Ser rubio “pintado” en momentos en que #LosNuestros se disputan el oro que los convertiría en los campeones del Clásico Mundial de Béisbol, reviste de gran significado para un pueblo acorralado por la historia, lo que hace imperativo reflexionar sobre este furor de los boricuas por teñir sus cabelleras a imagen y semejanza de nuestro equipo, enalteciendo a los peloteros que han colocado a su patria en la cima del mundo.

El deporte, una vez más, nos lleva a reencontrarnos como puertorriqueños orgullosos de nosotros mismos, insuflándonos grandes dosis de autovalía, energía y estima, que bien pudieran transformar nuestra conciencia colectiva, para redescubrirnos como lo que somos: un  pueblo con una identidad y una cultura propia.

Las ejecutorias del #TeamRubio nos transfieren su poderío, su valor, su arrojo y su optimismo, brindándonos, además de alegría, una gran lección de lo que es trabajar “juntos” como equipo. “Wishful thinking” pudieran comentar con cinismo, los que no se ven representados por los jugadores  de rubio “pintado” Yadier Molina, Carlos Beltrán, Carlos Correa, Ángel Pagán, José Berríos, Kike Hernández, Edwin Díaz, Javier Báez, Francisco Lindor y T.J. Rivera, entre otros.

Para los peloteros estelares, el #TeamRubio simboliza la unión que les permite jugar como un entero indivisible para lograr el oro, sin egos particulares, procurando el bien  colectivo que los llevó a vencer en la semifinal, ofreciéndole toneladas de felicidad a los boricuas.

“Yo lo que quiero es llevarle alegría. Que puedan despejar su mente por un tiempito. Nosotros por jugar pelota no vamos a resolver ningún problema. Pero sí llevarle motivación a los jóvenes, que sí se puede, de lograr sueños, que se pueden hacer realidad”, dijo Lindor hace unos días. Tras concluir el partido con Holanda, comentó: “Quería traerle alegría a Puerto Rico. Hemos unido al pueblo”.

Es cierto, las victorias obtenidas por 

el #TeamRubio no resuelven nuestra crisis fiscal y la humanitaria que se avecina, pero si representa mucho, si analizamos su simbolismo.

El rubio nos une. El azul, el rojo y el verde nos dividen. Nos reunimos en una plaza como la de Santurce, en una barra, con los amigos y familiares en nuestras casas, para presenciar la heroicidad de nuestra escuadra. El juego nos une. Pero esa unión tiene un significado que trasciende. Nuestro corazón late por nuestro equipo. Late por Puerto Rico. Sentimos un orgullo colectivo. Vamos a #Los Nuestros. Aplaudimos y gritamos por #Los Nuestros. Brincamos y nos abrazamos por #Los Nuestros. Escribimos los hashtags o etiquetas #TeamRubio, subimos los emoticones y gritamos el #Puñeta, que es símbolo de victoria y de fuerza. Es la emoción que nos provocan los rubios “pintados”. Así pintamos de rubio nuestros cabellos y nuestros corazones. Entonces, vale preguntarnos por qué. Pregúnteselo.

Desde tiempos primitivos, los grupos se han valido de símbolos distintivos para representarse y comunicarse, como hicieron los egipcios, los griegos y los taínos. De ahí sus dibujos y mensajes en pirámides, vasijas, cuevas y petroglifos. Estos símbolos representan la cultura del grupo, su identidad y sus creencias.

Todos los países tienen lo que se conoce como símbolos patrios: una bandera, un himno, un escudo…un coquí, una amapola, un plato de arroz y habichuelas, si lo estiramos un poquito. También tenemos un equipo representando esos valores patrios.

Muchos puertorriqueños disfrazan lo que verdaderamente siente su corazón ante estos símbolos, debido a la confusión que se crea cuando se intenta sustituir los valores patrios por los de un país que no nos representa. Ver jugar a #LosNuestros y tratar de reprimir la emoción que nos provoca crea un gran enredo de espíritu en muchos, y también psicológico. Tal vez se sienten culpable por no poder controlar lo que siente su corazón, que se escapa a galope, de rubio pintado. Lo peor es el temor de que los acusen de no ser estadistas, por emocionarse y aplaudir a #Los Nuestros, gritando como benditos. No hay que sentirse mal. Es lo natural.

Aquellos que tienen sus mentes y corazones aprisionados, cuestiónense por qué no se emocionan cuando gana el equipo de los Estados Unidos. Por qué no gritan ¡USA, USA! con delirio. Por qué al grito de: “¡Puerto Rico! ¡Puerto Rico!”, parece que se les desboca el alma y le bajan las lágrimas.  Es el corazón de la patria que grita. Lo contrario es anti natural.

 Hoy, cuando nos jugamos la corona, son muchos los puertorriqueños que se tiñeron sus cabellos, sus calvas o sus barbas de rubio para este encuentro final que nos llevaría al paroxismo de la emoción, provocándonos seguramente “un infarto”.

Son muchos más los puertorriqueños que tienen teñidos de rubio “natural” su corazón. 

Es un tinte natural color “patria”.