El juez federal Juan Pérez Giménez determinó algo que tiene toda la lógica del mundo en un país civilizado. El juez decidió que es la Legislatura la que debe establecer las leyes que regulen la familia y, por tanto, el matrimonio en un país. 

Dijo el juez lo que es bastante natural, que le corresponde a la gente elegida por el pueblo establecer el marco jurídico. Eso tiene toda la lógica del mundo en un país civilizado. Repito, civilizado. Pero en Puerto Rico no aspiramos a ser más civilizados, aspiramos a ganar las elecciones así nos llevemos al mismo Arcángel Miguel de por medio. 

Sí, aquí, en la Isla donde 9 de cada 10 matrimonios terminan en divorcio, en la que supuestamente el 90% de la gente se identifica como cristiana y donde hay cerca de 15 mil instituciones religiosas, es decir, unas 215 iglesias por cada municipio, y donde ocurren tres asesinatos por día y hay 55 mil delitos registrados formalmente al año, parece que es el otro 10% de la población el que delinque, mata, hurta y traquetea. Gente, si nos dejamos llevar por las estadísticas oficiales, en Puerto Rico ocurre un delito cada seis minutos, sobre 140 al día. ¿En serio el problema moral que tenemos es si dos hombres o dos mujeres quieren firmar un contrato para unir sus vidas y llamarle “matrimonio”?  Y claro, me refiero a los delitos que se reportan y que la Policía anota oficialmente en el registro. Los miles de casos que nunca llegan a las autoridades deben ponernos en claro la grave situación que vivimos en la “Isla del Cordero” mientras debatimos si una mujer debe o no casarse con otra. 

El punto es que esta “guerra” contra el matrimonio gay hace rato que se acabó. No porque nuestra Legislatura haya decidido hacer lo correcto, no porque nuestro gobernador se allanó al proceso legal para que así ocurriera, no porque a la larga aprendimos que un “matrimonio” -legalmente hablando- es SOLO UN DICHOSO CONTRATO MÁS y la “santidad” del matrimonio cristiano ocurre por la bendición de Dios en la iglesia y no la bendición del Estado en el Código Civil. Esta guerra se acabó hace tiempo, como dijo el juez asociado del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Antonin Scalia. En síntesis, tras decidir el caso de US v. Windsor en el 2013 el Supremo federal abrió la puerta para declarar inconstitucional las leyes que discriminen contra los matrimonios del mismo sexo. Desde esa decisión, ya 30 estados de Estados Unidos han tenido que permitir o tolerar legalmente el matrimonio homosexual.  Y Puerto Rico va en la misma dirección tras esta decisión del Tribunal de Distrito federal, a pesar de que el matrimonio entre hombre y mujer ganó en la decisión del juez Pérez Giménez. 

Me explico. Aunque aparentemente el matrimonio homosexual perdió en el Tribunal Federal de San Juan, en realidad la decisión del juez le dio un empujón al matrimonio gay, indirectamente. Al haber decidido así, ahora los demandantes apelarán al Primer Circuito de Apelaciones en Boston. Esa corte ya decidió que es inconstitucional por parte del gobierno federal discriminar contra el matrimonio gay en Gill v. OPM. El asunto es que lo que decide ese tribunal de circuito establece lo que es el derecho en Puerto Rico, es decir, esa corte federal de Boston determina lo que es la ley aquí, nos guste o no. Así que ese tribunal probablemente decida a favor de evitar el discrimen contra el matrimonio gay, pero en caso de que decida en contra (lo cual es poco probable), comoquiera entonces sí que ese caso de Puerto Rico coge importancia. 

De ocurrir que el tribunal de Boston decida en contra de que aquí se reconozca el matrimonio de Ada Conde e Ivonne Álvarez y falle contra el matrimonio gay, entonces muy probablemente el caso llegará al Tribunal Supremo de los Estados Unidos, el cual tendrá que finalmente determinar sobre el asunto. Esto porque si Boston decide así habría dos circuitos con opiniones encontradas y por tanto el Supremo federal entraría a determinar el asunto. ¿Se imagina que sea un caso de Puerto Rico el que quede para siempre registrado como el que decidió a favor del matrimonio gay en todos los Estados Unidos? 

Pues eso está a punto de pasar. Así que el matrimonio homosexual será válido en Puerto Rico tarde o temprano, nos guste o no, porque muy probablemente así lo decida la Corte Suprema de los Estados Unidos o el circuito de Boston y si te disgusta, pues procura la independencia de la Isla porque mientras seamos parte de Estados Unidos esa Corte Suprema es el último tribunal aquí. Y mientras usted y Puerto Rico se preocupan tanto por el matrimonio gay, que literalmente para evitarlo se ha hecho la marcha más grande en la historia reciente del País, el matrimonio cristiano y secular en Puerto Rico está en crisis. Nueve de cada 10 terminan en divorcio, 54 mil querellas de maltrato infantil ocurren al año, el machismo y el maltrato contra la mujer es una pandemia, la cantidad de jóvenes delincuentes es enorme y las notas y resultados académicos de los estudiantes demuestran lo descuidado que están nuestros hogares, con 8 de cada 10 estudiantes fracasando. Y todo el mundo sabe que lo más importante en el aprovechamiento académico es la participación de los padres en ese hogar.   

En fin, mientras te preocupas tanto por si personas del mismo sexo se casan o no, el matrimonio tradicional pasa por su peor crisis. ¿No crees que es más importante preocuparte por tu matrimonio que por el de otros? A la larga, gente, ante la ley el matrimonio es un dichoso contrato igualito que el de tu celular con la compañía que estás. Si quieres llamarlo “santidad” o “matrimonio sagrado” o “sacramental”, eso depende de tu iglesia y nadie lo puede cambiar conforme a nuestra Constitución. Así que ante ti y tus creencias tu matrimonio puede significar mucho más, pero ante la ley es un mero contrato más y el de los gays ante la ley será igual. ¿De verdad tanta gritería por un contrato ante la ley cuando en tus creencias puedes seguir creyendo como gustes?