Viendo los acontecimientos de la IUPI y su huelga, reflexionaba con varios colegas sobre los eventos que se desarrollaban en nuestro principal centro docente. Los reclamos, más que legítimos, parecen no caer en tierra fértil y ha comenzado la tirantez entre estudiantes, profesores y otros sectores. La energía se gasta en asambleas, convocadas para discutir si se continúa o no con el esfuerzo de bloquear los portones de los recintos a través del mecanismo de protestas. Se hacen peticiones de reuniones e invitaciones de diálogos, para poder discutir varias propuestas que han nacido en las mencionadas asambleas. 

Sin embargo, nadie llega a la cita que se pide. Nadie quiere sentarse en la mesa y, lo que es peor, se pautan algunas reuniones insulsas en fechas que carecen de urgencia. Ante esto, uno se pregunta: ¿qué es lo que está pasando? Lo primero que salta a la vista es el propio mecanismo de la huelga. Para que esta herramienta sea exitosa, tiene que tener un grupo al otro lado, que sienta la presión que ejerce este tipo de mecanismo.

En el pasado, los reclamos se atendían con mayor o menor urgencia, pues al otro lado existía alguien que sentía el pisotón. Los gobiernos, siempre cedían. Ya fuera al principio o al final, el interés electoral y la seducción de administrar el presupuesto colonial provocaba el salivar de los políticos que se rendían a los reclamos, aunque estos no rayaran en lo razonable. Hoy, ello está ausente. 

La actual administración ha mostrado poco o nada de interés en esa institución educativa, pues lo miran como un buque enemigo. El barco está lleno de “pelús” que no son afines con el cantar estadista y que están prestos a detonar sus cañones para sabotear el ideal azul del gobernador. De igual forma, en esta ocasión la última palabra no la tienen en Fortaleza, ya que recae en los deberes delegados por el Congreso Estadounidense a una Junta de Control Fiscal, que ya marcó su territorio, impulsando los mezquinos recortes. 

El presidente de la Junta, José Carrión, que al ser acorralado por estudiantes en un lugar público, dijo que se reuniría con los representantes estudiantiles para buscar un punto medio a lo que se exige, cambió la tonada al insistir en el machetazo de casi $500 millones. Al señor Carrión le vale quién está en Fortaleza ahora o quién vendrá en el futuro. Su nombramiento trasciende el cuatrienio y el mismo tiene una inmunidad total para defender sus movidas. La Junta no podrá ser procesada por ninguna causa, o acción que tome, esto según reza en el documento que firmó Obama. Ellos son los dueños y señores del circo. 

Suena cruel y hasta burdo, pero es la realidad. Ellos no sienten la presión con la que se reclama en los 11 recintos. Se montan en un avión para refugiarse en algún salón lujoso de Nueva York, para proseguir con su agenda. De nada vale denunciar su presencia colonial pues al fin y al cabo, poco importa lo que ya se sabe.

Urge cambiar de estrategia de lucha. Reabrir los recintos y experimentar nuevas avenidas. La utilizada hasta ahora no va a rendir el fruto esperado y va a dejar profundas heridas. Los que protestan sienten amor por su universidad. Eso no se pone en duda. Sin embargo, la cólera con que manejan el asunto y las estrategias esbozadas demuestra que le van a infligir más daño que bien. 

Veremos a ver si el mensaje cala a la larga o veremos el hundimiento de nuestro principal centro docente.