Pasó la Semana Santa y ¿ahora qué? La conducta de algunas personas es interesante.

Nos curamos una semana y las restantes 51 semanas del año estamos jorobando al prójimo o a uno mismo, sin tener presente que nuestro cuerpo y alma es el templo del pasado, presente y futuro.

Nos hacemos daño unos a otros porque somos islámicos, ateos, musulmanes, cristianos, tibetanos; no tenemos tolerancia ni respeto al prójimo.

Miramos con lujuria a la mujer ajena y nos enfada que el otro haga lo mismo con nuestra hija, nuestra hermana, nuestra…

Respeto para que nos respeten.

Jugamos en la lotería, la que sea, y le rogamos a lo divino que nos pegue para hacer obras.

El boxeador se persigna y le ruega a lo divino ser el mejor golpeando al contrario, pero el adversario piensa lo mismo.

El bateador se persigna y le ruega a lo divino darle un cuadrangular al lanzador, pero el jugador desde el montículo hace la misma oración.

El político se persigna y ruega obtener la gracia del elector para hacer el “bien común” cuando llegue al puesto.

Vamos a los hospitales a confortar a los enfermos y le decimos a lo divino que 

me estoy portando bien y que espero estar a su diestra.

Damos el diezmo y le decimos a lo divino que lo estoy haciendo bien y que espero estar en el paraíso.

Damos al diezmo al partido político y cuando gana pienso o reclamo un puesto para un familiar, una amistad o para mí.

Pagamos la cuota del PTA o Asociación de Padres y Maestros y creemos que nos deben deferencia y tratamos de controlar el plantel o las notas de nuestros descendientes.

Pagamos la cuota de la Asociación Deportiva y exigimos que nuestro chico o chica juegue todo el tiempo en el desafío como regular, no suplente, sin importar que los otros también pagan.

Estando arrodillado o mirando al cielo, ayudamos al anciano vecino, pero con escapularios ajenos.

Auxiliamos a alguien en la carretera y le recordamos a lo divino el buen ser humano que soy.

Nos metemos en un lío con la justicia, pagamos la representación legal, salimos bien y desfilamos en procesión por los santuarios en lo que nos pasa el susto.

Lector, la lista es larga. No me juzgues, antes piensa qué hiciste, qué hago y qué haré, entonces difiere o coincide.

Creo que no hay problema con dar a la parroquia, al partido político o a quien quieras. Recordemos que hay separación Iglesia y Estado y no es pecado asociarnos bonafide y dar chavos.

Por el contrario, me parece que lo incorrecto es dar dinero a cambio de… ¿ganarnos indulgencias divinas; ganarnos el favor político?

Pay to prey, pay to play, play to heaven.

¡Basta de chantajes!

Como aprendí en mi San Sebastián de las Vegas del Pepino: “a quien le pica es porque ají come” o “al que le caiga, que se ponga el sayo”.

Hagamos el bien por el bien mismo, sin esperar indulgencias divinas, sin esperar la recompensa partidista.

¡Haz el bien y punto!