Esta semana promete ser intensa y escabrosa, al marcar el calendario un nuevo año fiscal con un déficit espeluznante y la amenaza siempre presente, de un posible cierre gubernamental.

Este próximo 1 de julio, vencen varios pagos de bonos ascendentes a $2,000 millones, que no se podrán  cumplir. 

El 1 de julio, nos  agarra pela’os, embrolla’os, preocupados y hasta asustados por lo que sucederá con la junta de control fiscal.

Hay mucha tensión y la gente prende de medio maniguetazo.

La tirante situación se corona con la inminente  aprobación de PROMESA, entre hoy y mañana en el Senado federal.

La sociedad civil se prepara para resistir el embate.

“Si el Senado federal impone la junta, la combatiremos y la desobedeceremos”, se declaró en la “asamblea” celebrada el sábado en el coliseo Roberto Clemente, en repudio a la junta de control fiscal.

Allí mismo, se pautó para el jueves a las 4:30 p.m. pendiente a la aprobación de PROMESA, para ocupar, en protesta, las inmediaciones del tribunal federal en Hato Rey.

 Asistieron cerca de cinco mil personas, a esa primera asamblea de concertación, a la que concurrieron organizaciones cívicas, comunitarias, sindicales y religiosas. 

Prevalecía un aire de esperanza, entusiasmo y determinación de combatir la junta.

Querían escuchar lo que se les tenía que decir y también preguntar. 

“Vamos a combatirla (a la junta) y a desobedecer sus ejecutorias. Nuestro llamado a los funcionarios y a las funcionarias del Gobierno de Puerto Rico, y a quienes aspiran a serlo, es a la no colaboración con la Junta, ¡que no sean cómplices del atropello contra nuestro pueblo!. Llevaremos a cabo con inteligencia, creatividad y firmeza jornadas de desobediencia civil contra todo lo que represente la Junta y las instituciones que la respalden”, rezó la declaración emitida. 

La asamblea fue interrumpida desde su inicio, por la protesta a gritos de un pequeño grupo que reclamaban que fuese una  deliberativa. 

Fue una actitud de “bailamos todos o rompemos la vitrola”.

Fue mucha la tensión generada. Los participantes a la reunión de concertación lucían irritados y molestos, por la interrupción.

Se les ofreció la oportunidad de exponer su posición, pero declinaron la oferta.

La “asamblea” quería escucharlos también, para  entender su planteamiento y el por qué de su conducta.  

En una columna pasada, abordé el tema de la infalibilidad de la expresión “divide y vencerás”.

“Divide al enemigo y será vencido. Si divides al enemigo, lo debilitas, lo sacas del medio y evitas las alianzas y coaliciones...”, expuse entonces. 

La “Inteligencia” de  un imperio, de un país o de un gobierno, siembra el germen de la división en una organización, en  un partido político,  en un pueblo, para evitar que se unan.

En este momento, en que se discute el impacto que tendrá la junta de control fiscal sobre Puerto Rico, “es muy probable que el gusanito  ya esté infiltrado para evitar la cohesión y unidad del pueblo en defensa de sus derechos", dije entonces.

Para provocar cambios y transformaciones hay que contar con el pueblo. Se requiere la concertación con todos los  sectores sociales e ideológicos con un mismo objetivo: el bienestar común. El que no puede trabajar junto al pueblo, que no obstaculice. 

“Únanse todos los que quieran poner fin a la colonia. Dice el poeta, que se hace camino al andar”, expresó el ex primer ministro de Cuba, Ricardo Alarcón, al preguntársele qué creía que debían hacer los puertorriqueños en la presente coyuntura.

“Los puertorriqueños que quieran seguir siendo puertorriqueños, tienen que  unirse”, dijo Alarcón. 

Se hace camino al andar, pero si no puede hacer camino, deje caminar a los demás.

Urge el diálogo y urge ponerse de acuerdo, respetando las diferencias sin gritos, ni estridencias, porque los gritos no permiten escuchar.

No es aplastando al disidente, pero  tampoco es a lo Trucutú, el cavernícola de las tirillas cómicas de las décadas de 1960 y 1970, quien arrastraba a la mujer por el cabello y andaba con un mazo en la mano.

Sin ahogar la disidencia, pero tampoco a lo Trucutú.

Así no es.