Uno de los eventos históricos que ha trascendido a través del tiempo es el capítulo en el cual Marco Junio Bruto asesinó al emperador romano Julio César.

Bruto era un cercano colaborador de César y le tenía un cariño comparable al de padre e hijo. Fue esta la razón por la que el acto de traición, que culminó en asesinato, impactó tanto. El hecho sangriento es también metafórico, pues en el juego de la política las lealtades están pegadas con goma de mascar. 

Las diferencias políticas pueden tornarse amargas. Es común entre opositores, pero de los que quiero hacer referencia, es a los que son “guineos del mismo racimo”, aquellos que comparten una misma ideología o un pensar similar. 

El acto más reciente tiene como actores al presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, y el gobernador Ricardo Rosselló. El veterano líder senatorial ha ocupado titulares al contrariar los planes del gobernante. 

El cacareo es general, pues algunos piensan que el liderato tiene que ser monolítico. Usted ordena y todos los que están en el organigrama, tienen que actuar de manera automática. Por pensar y actuar así, es que nuestra Isla ha caído en un boquete. Nuestro sistema es de contrapeso, no es capricho.

Sin embargo, el liderato de mano férrea, fuerte y hasta dictatorial benévolo implantado por Muñoz, llevó a los puertorriqueños a pensar que era la manera correcta de gobernar. 

La ley 80 ha sido la manzana de esta nueva discordia, en la cual no se ha puesto sobre la mesa la razón o justificación por la cual deba desaparecer. Solo se dice que es la cabeza que pidió la Junta y que, a cambio, nos dejaban por un año el bono de navidad, y los días de vacaciones y enfermedad.

La Junta no ha presentado, en blanco y negro, las razones estadísticas que demuestren lo necesario de la petición. Esa ha sido la postura del líder senatorial y pienso que tiene razón. 

Catalogar a Rivera Schatz de desleal o traidor al PNP, es como decir que el “conejo de pascua le llevó regalos al niño Dios en la Epifanía”. ¿Qué tenga aspiraciones políticas? Podría ser. Sin embargo, no creo que sea suicida. El usted retar a un gobernador en funciones, solo le garantiza una derrota segura, además de convertirse en un escombro. 

Las diferencias entre correligionarios tienen una larga historia en nuestro País.

Alejandro García Padilla enfrentó una disidencia capitaneada por Manuel Natal, quien hizo que naufragaran varios proyectos de Administración. El propio Rivera Schatz tropezó con Luis Fortuño en su gobierno.

Sila Calderón y Aníbal Acevedo Vilá mantuvieron distancia y categoría a pesar de que fueron compañeros de equipo en la papeleta. El desdén fue tal que Calderón se retiró y conformó una papeleta con Hernández Mayoral y Roberto Pratts, dejándole a Acevedo Vilá una candidatura no deseada para San Juan. Lo hizo de espaldas a él y todos recuerdan cómo terminó, Aníbal convirtiéndose en Gobernador en una elección cerrada.

De hecho, Aníbal y Hernández Mayoral fueron los caballos de pelea en una primaria que enfrentó a Calderón con Rafael Hernández Colón.

¿Qué me dicen de Pedro Rosselló y Carlos Romero Barceló? Durante el primer cuatrienio del mayor de los Rosselló, Romero Barceló anduvo por su lado y parecían de partidos contrarios y no del mismo equipo. 

La lista es larga de eventos, casos y personas. Las diferencias en unos casos se superaron, en otros mantuvo un enojo a lo largo de los años y en algunos casos, no tan solo rompieron en lo personal, sino que también propiciaron brincos de partidos e ideologías.

Mucho ha llovido desde el año 44 Antes de Cristo cuando Bruto acabó con César, pero desde entonces la historia recuerda que en la política no existe hermandad.