Por segundo día consecutivo, una hermana de Xavier Jiménez Benceví, convicto por asesinato de una informante federal y quien enfrenta ahora la posibilidad de ser condenado a pena de muerte por su crimen, relató los horrores que vivieron tanto ella como sus 14 hermanos durante su niñez en el hogar de la familia.

María Benceví Berríos es la segunda hermana de Xavier que declara en esta fase del juicio en el Tribunal Federal. La mujer relató hoy, viernes, que los 15 hermanos fueron maltratados por su padre, pero que a Xavier, encontrado culpable por el asesinato de la informante federal Delia Sánchez Sánchez, le pegaban más por llorar mucho y ser más pequeño físicamente.

"Xavier lloraba mucho cuando pequeño. Siempre fue una persona delgada y para mí que lloraba mucho, porque no se alimentaba bien. Siendo una persona como era de pequeño y muy tímida, mi padre decía que no quería niñas ni niños llorones. Yo sentía para ese tiempo que mi pa'i no quería a mi hermano", relató María a preguntas del abogado John Martin en la sala del juez federal José A. Fusté.

La testigo -quien es hermana de padre y madre del convicto, pero dijo quien explicó que tiene los apellidos de su madre porque su padre no la inscribió- manifestó que la niñez de ella y sus hermanos "no fue vida, eso fue maltrato lo que vivimos".

Benceví Berríos destacó que su padre, Raymond Jiménez, se ponía violento cuando abusaba del alcohol y cuando usaba drogas.

"Era otra persona y se imaginaba cosas que no habían, como que había otra gente en la casa y nos atacaba a nosotros, corriéndonos con un machete o un cuchillo", expresó.

Recordó que una noche, a ella y a su hermana Brenda les dio sed, y fueron a la cocina. Cuando prendieron la luz, "mi papá estaba eñangota'o con un machete en la mano".

"Al vernos, apagó las bombillas y nos corrió. Tuvimos que correr a ciegas, todo estaba oscuro. Si no llegamos a correr, no sé si estaría aquí o mi hermana Brenda. Estaba bajo los efectos de las drogas. Corrimos por las escaleras y le pegó a dar cantazos a las escaleras con el machete. Se quedaron las marcas en los escalones", relató la mujer de 33 años de edad, cinco más que Xavier.

Benceví Berríos agregó que cuando su madre estaba embarazada de sus hermanos gemelos, "mi pa'i le tiró la comida y le reventó el plato" y que a su hermana mayor, quien tiene retardación mental, también le daba "puños, palos y bofetás".

"Él nos daba con varitas de palitos de chinas, con correas, con palos, con las manos y nos tiraba zapatos también. Las manos de mi padre son unas manos grandes y pesás. Cuando nos daba puños o bofetás, se sentían como piedra", recordó.

La mujer indicó que su hermano comenzó a meterse en problemas cuando se mudaron del residencial Brisas de Bayamón al Falín Torrech, porque eran residenciales rivales.

"A Xavier le afectó mucho la mudanza porque (pausa, trata de aguantar las lágrimas) como sufrió mucho maltrato de pequeño, al mudarnos nos trajo problemas de violencia con los mismos vecinos. Mi hermano cuando pequeño no se podía defender. Al verse ya casi adulto y que podía defenderse, no iba a permitir que más nadie abusara de él", agregó la joven, quien señaló que perdonó a sus padres, "pero no como yo quisiera" porque nunca mostraron arrepentimiento.

Cuando el fiscal James Dennis Peterson le preguntó cómo ella, que tuvo la misma crianza, pudo salir adelante y su hermano no, Benceví Berríos contestó: "Yo decidí seguir con mi vida, seguir hacia adelante por el bien mío y de mis hijos. Pero no todos tenemos la misma capacidad y paciencia para seguir adelante".

Entretanto, Juan Luis Morales y la hermana Virgenmina Rivera, maestro y directora del Centro Educativo Joaquina de Vedruna, declararon que Jiménez Benceví llegó al centro referido por Hogares Crea en el 2000, luego que fuese arrestado por robarse un auto. Cotaron que fue detenido porque los agentes de la Policía no podían ver quién conducía el vehículo por lo bajito que era, aún a sus 15 o 16 años.

"Se veía más pequeño porque era bien delgadito. Tenía dificultad, problemas de aprendizaje. Pero en los talleres era bueno, creativo, artista. Hizo un busto de Jesús tallado precioso... Él era de buen corazón, buenos sentimientos y era contento. Siempre buscaba cariño, que le dieran más amor", expresó Rivera, mientras Jiménez Benceví se secaba las lágrimas de los ojos.

Por la mañana, testificaron en sala cuatro de sus maestras en la escuela elemental Don Ramón Morales Peña, donde cursó tres veces el primer grado, dos veces el segundo y tres veces el tercer grado.

Las maestras lo describieron como triste, delgado, introvertido y callado.

Su maestra de primer grado, Celia Pilar Cruz, no pudo aguantar las lágrimas al recordar que el niño y sus hermanos desayunaban y almorzaban en la escuela, y pensaban que su madre los enviaba a la escuela "solamente para que comieran porque a lo mejor esa era la única comida que comían en todo el día".

Virginia Machuca, su maestra de segundo grado, catalogó a Jiménez Benceví como "triste, con la mirada triste, introvertido y calladito".

Maritza Cruz le dio clases en segundo grado, pero ya él tenía 10 años.

"De Xavier recuerdo que era un niño que en segundo grado tenía 10 añitos. Era un niño tranquilo, poco expresivo, de mirada triste. Tenía problemas para la lectura... Tenía interés en aprender, pero al no saber leer, se sentía frustrado", dijo Cruz, quien agregó que su madre "no le dedicaba de su tiempo y no le proveía los materiales".

Esta fase del juicio continúa el lunes. El mismo jurado que lo encontró culpable por asesinar a Sánchez Sánchez el 21 de junio de 2010 evalúa los factores agravantes y mitigantes de la fiscalía y de la defensa para determinar si lo sentencian a cárcel de por vida o a la pena de muerte.