganos.