Cabo Rojo. Carmen Montijo escuchó la noche del miércoles cuando a eso de las 10:00 p.m. sus vecinos de la casa del lado comenzaron a discutir. Era una escena habitual en esa residencia, según contó.

Lo que jamás imaginó era que cuando se levantara en la mañana de ayer, su sector conocido como el Camino Aníbal Rodríguez, en el callejón Los Martínez en Cabo Rojo, estaría lleno de policías.

Su vecino Jonathan García Rosa, de 26 años, asesinó de varias puñaladas a su pareja, Annette García Arroyo, de 31 años, con un cuchillo de cocina mientras los tres hijos de la víctima dormían en una habitación contigua.

“Habían discutido y los nenes estaban llorando. No puedo decir por qué discutían, pero peleaban por todo. Eso era casi todos los días”, confesó Montijo. 

 “Mi vecina fue la que me llamó para decirme que había pasado algo. Cuando salí y vi la policía, me quería morir. Jamás pensé que terminaría así”, sostuvo.

Según las autoridades, el propio García Rosa se personó en horas de la madrugada al cuartel de Lajas acompañado por los tres hijos para confesar que había matado a su pareja; allí quedó detenido.

Cuando investigadores de la Policía en Cabo Rojo llegaron al lugar de los hechos, se encontraron con el cuerpo sin vida de García Arroyo en una de las habitaciones.

Según el sargento Julio Matos Gotay, director de homicidios en el Cuerpo de Investigación Criminal (CIC) en Mayagüez, el cuerpo presentaba dos heridas de arma blanca en el área de la espalda y uno en el lado izquierdo del pecho.

“Hubo un forcejeo previo al acto de tomar el cuchillo. Él también muestra arañazos en el área del pecho y los brazos”, contó Matos Gotay.

El hombre, según las autoridades, tenía antecedentes penales ya que cumplía una probatoria de homicidio negligente por atropellar a una persona mientras conducía un vehículo sin licencia.

“¿Por qué me la quitan?”

Mientras las autoridades analizaban la escena y la fiscal a cargo de la investigación ordenaba el levantamiento del cadáver, en una esquina del patio de la casa, María Victoria Arroyo, madre de la víctima, apenas podía sostenerse de pie ante el dolor de perder a su hija.

“¿Por qué me la quitan, si es mi única niña?”, gritaba entre sollozos, mientras otros familiares la sostenían y le daban apoyo.

Aún tenía puesto el uniforme de su trabajo, un establecimiento de comida, hacia donde se dirigía como todas las mañanas, cuando recibió una llamada de la Policía que debía personarse al cuartel acompañada de un familiar, según contó su hermana y tía de la víctima, Cynthia Arroyo, único familiar que hizo expresiones a la prensa. 

“Cuando llaman a mi esposo para que la acompañe, ahí entendí que había sido algo bastante serio. Entonces, me dio con buscar por internet y ya la noticia estaba en los medios”, lamentó.

Arroyo confesó que apenas conocía a la pareja de su sobrina y tampoco dijo conocer de algún incidente que pudiera desembocar en un acto de violencia de género.

“Sé que su nombre es Jonathan, y compartimos algunas veces en familia, pero no puedo decir que era de una forma o de otra”, expresó. 

Su sobrina, según contó, era una mujer trabajadora y muy atenta con sus tres hijos de 11, nueve y seis años. Laboraba en una gasolinera. 

Las estadísticas oficiales de la Policía revelan que en lo que va de año han asesinado 25 mujeres, 13 por incidentes de violencia de género. 

Durante todo el año 2017 ocurrieron siete asesinatos por violencia de género.