El pasado martes se regó como pólvora que Anibal Vega Borges, el otrora alcalde del pueblo de Toa Baja, estaba de regreso en la vida pública al ser contratado como asesor en el Senado de Puerto Rico.

 La movida sorprendió a muchos pues tras su derrota electoral en el proceso primarista del 2016, salieron a la luz una serie de irregularidades administrativas que rayaban en la delincuencia. Sus compueblanos le habían pasado factura. 

Tristemente, muchos empleados se quedaron sin cobrar por el pobre juicio de Vega Borges y la forma en que presupuestó el dinero de su municipio. Las irregularidades fueron más allá de la denuncia pública y todos fuimos testigos de un operativo federal. Las especulaciones fueron amplias, pero todas señalaban malos manejos que podrían llegar hasta el propio Vega Borges. 

Ante esto, sorprende que el Presidente del Senado lo integre a su equipo de trabajo. El contrato es la cara de la burla. La burla que se convierte en mueca de dolor en el rostro del elector que acude a las urnas para usar su voto y la alegada fuerza que representa para salir de estos lastres, que tanto daño le hacen a nuestro pueblo.

Tras darle el rechazo con la fuerza del lápiz, vemos a los políticos derrotados actuando como el gato doméstico, ya que se meten por cualquier recoveco para mantenerse adentro. El guisar es la consigna. El panismo queda al desnudo. Todos los derrotados están tranquilos. Esta es la fraternidad que velará por sus finanzas. Ellos aseguran mantener sus beneficios con el menor esfuerzo. 

El ser un “ex algo”, te garantiza la sabiduría de chacharear arriba y abajo en las paredes de mármol. La mejor evidencia es Rony Jarabo. Desde su salida por la puerta del bochorno, producto de un escándalo de faldas, se ha amamantado con gran arte de la teta pública, cuatrenio tras cuatrenio. Por eso no escuchas a los rojos vociferar públicamente el contratito de Vega Borges. Ellos también tienen sus manos manchadas al otorgar contratos a los derrotados autonomistas.

Vega Borges no está solo. También reapareció Jorge Santini, el derrotado exalcalde de San Juan. Este no pudo guisar durante los pasados cuatro años pues la victoria roja del 2012 dejó a los azules maltrechos y con pocas alternativas de repartir. Es por ello, que llega ahora a buscar lo que no se ganó en ese tiempo. Ahora digo yo. Si los dos son abogados. Si los dos son unos cachanchanes en el campo del derecho, ¿por qué no se juntan y establecen un bufete en lugar de chupar los fondos públicos? Claro, en el campo privado tienen que trabajar. En el Senado, lo que hacen es virar huevos y recibir su cheque posiblemente en depósito directo. 

Mientras tanto, se fueron cerca de 100 empleados que fueron contratados por la pasada administración. Vieja historia con el mismo resultado. Si usted no tiene un nombre reconocido es el bagazo con el que juegan los penepés y los populares. 

Curiosamente, el presidente de la Cámara Johnny Méndez salió a comentar el asunto. Se fue de fondillo alabando las bondades de los contratados. Dijo sin sonrojo que no eran batatas. Juan del pueblo sonrió y comentó. Eso es así mi socio. No son batatas, son ñames con corbatas que chupan y chupan sin cansarse.

De verdad que ese mármol es fértil. Vean ustedes cuán grandes son esos tubérculos. 

“El guisar es la consigna. El panismo queda al desnudo. Todos los derrotados están tranquilos. Esta es la fraternidad que velará por sus finanzas. Ellos aseguran mantener sus beneficios con el menor esfuerzo”