Si el título le llamó la atención, no quiero quitarle la ilusión, pero no se trata de la famosa isla de los piratas de la saga de películas Pirates of The Caribbean, sino de la realidad de Puerto Rico. Aquí las cosas se hacen al estilo de Luis Fonsi, Despacito, bien despacito. La urgencia no figura en nuestro orden de prioridades. Es triste decir esto, pero es la realidad.

Ayer se cumplieron cinco meses del paso del huracán María y ciertas cosas están detenidas. Un buen ejemplo lo son los semáforos. Es increíble la cantidad de intersecciones que no cuentan con este servicio. Los encontronazos verbales, así como los accidentes son la orden del día. Caer en una intersección hoy día es llegar al viejo oeste. Usted tiene que ser bien vaquero para salir ileso de esa experiencia. 

En un principio policías, estatales y municipales, así como muchos oficiales jubilados dieron la mano. Se entendía que el servicio de energía eléctrica era inexistente y todos colaboraban.  El tiempo fue pasando y la zona metro de San Juan fue prendiéndose, pero los semáforos decían coquí, coquí. Vinieron las excusas, primero que muchos semáforos se los llevó el viento, luego que había que pedirlos, después que se dañaron las computadoras que los sincronizan. En fin, una línea interminable de versiones encontradas que no le dibujan una sonrisa a nadie.

Llegó el quinto mes y lo que tenemos es un “friforol”. Excusa va y excusa viene. Todos acompañados de la famosa coletilla que es recitada sin sonrojarse: “tenemos que entender que este este es el peor desastre que la Isla haya sufrido en la era moderna”.

Esta cool, lo podemos entender hasta un punto porque después uno se da cuenta que existe mucha dejadez por no acusar de ineptos a los administradores del Departamento de Transportación y Obras Públicas. ¿Cuánto más tenemos que esperar? Esa es la pregunta. 

Lo mismo ocurre con la energía eléctrica. Los alcaldes ya perdieron la paciencia. Su frustración ya salta a la luz pública. Sienten que los han cogidos de pensuacos. Si ellos sienten ese sentimiento de abandono, ¿qué será de Juan del Pueblo, que siente que está en el último lugar de la lista? 

El aliento que inyectó Justo González al llegar a la posición máxima de la AEE se lo llevó la brisa invernal puertorriqueña al toparse con bolsillos y bolsillos que aún están sin luz. Don Justo dijo con entusiasmo que los bolsillos eran para los pantalones. La frase le quedó bonita, pero más nada. Muchos hermanos se asoman al atardecer para toparse con la triste realidad de que son parte de un 20 por ciento, que aún está en las tinieblas. La emergencia no ha terminado. Repito, no existe urgencia. Sobre las luminarias, es igual. Las carreteras están como boca de lobo. 

Otro elemento que demuestra mi denuncia. Al momento no se ha presentado el proyecto que visibilizaría los parámetros de la venta de nuestra principal corporación pública.

Aunque el Gobernador fue osado al presentar unas ideas sobre cómo se privatizaría la Autoridad de Energía Eléctrica, no ha puesto en blanco y negro los detalles. En ese momento dijo, dos semanas. Al término de ese tiempo se sentó conmigo en Ahí Está la Verdad y pidió dos semanas más. El cronómetro llegará a cero el viernes.

Hasta el día de hoy, nada. ¡Cuatro semanas! Un mes, y nada.

Usted no debe hacer público algo tan sensitivo sin tener los elementos discutidos y planchados, listos para el escrutinio público y para el proceso legislativo. Es imperativo que la democracia visibilice que se hagan las enmiendas, que lo hagan un mejor proyecto, pero andamos lento.

Ese es el escenario ideal, pero en la isla tortuga, esa no es la fórmula. La actuación del Gobernador da la impresión de improvisación. Eso nunca es bueno, sobre todo, en esta coyuntura histórica donde tenemos una Junta de Control Fiscal, una deuda impagable, cero créditos y una pobre clase política.

Así se nos van los días en la isla tortuga.