Quiero comenzar destacando el hecho de que no estoy aquí para hacerle las relaciones públicas a nadie, pero también estoy harto de que siempre digan que los comentaristas políticos solo vemos lo negativo. Me considero un tipo que intenta ser justo y al igual que hice con Luis Fortuño, cuando dije hace cuatro años las cosas que había hecho bien, ahora lo hago con Alejandro García Padilla. 

Quienes escuchan y leen mis escritos regularmente conocen muy bien que mis críticas a esta administración han sido severas y contundentes en cuanto a muchos asuntos.  He barrido el piso con la pasividad y la narcolepsia con que el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio atiende los principales retos del país. Aquí tenemos un Fideicomiso de Ciencia y Tecnología que debería estar dirigiendo nuestro destino y ¡ni director en propiedad tiene!  He sido severo también con la ausencia de un plan anticrimen, que primero parecía que era sencillamente darle continuidad al fracaso de la administración anterior y ahora parece que se basa en traer un extraño a encubrir a un miembro del gabinete.

Me burlé de lo patética que fue la campaña de la Isla Estrella.  Destaqué cómo hicieron el ridículo con el zigzagueo de si imponían la reforma de salud de Obama (el Obamacare) o le regalaban hasta el cuuuuuuello a las aseguradoras.  He criticado la timidez de la Asamblea Legislativa al aprobar legislación a favor de las minorías y he criticado al pusilánime de Jaime Perelló por contribuir a que nuestra gente se siga matando en las calles por no aprobar legislación que despenalice la marihuana para que los pocos recaudos del Estado se puedan destinar a la ofensiva contra criminales violentos.  

He criticado duramente la actitud de arrodillados cada vez que alguien habla de lo “afortunados” que somos de tener funcionarios federales inmiscuyéndose en los asuntos locales.  También le he tirado al secretario de Transportación y Obras Públicas, que ni mover una fila en el Cesco es capaz de hacer.  Ni hablemos de mis ataques a la ausencia absoluta de una estrategia de comunicaciones coherente en la administración.  Todos estos estos asuntos se han atendido de una forma vergonzosa e infame.

A pesar de todo lo anterior, que estoy seguro que son asuntos que trascenderán este cuatrienio por su gravedad, este gobierno ha tenido aciertos que merecen ser reconocidos.  Desde el primer día el PPD constituyó un equipo económico que supo establecer las medidas de recaudos necesarias, dinero que antes se conseguía criminalmente con emisiones de deuda.  Al día de hoy, sin recuperación económica alguna, sin impulsar una estrategia mediática para enfrentar las casas acreditadoras en su propia cancha y luego de haber maniobrado frente a la peor crisis de mercado de bonos municipales en la historia, no hemos sido degradados como tanto predican los colmillús del otro partido (quienes sí fueron degradados). 

Los populares Impulsaron la mayor reducción de salarios en la historia de la Asamblea Legislativa.  Reformaron el Sistema de Retiro del gobierno central de una forma lógica para evitar la quiebra inmediata del país, aunque la reforma de Fortuño, que era más radical, era la correcta.  Lograron forzar la salida de una administración universitaria siniestra y humillante para el país (aunque lo hicieron imponiendo a su gente). Impulsaron la preservación de la mayor reserva natural en nuestra historia.  Iniciaron los pasos hacia una agricultura sustentable y una autosuficiencia con la siembra de arroz. 

Esta administración atrajo múltiples vuelos y nuevas líneas aéreas a Puerto Rico, inauguró hoteles y anunció la expansión de otros.  Invitó a los puertorriqueños a entrar a La Fortaleza en diversas actividades, en vez de macanearlos frente a edificios públicos.  Pero lo más importante es que encaminaron el principal proyecto de futuro para el país: el comienzo de la Ciudad de las Ciencias mediante la construcción del hospital del Centro Comprensivo de Cáncer.

Esos logros están ahí.  Mis críticas siguen también, pero por el bien de Puerto Rico cruzo los dedos y espero más de lo segundo y menos de lo primero. ¡Este es el momento! Tenemos pocos meses para echar este país a caminar.