Puerto Rico es la isla de la controversia. Aquí se respira, se vive el toma y dame. Todos tienen su postura con la convicción de que tienen la verdad agarrada por el rabo. En ese vivir caribeño juzgamos todo evento u acción. Aquí los tonos grises muchas veces no valen porque todo tiene que ser blanco o negro; así lo demuestra la más recienite controversia pública.

En el mundo artístico, Benito Antonio Martínez Ocasio, mejor conocido como Bad Bunny, es una de las nuevas estrellas nacientes del género urbano. Su éxito ha sido de tal magnitud que ya es considerado una figura cimera que está generando millones de dólares sin haber grabado un disco de manera formal. De hecho, su primer gran concierto en la Isla ocurrió la semana pasada, cuando vendió más de 22,000 boletos en el Centro de Convenciones de Puerto Rico. 

Su gran problema, o por lo menos por lo que ha sido etiquetado como nocivo, es el género que practica. Hablo del trap, movimiento musical que se destaca por su fuerte contenido violento y sexual.

El trap tuvo un ancestro que levantó quejas y censuras por igual y que se conoció como el underground. Muchas de las mega estrellas de este momento tuvieron su génesis en el underground, para finalmente migrar a temas menos hirientes al oído. Las tarimas internacionales se abrieron y ya todos los conocen. 

Recuerdo que en un momento Don Omar se enojó al acusar a los exponentes del Trap de dar un paso atrás en cuanto a la música se refiere. Puedo entender el disgusto del intérprete, pues le tomó mucho tiempo ganarse el respeto y que se le concediera el reconocimiento actual. Sin embargo, debemos entender que cada generación tiene su referente musical. No es ni bueno ni malo, solo diferente.

En la década de 1960, el movimiento de peace and love produjo los llamados hippies. Su música, así como sus prácticas de amor libre o rebeldía, escandalizó a todos. Los Beatles fueron su mejor referente, pues los talentosos músicos fueron llevados a la hoguera por su encuentro con las drogas, entre otras prácticas. Lo mejor de la música quedó, lo otro fue desechado.

Así ocurrió también con el boom de la salsa. Los años que dominó la Fania no dejaron de escandalizar con su letra y sus traspiés con el mundo de las drogas. Se malograron muchos que rodaron arrastrados por su vida intensa. Aunque hubo letras como la de “si te cojo coqueteándole a otro, un piñazo en un ojo te voy a dar” de Maelo, que es un culto a la violencia doméstica, no es lo que se quedó. Hoy día disfrutamos de una gran variedad de clásicos que sí lograron un buen sitial, otras fueron simplemente melodías desechables. 

Pienso que eso mismo ocurrirá con el trap. El Bad Bunny no podrá llevar una longeva carrera artística si pretende insistir en ese género. Las grandes tarimas lo van a forzar a modificarse. Su música actual de culto al “maleanteo” terminará siendo desechable. 

El joven tiene talento. A usted puede no gustarle lo que canta. A mí, por ejemplo, no me gusta tampoco, pero le doy el beneficio de la duda. A veces pienso que su juventud lo traiciona, sobre todo en las redes sociales por las cosas que escribe. Uno puede inferir que no piensa mucho lo que va escribir, pero no es nada que un buen relacionista no pueda trabajar. 

Sobre las críticas a la exención contributiva que le otorgó el Gobierno, solo se puede decir que el joven cumplió con los papeles y qué bueno que quiera hacer algo legal. Es una herramienta disponible y se acogió a la misma.

Él no es el Farruko que se le olvidó reportar $51,000 en efectivo en Aduana. Gran cuentazo para evitar rendir de manera legal o al menos eso pudiera demostrar. 

Tiempo al tiempo. Veremos cómo evoluciona este Bad Bunny. En sus manos queda su futuro y él decidirá con sus hechos si se mueve a la tarima de la grandes como Daddy Yankee, entre otros, o terminará en el vertedero del olvido con otras chatarras de distintos géneros que no trascendieron por la estridencia, así como pésimas decisiones de vida.