Siempre quise ser empresario. Tuve una idea para hacer un negocio. Fui al Centro de Ayuda al Emprendedor de la UPR y allí un grupo de estudiantes me recibió. Vieron mi idea y activaron un comité que se dedica a ver alternativas viables de nuevas empresas. Estudiantes de mercadeo y gerencia operacional me hicieron el estudio de mercado y localización.

El de ingeniería realizó los diseños de la planta que sería necesaria para producir mi idea. El de finanzas me recomendó fuentes de crédito para comenzar. El de mercadeo se reunió con el de psicología para ir buscando posibles recomendaciones de empaque, distribución y ubicación, mientras que de recursos humanos buscaban la forma de saber la cantidad de empleados que necesitaría y creaban los job descriptions.

El grupo de derecho me ayudó con los permisos y documentación para el Departamento de Estado, Hacienda y todas las agencias a la vez que me dio la mano en la radicación de patentes para mi producto, ya que yo no tenía los recursos para patentarlo.

Las estudiantes de contabilidad prepararon estimados y análisis de costos. Los estudiantes de publicidad ayudaron a hacer una modesta campaña de medios, y las de relaciones públicas me enseñaron a redactar comunicados y contactaron a la prensa para ir dando a conocer mi producto.

Los de idiomas tradujeron todo para cuando tuviera posibilidad de exportación a Islas Vírgenes, Brasil, Estados Unidos, Alemania, Francia y China. El grupo de artes gráficas desarrolló la página de la Internet y, para la publicidad extranjera, ayudó la gente de relaciones internacionales y el grupo de humanidades, junto a la gente de teatro, que participaron de la publicidad con guiones y como actores y actrices, mientras los de arte trabajaban con el diseño del logo.

Todo esto bajo la supervisión de profesores y profesoras que verificaban que cada cosa se había hecho bien. Sin esto, mi negocio nunca hubiera sido un éxito, pues el primer año de toda empresa es el más difícil en lo que te estableces y creas mercado enfrentando los costos y procesos.

Hoy he contratado a algunas de aquellas practicantes que me hicieron lo que soy y aporto a la UPR un por ciento de mis ganancias por la ayuda que se me ofreció. También contrato servicios de quienes ya sé que hacen buen trabajo, demostrado cuando tuvieron el primer encuentro con mi negocio.

Esta es una historia real de la UPR. Mentira: lamentablemente, no lo es. La UPR debe ser el centro de desarrollo económico de la Isla. Comprendo que he escrito muchas veces esto, pero insisto porque así de relevante es.

Yo no les hubiera dado a los estudiantes los $40 millones para eliminar la cuota, hubiera dejado a los estudiantes ganarse ese dinero a través de servicios al país y convertir a la UPR en el centro de asesoramiento del Gobierno y municipios quitando los fondos de asesoría que actualmente sabemos que van a políticos derrotados.

Para eso tenemos a estudiantes y a la academia en ciencias políticas, agricultura, humanidades, economía, planificación, administración pública, psicología, arquitectura y todas las facultades que tienen los conocimientos y pueden hacer los estudios.

Creo que la UPR debe contratar como presidente a alguien que cueste mucho dinero, pero con enorme prestigio en la comunidad internacional, quizás un ex director de MIT o alguien de muy alto nivel en NASA, Stanford, etc. Esa persona se debe convertir en el ente que pueda usar su credibilidad para atraer investigadores de afuera y científicos, aprovechando los alivios contributivos aprobados en 2012 (que apenas se han usado) para que puedan servir de mentoría a nuestra gente.

La UPR debe dejar de depender totalmente del Estado y puede generar sus propios fondos utilizando estudiantes de química, física y biología para crear patentes de medicamentos, productos, invenciones, publicaciones y derechos de autor que puedan generar regalías millonarias.

Además, la UPR debe mantener contacto para que egresados aportemos charlas y donativos en agradecimiento por su contribución a nuestra vida. Esto lo hacen la mayor parte de las universidades Ivy League del mundo, las cuales te envían continuamente solicitudes de aportación para mejoras e investigaciones a la vez que te invitan a galas, charlas, talleres, conciertos y obras, entre otros.

La UPR debe ser un centro docente pero, además, aunque ya hace de forma modesta algunas de estas cosas, tiene que concentrarse en ser un centro de servicio a la comunidad, un centro de pensamiento e incubadora para generar riqueza económica e intelectual.

Así el pueblo defenderá cada centavo de los $1.5 billones que invierte en ella. Este concepto que escribí es similar al modelo nórdico adoptado de MIT por la innovadora europea Aalto University (Finlandia), la cual empezó en 2010 y ya ha generado millones de dólares con aplicaciones y productos patentados, entre ellos el juego Angry Birds, con el cual ganó $100 millones en el 2011 solamente.

Ante movimientos parecidos, creó millones largos con Skype y Spotify. Y todo porque se comprendió que está en el intelecto la herramienta de desarrollo económico. Para esto hace falta un profesorado innovador, ágil y retado por estudiantes emprendedores.

Se logra sacando la política partidista y entes de intereses de fuera de la comunidad universitaria; no se logra dando asaltos políticos de uno u otro partido, como se hizo. Puerto Rico puede levantarse, tiene las herramientas, solo falta voluntad y visión; talento nos sobra.