En mi niñez fueron muchas las veces que escuché el término “limbo”. Era un lugar en el cual ciertas almas terminaban una vez concluido su paso terrenal, pues no tenían el beneficio del bautizo que los libraba del pecado original.

De esta manera, no tenían los atributos para entrar al cielo ni tampoco para terminar en las pailas del infierno. Era un lugar en el cual no pasaba nada. 

El término vino a mi memoria una vez se divulgó la carta del secretario de Justicia federal, Jeff Sessions, en la que prácticamente le tiraba un bombazo al proyectado plebiscito del 11 de junio próximo, que empuja el gobernador Ricky Rosselló.

En un abrir y cerrar de ojos, puso el carro del status en un callejón sin salida y con la palanca para dar reversa dañada. El intento para buscar que la consulta contara con el aval del ala Ejecutiva del gobierno de los Estados Unidos y lograr así ser vinculante, sufrió un revés serio. Esa palabra era importante. Era la diferencia entre esta consulta y otros procedimientos, que se convirtieron en meras encuestas para medir en un momento dado la preferencia electoral. 

Lo primero que retrató Sessions fue el intento cargado de la consulta al plantear que la Estadidad, es la única fórmula que garantiza la ciudadanía estadounidense por nacimiento, ya que el actual status también ofrece y conserva ese privilegio. De esa forma, el Secretario movió los hilos para que la fórmula actual que rige en nuestra Isla esté presente en la papeleta. 

Sin embargo, no comience a aplaudir pues el actual status que los miembros del Partido Popular Democrático llaman Estado Libre Asociado, quedó al desnudo una vez más.

En esta ocasión, la carta no menciona por algún lado la famosa palabra inglesa de Commonwealth, que ha sido usada para llamar o describir el ELA que nos rige. En su lugar, el Secretario describe como un status territorial bajo los poderes del Congreso. O sea, todo el show del 1952 con su Ley 600 es tan fantasioso como las películas de Disney.

Lo que trataron de pintar en esos años, en cuanto a que se había logrado un avance democrático, nunca ocurrió. De verdad, que no sé con qué cara salió Rafael Hernández Colón a celebrar la dichosa carta y pedir que se incluyera en la papeleta. 

La carta vuelve a confirmar que no existe pacto bilateral alguno, que un ELA mejorado no es posible fuera de la cláusula territorial, y que si aspira a moverse fuera de la cláusula, solo tiene la vía de la Independencia.

Por cierto, la carta también dejó claro que la Libre Asociación, fórmula avalada por el sector soberanista en el PPD, es una fórmula de independencia bajo la cual requiere una evaluación sobre una variedad de asuntos relacionados a la ciudadanía, dando a entender que no retiene la ciudadanía estadounidense. 

Ante este panorama no vale la pena empujar la consulta que fue enmendada esta semana para incluir el actual territorio. Por la insistencia de la fecha, no va a lograr el ansiado aval del Ejecutivo y terminará en el  mismo lugar que las consultas de 1967, 1993, 1998 y 2012. 

Es hora de convocar a todas las fuerzas a un diálogo en el cual no se juegue a la agenda más cargada y busque un consenso en lo procesal, y que cada sector trabaje con fórmulas realistas.

Ya la carta del señor Sessions nos puso los acentos sobre la íes. Es cuestión de pensar qué es lo más digno para nuestra Isla y qué está dispuesto a aceptar el norte. De lo contrario, seguiremos en este limbo, donde nos empujan Juntas de Control Fiscal con la agenda de un solo lado y se nos trata como los happy colonials. Veremos a ver si aprendemos la lección o volveremos a resbalar.