Esta semana se dio a conocer que la vicepresidente cameral Lourdes Ramos presentó un proyecto para prohibir el cobro de bolsas plásticas en supermercados y distintos comercios de nuestra Isla.

La medida es la respuesta a un cargo que proliferó tras haberse prohibido las bolsas plásticas que se daban gratuitamente en los mismos comercios y que ahora las cobran. 

Si usted no hubiese residido aquí en los recientes años y acaba de leer el párrafo anterior, podría pensar que es una locura, un absurdo o que el que escribe decidió verter jerigonza en prosa.

Pues no. Es la pura realidad en el reino macondiano boricua. La intención del exrepresentante popular José Báez era la correcta. 

Eliminar las bolsas plásticas, que como todos sabemos terminan en los vertederos, era una buena medida en pro del ambiente.

Sin embargo, terminamos pagando por bolsas más fuertes o resistentes, que igualmente son de plástico.

La excusa ahora es que estás se pueden rehusar.

Oiga, las otras también, pero la mayoría de nosotros la usábamos para sacar los desperdicios.

Curiosamente esas bolsas resistentes están terminando su vida en el basurero, pues también son utilizadas para el mismo fin.

Otra excusa que dan los defensores del cargo es que el plástico que ahora se usa es biodegradable y el anterior, no lo era.

¿En serio? Esto suena a una justificación de último momento para defender lo que se convirtió en un ingreso adicional a los comercios. Muy bien se pudo haber utilizado el mismo material biodegradable como requisito para los empaques existentes antes de la prohibición.

Lo ideal es acudir a los bolsos que pueden ser utilizados en múltiples ocasiones. Lo cierto es que se nos puede tildar de poco disciplinados, por no catalogarnos de vagos o que tal vez nos incomoda cargar con los bolsos en el vehículo. También podemos adjudicar que simplemente se nos olvida hacer el ejercicio de buscarlos, al momento de acudir al supermercado.

Un cambio de hábito toma tiempo y aquí queremos que las cosas cambien rápido. Esto no es así. Debemos educarnos o simplemente replicar lo que hemos hecho por años en las mega tiendas Costco o Sam’s, donde no dan empaques y siempre usted se las ingenia para cargar con los artículos. 

La realidad cotidiana es que usted queda atrapado en una caja registradora con una compra generosa en artículos y sucumbe a la tentación de comprar la “bolsa plástica resistente y reusable” que nos espetan por el módico precio de 5 centavos o un poco más.

De esta forma, se dio un ingreso adicional para algo que gratuitamente era parte del servicio al cliente. Ahora no quieren soltar ese dulce.

El presidente del Centro Unido de Detallistas ya gritó. Dice que va a representar en un golpe al comerciante. Caramba. Toda la vida se dio al cliente bolsas de manera gratuita y ahora, lo único que se pide es que no cobren por las mismas. 

En esta era donde la inflación nos arropa es un cargo oneroso que impacta nuestro bolsillo, el del trabajador. Una buena idea no debe deformarse, se debe eliminar el cargo y continuar con una campaña de orientación hasta lograr la buena costumbre de usar bolsos de tela u otro material resistente.

Nos tomará tiempo, pero el fin vale la pena. Así que estaremos pendientes a las movidas legislativas y cómo terminará todo esto.