Cuando el calendario marca 56 días del paso por la Isla del poderoso huracán María, es meritorio reconocer la labor de muchos servidores públicos quienes se han fajado de campana a campana. Al tope de la lista tienen que estar los trabajadores de la Autoridad de Energía Eléctrica, quienes han hecho de tripas corazón. La falta de materiales y equipos ha empinado la cuesta más de lo imaginado y los escándalos tipo Whitefish han venido a crear ruido en una convulsa isla impactada por este histórico fenómeno. 

Sin embargo, no es para ellos las líneas de hoy. Mi atención quiere dirigirse a los miembros de la Policía.

En estos días, ha saltado a la noticia pública el disgusto que existe entre sus miembros por el incumplimiento de parte de los altos directivos en cuanto al pago de horas extra. Los muchachos se han crecido. Han trabajado turnos de 12 horas sin parar desde Irma. Los vemos en las intersecciones dando tránsito. Se desempeñaron igual en labores de rescate en Levittown, Toa Baja, y otros lugares del 100 x 35. Asimismo, escoltaron los convoys de ayuda en los 78 municipios, sumado a su labor diaria de proteger y combatir el crimen. En fin, ¡para ser policía se tiene que nacer y dar la milla extra!

Por las entrevistas que he podido realizar a los directivos de las organizaciones que agrupan a los uniformados de azul, el trato ha sido muy inadecuado. No estamos pidiendo que se tongoneen como niños pequeños, pero era importante la presencia de la superintendente Michelle Hernández. Como buena coronela, debe saber que las tropas necesitan verse respaldadas por sus superiores en tiempos de guerra. Lo más cercano a esta realidad ha sido esta emergencia. No se trata solo del dinero, que siempre hace falta, sino ese apoyo moral. Aquí, al parecer, no ha ocurrido ni una cosa ni la otra. 

Sabemos que tenemos que ser exquisitos con el visitante y más si viene ayudar. Esta premisa aquí la llevaron al máximo nivel pues de acuerdo a los líderes gremiales, a los policías que llegaron de los Estados Unidos le dieron hospedaje de hotel, buen trato, buenas comidas y hasta tarjeta de crédito para cubrir gastos. Al lado de ese uniformado estaba el agente local que lo más seguro vive en algún pueblo distante, pues sabemos que la zona metro de San Juan no produce policías. Ese trato desigual, aunque se haga un esfuerzo por entenderlo, llega a doler. 

En cuanto al dinero de las horas extra, pensaron que la historia sería diferente durante esta emergencia, pues estos fondos se suponen sean reembolsados por FEMA. Sin embargo, a pesar de esto el trámite ha sido igual de lento y burocrático. Lo habitual, año tras año, los agentes tienen que sufrir la larga espera para cobrar, se manifiesta ahora sin diferencia alguna. Eso definitivamente frustra. Ni siquiera ahora pueden tener esa sensibilidad. 

Lo preocupante es que el policía no está ajeno a las necesidades que padecemos todos en esta catástrofe. La salida del aeropuerto está igual de abierta para ellos, que para usted y al parecer para muchos más, quienes a diario optan por abandonar la Isla. Más aún cuando estados de la nación americana solicitan agentes, pues la población hispana sigue creciendo. Mejores ofertas los lanzan a esa aventura, aún reconociendo que los sitios calientes allá pueden meter miedo. Esto se tiene que atender de inmediato. Se puede resolver con un poco de gerencia eficiente. Nada que Héctor Pesquera no pueda resolver. 

Mientras este dime y direte se resuelve, es justo aplaudir a nuestros policías que día a día se lanzan para hacer de este terruño un mejor lugar. Gracias por eso. ¡No todos nos olvidamos de ustedes!