Recientemente, llegué de participar en la Asociación Nacional de vicegobernadores (NLGA, por sus siglas en inglés) en la ciudad de San Diego. Allí, varios compañeros, más allá de la política, me preguntaban por las familias puertorriqueñas. Por su estado de ánimo, por la situación personal del pueblo boricua. 

Todos sabemos por lo que hemos pasado. Todos sabemos del día a día, del esfuerzo, del trabajo y la dedicación por la recuperación y reconstrucción de nuestra Isla bendita. Y eso, precisamente es lo que les transmití.

Puerto Rico ha sufrido el paso de dos huracanes de gran categoría en menos de dos semanas. Uno por el medio de la Isla, devastador. Eso es cierto. No hay marcha atrás... Y si bien es cierto, que no se puede cambiar la historia, más cierto es, que estos acontecimientos, ya forman parte del pasado. 

La fotografía actual, la de hoy, son cientos de fotos de familias armando su arbolito de Navidad, son las fotos de los hombres y mujeres que han dado muestra de extrema solidaridad, son las fotos de los niños en el colegio, las fotos de los ancianos que vuelven a sonreír, las fotos de los hombres yendo a trabajar, las fotos de las mujeres retomando las costumbres de sus hogares. Esas son las fotos de hoy. ¡Son las imágenes de un Puerto Rico que se levantó con más fuerza que nunca! 

Somos un pueblo con un espíritu inquebrantable, de trabajo y superación. Ese espíritu, forma parte de nuestra sangre, forma parte de nuestro orgullo boricua. 

¿Falta? ¡Claro que falta! Nadie aquí se va a quedar de brazos cruzados. Falta y mucho. Es por ello que nos levantamos cada mañana con el espíritu de saber que nuestro esfuerzo es personal, pero nuestro trabajo es colectivo. Que el humilde aporte es un granito más de arena que suma a la reconstrucción de nuestra Patria.

Pero parece que, en el medio de esta realidad, hay gente que, en vez de poner el hombro, lo saca, que, en vez de trabajar por el conjunto de los hombres y mujeres de Puerto Rico, lo hacen por su egocentrismo político, que ni siquiera ya es bien visto por sus cercanos. 

Qué satisfacción más grande puede tener un funcionario que trabajar por su gente y devolverle al pueblo una sonrisa; en vez de mudarse aquí y allá, retratando con (variada y mal) intencionada ayuda, fotos pasadas y carentes de soluciones. Fotos mezquinas, oscuras, que dejan traslucir vulgares intenciones…Usted elige qué foto quiere llevar y atesorar. 

Quienes amamos esta tierra sabemos que todos los días tenemos una nueva oportunidad para “tomar una foto”. En esa foto se funden en un abrazo todos los puertorriqueños que día a día se levantan con más fuerza que nunca, honrando esta tierra bendita.

¡Feliz Navidad!